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Alicante saca del olvido a Juana Francés en el Museo Thyssen de Málaga

La centro andaluz inaugura una exposición con 14 obras procedentes del MACA para reivindicar la figura de la artista alicantina

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El MACA lleva a Juana Francés al Museo Carmen Thyssen de Málaga

Siempre estuvo en primera línea de la vanguardia y fue una de las fundadoras del grupo El Paso. Pero a Juana Francés (Alicante, 1924-Madrid, 1990) no le ayudó ser mujer en una época en la que el arte estaba dominado por los hombres. También le faltó quitarse de encima la sombra de su pareja, el escultor Pablo Serrano.

Y aunque alcanzó reconocimiento en su época y se valoró su obra, convirtiéndose en una de las grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX, fue cayendo en el olvido. Siguiendo los pasos de Eusebio Sempere, Juana Francés donó a su muerte 134 de sus obras al entonces Museo de la Asegurada, hoy MACA, además de al Museo Pablo Serrano de Zaragoza, el IVAM de València y el Reina Sofía de Madrid.

Y del MACA proceden las catorce piezas que desde esta mañana, y hasta el 19 de junio, se exhiben en el Museo Carmen Thyssen de Málaga, en una exposición,  "Juana Francés. Antología intima (1957-1985)",  que pretende rescatar su figura del olvido, como ya hizo el museo alicantino al dedicar una planta del centro a su legado durante varios años y exhibir las obras de su última etapa en una exposición temporal en marzo de 2021, o el Reina Sofía, que ha incluido una de sus obras en la colección permanente.

Esta exposición, que fue presentada esta mañana con la presencia del concejal de Cultura de Alicante, Antonio Manresa, y la conservadora de las colecciones del MACA, Rosa Castells, pretende dar a conocer a una pionera de la abstracción que fue versátil y diversa y que no dejó de experimentar y de innovar a lo largo de toda su carrera.

"Es una artista que hay que volver a mirar, por la contundencia plástica de su obra y porque la hemos olvidado, pese a ser protagonista de la renovación plástica en España a mediados del siglo XX", ha asegurado durante el recorrido por la exposición Rosa Castells.

Después de una primera etapa figurativa de aprendizaje, en la que todavía no había forjado su personalidad artística, Francés pasa a trabajar un informalismo matérico sobre telas arpilleras muy gruesas, con tintas, acrílicos y tierras que maneja con grandes espátulas y pinceles de gran grosor, y el resultado es "una obra que parece escapar de sus límites", según Castells.

"Es una artista que hay que mirar, por la contundencia de su obra y porque la hemos olvidado", afirma Rosa Castells

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En algunas de esas piezas incorpora elementos encontrados en la naturaleza como maderas, piezas, ladrillos, cerámicas o vidrios, con los que configura algo parecido a un paisaje; como fase previa otra serie de obras en la que aparece la figura humana.

Pero su etapa más conocida y reconocida es la que desarrolla entre 1966 y 1979, cuando crea sus "cajas", piezas en las que escapa de las tierras y de las arenas anteriores y supera la bidimensionalidad para alcanzar la tridimensionalidad y aproximarse a la escultura en sus cuadros.

Si antes empleaba elementos de la naturaleza, ahora opta por enchufes, bujías o esferas de relojes, todos ellos "elementos del progreso técnico, como denuncia de la soledad e incomunicación del hombre, a pesar de ese progreso técnico que lo iba a salvar".

Esas composiciones son "como edificios de una gran ciudad, con seres homínidos o rotópedos, con patas como ruedas", ha explicado Castells, y en ellas reflexiona sobre aspectos como lo inexorable del tiempo.

"Su trayectoria artística estuvo acompañada de los tiempos que vivió. Las tierras y las cajas fueron fruto de un contexto social, político y cultural muy coercitivo desde los años 50, y en 1980 abandona esa carga porque es para ella una época muy feliz", ha añadido la conservadora.

Francés disfruta entonces del éxito, participa en exposiciones en grandes museos internacionales, representa a España en bienales de Venecia, su trabajo es reconocido también por compañeros artistas y a principios de los 80 está "en un momento de madurez plena y es feliz" junto a su marido, Pablo Serrano, también miembro de El Paso.

En ese momento de plenitud da un giro a su obra, en la que aparece el color, figuras ovoides y rectangulares, etapa que llega hasta 1985, cuando a raíz de la muerte de Pablo Serrano sufre "una depresión de la que no se recuperará nunca", ha señalado Castells.

Lourdes Moreno, directora artística del Museo Carmen Thyssen y comisaria de la exposición, ha calificado a Francés como "una mujer enamorada de su obra, que era como un autorretrato psicológico", y cree que esta muestra logrará "sorprender al público y provocar su interés al ver con un golpe de vista todo lo que esta autora ha dado a la historia del arte".

El concejal de Cultura de Alicante, Antonio Manresa, se ha felicitado porque “este prestigioso museo nos pida parte de la obra de Juana Francés", para esta exposición que muestra "una línea vital de las sombras a la luz, con una lucha constante en su vida, siendo una mujer de vanguardia, en un mundo casi masculino, abriéndose paso. Estamos muy contentos de que la obra de Juana Francés llegue al Thyssen de Málaga". 

Un recorrido vital por su arte elemental

En la obra de Juana Francés late un arte elemental, innovador en el uso de materias inusuales, orgánicas o encontradas como arena o tierra. Tras un preludio figurativo en sus años de formación, en su etapa inicial, entre los años 1956 y 1963, nos adentramos en su producción de informalismo matérico en la que encontramos obras de tonos ocres, negros y blancos, ritmos frenéticos y texturas y relieves.

En el año 1957 se integra brevemente en el grupo El Paso junto a Antonio Saura, Manolo Millares, Luis Feito, Rafael Canogar, Manuel Rivera, Antonio Suárez y su compañero Pablo Serrano. Se convierte así en pionera de una plástica revolucionaria, en la que se presenta una obra libre, abierta hacia la experimentación e investigación, en línea de la vanguardia internacional del momento. Es en esta época, especialmente, donde reside la importancia de la autora como una artista de personalidad y valor propio.

En el período más largo de su trayectoria, de 1963 a 1979, Juana Francés imagina un universo de figuras aisladas, seres deformes, compuestos por materiales y objetos reciclados y ensamblados de desechos tecnológicos con los que la pintora realiza una metáfora de la conversión del hombre en máquina y una crítica feroz de su pérdida de identidad personal, arrollado por las mismas fuerzas que él ha creado. Un momento en el que la pintora ahonda en el concepto de “obra ensamblada”, algo en lo que también fue pionera en España.

Frente al carácter monocromático de su producción inicial, en la última década de su vida Juana Francés regresó a la abstracción, pero de una forma colorista y lírica. En la última parte de la exposición, que abarca de 1980 a 1990, toman protagonismo el movimiento de los cometas en el aire y la vibración de la luz reflejada en los fondos submarinos. Éste fue un período de calma interior, de estabilidad, solo dramáticamente interrumpida por el fallecimiento de Pablo Serrano en 1985, que provocó una vuelta a los tonos oscuros y la intensidad expresiva de su época informalista. Frente a la carga matérica anterior, aquí destaca la ligereza con el uso del gouache y el papel.

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