CANTANTE Y EMPRESARIO

La nueva vida de Juan Camus, la 'oveja negra' de Operación Triunfo: joyas, velas, criptomonedas… "Aprendí que todo tiene un precio"

Aunque participó en la edición que encumbró a David Bisbal, Chenoa y Rosa, la industria no le acogió con el mismo ímpetu: refugiado en Londres, tomó las riendas de una carrera en la sombra que ya supera los 49 sencillos y los siete álbumes

La música no ha sido su única aliada, también ha diseñado perfumes, prendas, cosméticos… Se reconoce un amante los NFT y tiene a Mark Zuckerberg enfilado

Juan Camus debutó en el puesto 19 de Promusicae con su primer disco: ’Las cosas que no nos dijimos’.

Juan Camus debutó en el puesto 19 de Promusicae con su primer disco: ’Las cosas que no nos dijimos’. / Juan Camus

Pedro del Corral

De la primera hornada de Operación TriunfoJuan Camus (Laredo, 1973) fue el concursante más críptico de todos. A pesar de que no levantó la misma pasión que David BisbalChenoaGiselaRosaDavid Bustamante Nuria Fergó, logró que el público le apoyase en las cuatro ocasiones en las que fue nominado. Incluso le repescaron para regresar a la Academia. Sin embargo, la hazaña no fue suficiente para conquistar a una industria que no tenía la lupa puesta sobre él. La idea inicial era que formase parte de Fórmula Abierta (el grupo que integraron Geno, Mireia, Javián y Álex), pero se negó. Y peleó su derecho a un proyecto personal que se acercase a su verdad musical. Las cosas que nunca te dije (2002) vio la luz en septiembre, bastante distanciado de las propuestas de sus respectivos colegas. Una jugada que le restó protagonismo y, claro, repercusión.

Refugiado en Londres, ha gestado una carrera en la sombra que ya supera los 49 sencillos y los siete álbumes. El octavo llegará en septiembre bajo el nombre de Sahara. Y el noveno y el décimo ya rondan por su cabeza. Ahora bien, la música no ha sido su única aliada. También ha diseñado perfumes, velas, joyas, prendas, cosméticos… Se reconoce un amante de las criptomonedas y los NFT. Tiene a Mark Zuckerberg enfilado. Y defiende sin condición al colectivo LGTBIQ+. Lo llamativo es que ninguna de estas acciones ha trascendido más allá de un puñado de titulares que, salvo sorpresa, no han contado con el fundamento de su testimonio. Uno que, como sucedió en el reencuentro que organizó RTVE en 2016 para celebrar el 15 aniversario del formato, jamás ha estado exento de polémica: implacable y sutil, se desnuda el coautor de la inmortal Mi música es tu voz.

Fragmento de la portada de 'Sahara', el octavo disco de Juan Camus que saldrá en octubre.

Fragmento de la portada de 'Sahara', el octavo disco de Juan Camus que saldrá en octubre. / Juan Camus

P. Antes de Operación Triunfo ya tuvo su momento de gloria.

R. Sí, me presenté a un certamen en el Reino Unido organizado por un canal de televisión y terminé segundo cantando Don’t Let The Sun Go Down On Me. Esto me dio la confianza que necesitaba para seguir adelante. Me hizo pensar que, quizá, tenía una oportunidad. De Operación Triunfo guardo con cariño las veces que la audiencia me salvó. Fueron cantidades importantes de dinero si tenemos en cuenta que nos vio España entera. Eso me daba a entender que creían en mí, que tenía su sostén incondicional y que sabían, y así lo asentían, que había hueco para mí.

P. De algún modo, ¿el concurso fomentó la rivalidad entre los 16 participantes?

R. Por mi parte, no la hubo. Al contrario. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo fuera, pero cada semana notaba que mi autoestima iba disminuyendo… Aunque siempre tuve fuerzas para seguir adelante, al final, entendí que luchar por mi posición en un lugar donde no me querían era inútil. Tras afrontar cuatro nominaciones, sentí que era el momento de pasar el testigo y preferí dar la oportunidad a alguien más. Desde el compañerismo, no la estrategia, pedí a los espectadores que votasen a otro. Esto y que, obviamente, había perfiles más populares que el mío provocaron mi salida.

P. ¿Les trataron a todos por igual?

R. En lo que a mí se refiere, la contestación es muy clara. Si bien me gusta llamar a las cosas por su nombre, no me gusta victimizar ni ir de víctima. Todo tiene un porqué y pasa cuando toca. Con independencia del trato, tengo siete elepés publicados y dos en marcha.

