El anciano es un triunfador de la vida y, cuantos más años cumple, más se acerca a la heroicidad. Y si además es sabio y conserva el raciocinio, entonces puede convertirse en uno de aquellos semidioses que tanto veneraban los antiguos.

Las estadísticas señalan que las personas disfrutamos cada vez de una mayor esperanza de vida; tanto es así, que muchas viven más años en la senectud y en la vejez que en la infancia, la adolescencia y la juventud juntas. Sin embargo, desde hace unas décadas persiste en la sociedad una general animadversión hacia la ancianidad debido a la preeminencia del concepto biológico sobre el psicológico de la misma. Al revés de lo que ocurría en las culturas antiguas, donde la muerte de un anciano equivalía a la pérdida de un acervo de conocimientos, experiencias y buenos consejos, en la actualidad dicha muerte se acepta como el simple desenlace de un proceso biológico irreversible, producto de un estereotipo negativo de la vejez.

Lejos de reivindicar la gerontocracia y de pretender identificar exclusivamente la sabiduría con la ancianidad, puesto que sabios hay a todas las edades y en número escaso, acaso ha llegado el momento de oponer la psicología a la biología en el envejecimiento. Es decir, priorizar las vivencias y valores personales a los achaques y las arrugas en la idea conceptual de la vejez. No en vano es nuestro componente psicológico, nuestro carácter, lo que nos califica como seres únicos, no la falta de memoria ni el dolor de huesos. Lo que nos describe como individuos es nuestra propia personalidad y cuanto más viejos nos hacemos más nos diferenciamos de los demás, ya que, como dice el psicólogo James Hillman, la longevidad refuerza el carácter.

Don Santiago Grisolía, por haber alcanzado casi un siglo de vida, por la experiencia que acumuló en ese tiempo y por la sabiduría que prodigó a través de sus conocimientos y su conducta personal, es un héroe, un semidiós moderno que durante muchos años ha prestigiado con su presencia y presidencia una institución tan emblemática e importante como el Consell Valencià de Cultura. Le echaremos mucho de menos y le recordaremos con admiración y cariño. Descanse en paz.