P. Fue el último concursante de su generación en editar su disco: Las cosas que nunca te dije vio la luz en septiembre de 2002, siete meses después de la victoria de Rosa López. ¿Por qué se demoró?

R. La cúpula tenía todo organizado al milímetro y decidió ponerme en Fórmula Abierta. Y qué quieres que te diga… no era mi estilo. Yo tengo el mío, así que no me veía en la banda. Lo fácil hubiese sido aceptar la oferta, pero sentía que quienes me habían apoyado merecían más. Eso hizo que me desenganchara por completo de un tren que, tal vez, hubiera llegado a más destinos, pero aposté por mi integridad artística. Nunca me he vendido y quiero morir así, a pesar de las consecuencias. Como las que sufrí cuando intentaron desprestigiarme públicamente enviando cámaras de Telecinco a una casa de Londres que no era la mía: dijeron me estaba inventado mi vida allí porque me aseguré de que, en el reencuentro de RTVE, tres personas tuvieran su momento en solitario en el concierto. Me hacen gracia los extremos a los que llegan algunos cuando les plantas cara por no haber actuado como debieron. Mi decisión no sentó bien a las altas esferas, pero me lo debía. Y, por supuesto, a quienes habían creído en mí. Al desligarme, me quedé sin proyecto. Esa es una de las razones por la que no presenté mi single en la gira que hicimos por el país. La sorpresa llegó cuando, en mitad del tour, me ofrecieron grabar con Joan Trayter como productor. Por aquel entonces, él estaba trabajando en un remix del Glitter de Mariah Carey. Fue una lección de maestría que no olvidaré: conectamos al instante de una manera natural y orgánica. No obstante, el destino me tenía preparada una trágica sorpresa: a los días, me comunicaron su muerte. Siempre me he preguntado qué hubiera salido de nuestra colaboración. Por mi cuenta, volví a buscar equipo y, durante el verano, grabé el álbum. Fui el primer artista del programa en salir con un sencillo compuesto por sí mismo: Mia. Dicen las buenas lenguas que Las cosas que nunca te dije fue disco de oro, pero jamás me lo dieron. Quizá, algún día se animen a hacerlo.

P. ¿Cómo sería su vida si no hubiera pasado el casting?

R. Antes de esta etapa, ya me había financiado tres maquetas que conservo. De hecho, El hombre y la rosa, un tema que escribí con un compañero de la universidad y que publiqué en 2019, es una de ellas. Estaba a punto de tirar la toalla. Había mandado mis canciones a la antigua usanza en un sobre a discográficas en Inglaterra y España, pero sin éxito. Y, cuando estaba a punto de dejarlo, OT se puso en contacto conmigo sin saber qué era. Una amiga mía había llamado en mi nombre y fue elegida. Entonces, explicó que no era para ella sino para mí. Si no hubiera entrado, estaría trabajando en una empresa de Londres. O haciendo algo creativo.

P. Exit (2003), Phoenix (2011), Sólo se vive una vez (2019) y Aquarium (2021) son cuatro de sus elepés. ¿Se puede conocer a Juan a través de ellos?

R. Absolutamente. Mi música está basada en mis experiencias. Me gusta ser sincero y dejar una parte de mí en ella. Sahara será mi octavo disco y saldrá el 23 de octubre. Y, en primavera de 2024, lo hará Geisha. Incluso ya sé cómo será el décimo y cómo se llamará, pero no me voy a adelantar.

P. Ha experimentado con géneros dispares, ¿cómo definiría su sonido?

P. Versátil. No me gusta repetirme, sino arriesgar. Me encanta experimentar y empujar mis límites, aunque respetando la esencia. I´m In Love, por ejemplo, tiene un rap. Disfruté muchísimo haciéndolo. Suelo escribir en los dos idiomas y eso me permite llegar a más gente y abarcar más estilos. Sahara tiene influencias orientales, mientras que Geisha está orientado a la meditación. Será un cancionero para relajarse, concentrarse, calmar la mente.

P. En Ni un segundo más reflexiona sobre el peligro de las redes sociales y la impunidad del anónimo. ¿Los sufrió?

R. No uso TikTok, Facebook, WhatsApp… Y apenas utilizo Instagram. No quiero nada que tenga que ver con Mark Zuckerberg. No me gustan estas aplicaciones porque pierdes tiempo valioso en ella y, además, están dirigidas por personas que sólo tienen por objeto vender tus datos al mejor postor. Su objetivo es recoger tanta información como puedan para elaborar un perfil de ti. Sólo me verás activo en Twitter y, desde que Elon Musk lo dirige, no estoy contento con la dirección que ha tomado. Para la juventud, esto es peligroso. Hemos perdido interacción con nuestro alrededor. En la actualidad, todo se reduce a mensajes, fotos y posts. De ahí que Geisha se haya vuelto fundamental para mí: tenemos que olvidarnos del móvil y disfrutar de lo que nos rodea antes de que sea demasiado tarde.

P. Vivió un fenómeno fan gigantesco en 2001, ¿le dejó alguna cicatriz?

R. Intento quedarme con lo positivo. Nadie te enseña a ser famoso. He aprendido que todo tiene un precio. Por ejemplo, si estás de moda, tu música llegará a numerosos rincones, pero tendrás que vivir en hoteles, aviones y carreteras. Una dinámica que te obligará a estar alejado de tu familia. Perderás el anonimato. Y no podrás pasear sin que nadie te reconozca. Si esto te compensa, adelante. Vivir fuera de España ha sido el elixir perfecto para mí. Es cierto que también me han reconocido en el extranjero, pero la probabilidad de que pasara es casi nula. Cuando regreso, la cosa cambia… pero la euforia se ha calmado. Ahora, cuando me paran, la mayoría lo hace con nostalgia. Aprendí bastante de aquella aventura que, gracias a Dios, no ha definido ni limitado mi vida. Fue enorme, pero puntual: me abrió las puertas a otros terrenos y me permitió tomar decisiones más consolidadas. Con la fama tienes que ser fuerte psicológicamente. No es para cualquiera, pues multiplica por 1.000 tu personalidad. Para mí, compaginar la privacidad con la popularidad no fue fácil. Prefiero tener una vida tranquila. Si quisiera ir de sarao en sarao en Madrid o Barcelona, lo tendría fácil… pero no es lo que quiero ni lo que he elegido. Uno de los requisitos que debes tener para dedicarte a esta profesión es tener una salud mental de acero.

P. En 2019, intentó ir Eurovisión con Para siempre. ¿Se lo sigue planteando?

R. Lo hice porque me puse un reto: componer un tema de tres minutos para el festival. Y lo conseguí. Era perfecto, en cinco idiomas.

P. Ha tocado en Austria, Reino Unido, Alemania… ¿Por qué, en cambio, su proyecto no ha calado aquí?

R. Por aquel entonces, estaba a merced de la discográfica y yo no fui su prioridad. Simple. Y, haciendo autocrítica, creo que mi música tampoco conectó al 100% con la gente. Sigo teniendo mi público, no me malinterpretes. Y no es tan pequeño como pueda pensarse. Basta con echar un vistazo a mi Twitter: cada me gusta, cada retuit y cada comentario es real, no pagado. Y no nos engañemos: no es lo normal. La promoción es vital: escuchar una canción hasta la saciedad en la radio y ser la prioridad de lo que yo llamo La Máquina es clave. Ésta es la que puede hacerte o deshacerte. Tiene acceso a contactos, cadenas, tiendas, emisoras… y, en distintos casos, es ella la propietaria, como ocurre con el grupo Prisa. Hace dos décadas no había redes sociales donde tus seguidores podían seguir tus pasos a diario, por lo que no había posibilidad de lanzar nada al mercado si no era de la mano de un sello. Estaba limitado y siento que perdí el momento por culpa de estas circunstancias. No como hoy: desde el cambio, no paro de publicar música. Soy el dueño de mi propio catálogo.

P. ¿Qué otras ideas ha puesto en marcha?

R. Soy Piscis y, en consecuencia, muy creativo. Siendo sincero, he hecho tantas cosas que he perdido la cuenta. He trabajado con Amazon cuando Amazon no era lo que es en 2023: curiosamente, muchos clientes han recibido mis productos sin saber que era yo quien estaba detrás de ellos. Diseñé una colección de joyas con cristales de Swarovski, un perfume para hombre y mujer, una colección de velas aromáticas, una marca de cosmética, una línea de ropa… Lo he llevado al margen de mi trayectoria como cantante. Por ello, cuando alguien se ríe de mí, me hace sonreír.

P. ¿Con qué compatibiliza la música?

R. Apoyar sin condición al colectivo LGTBIQ+ es otra de mis misiones. Asimismo, me fascinan las criptomonedas y los NFT. Me preocupa cómo la inteligencia artificial va a sacudir los cimientos de nuestra sociedad antes de lo que pensamos.

P. ¿Siente que la industria española le debe algo?

R. No. Estoy agradecido por cómo me ha tratado la vida. Continúo haciendo música para quienes disfrutan de ella y han caminado conmigo desde el principio. Mis seguidores siempre tendrán algo nuevo que escuchar mientras Dios, el universo, como lo quieras llamar, me siga dando salud. Lo tengo claro: si pudiera dar marcha atrás, volvería a hacerlo todo igual.