La esperada película de Napoleón

Ridley Scott estrena este viernes su versión del estadista y emperador francés, protagonizada por Joaquin Phoenix, que se suma a los dos centenares de filmes que han tratado de abordar su figura

El actor Joaquin Phoenix protagoniza Napoleón, la nueva película de Ridley Scott que llega a los cines este viernes.

El actor Joaquin Phoenix protagoniza Napoleón, la nueva película de Ridley Scott que llega a los cines este viernes. / INFORMACIÓN

Está próximo el estreno de la película del director Ridley Scott sobre Napoleón I que protagonizará Joaquin Phoenix, en una trama de cine épico-histórico que ya resultó con el mismo dúo un éxito en 2000 con cinco veces la oscarizada Gladiator. En aquella ocasión después de haber quedado en el olvido el sobado y anticuado género Peplum de romanos, se rescató para el cine con matrícula de honor esta temática. Ahora, tras más de 200 películas (196 hasta 2006, sin contar series en televisión) en las que Napoleón ha sido el centro o el entorno de la película, bien su vida, en todo o en parte, o bien alguna de sus batallas, llega el desafío de actualizar toda la vida del mito del militar venido de la nada como Bonaparte, que llegó a la política en tiempos convulsos de la Revolución Francesa y acabó coronándose como Napoleón I emperador de los franceses ( el emperador como representante de la voluntad general de los ciudadanos), y no de Francia como lo hacían los reyes (como si de un título de propiedad se tratase, que les daba el derecho a gobernar a los franceses sin su consentimiento). Napoleón ha sido solo por detrás de Sherlock Holmes el personaje más presente en la cinematografía, por delante incluso de Drácula que es el tercero o de Jesucristo el cuarto.

Hay muchas películas, sí, pero ninguna que refleje la vida militar, política y personal del emperador íntegramente. Las hay muy famosas,como la célebre Napoleón de cine mudo en blanco y negro de Abel Gance de 1927, que acaba en 1796 con la batalla de Arcole al principio de la primera campaña de Italia, aunque su autor tenía la idea de completarla con posterioridad con otras entregas que no llegó a realizar. Ya con voz hubo otras películas después con actores y directores famosos (María Walewska en 1937, en blanco y negro, con Charles Boyer y Greta Garbo; Désirée en 1954, en color, con Marlon Brando y Jean Simmons ) y muchas más, pero siempre centradas en aspectos parciales como los amores de Napoleón, alguna batalla o período como la campaña de Rusia o el retorno de Napoleón de Elba en 1815 y sus Cien Días. Hay que esperar a finales de los años 60 del siglo pasado para que un gran director del cine soviético afrontara la recuperación de Napoleón a lo grande aunque igualmente de modo parcial.

Serguéi Bondarchuk trasladó al cine en 1966-1967 después de siete años de trabajo, la novela de Tolstói Guerra y Paz, con el trasfondo del comienzo del dominio napoleónico de Europa en 1805 con la victoria de Austerlitz y que culmina con la invasión napoleónica de Rusia en 1812, que superó a la versión cinematográfica norteamericana de 208 minutos que en 1956 realizó King Vidor con actores de la talla de Audrey Hepburn, Henry Fonda, Mel Ferrer o Vittorio Gassman, que tuvo tres nominaciones a los Óscar y ganó un Globo de Oro. La de Bondarchuk, con una duración inicial de 507 minutos, fue reducida a tres versiones de 484, 401 y 390 minutos y dividida en cuatro partes para su visionado en cine (en Estados Unidos e Italia, en dos), fue todo un éxito y ganó en 1968 los más importantes premios de cine ( el Óscar a la mejor película extranjera e igualmente el Globo de Oro, el National Board Review y el Premio de Críticos de Cine de Nueva York). 

Tras Sherlock Holmes, Napoleón ha sido el personaje más presente en el cine, más que Drácula o Jesucristo

En esa película el propio Bondarchuk, que también era un consumado actor, interpretó el importante papel de Piotr Pierre Bezukhov. Fue una película espectacular, con muchísimas construcciones levantadas que se quemaron para recrear el incendio de Moscú, grandes perspectivas de campos abiertos, cámaras móviles terrestres y otras suspendidas en cables, alguna con desplazamiento en caída desde una torre de 15 metros, aviones y un helicóptero para las tomas en altura y miles de figurantes del ejército soviético. Baste decir que la batalla de Borodinó donde lucharon 275 000 rusos y franceses duró un solo día, que fue el más sangriento de todas las campañas napoleónicas, habría que esperar a la Primera Guerra Mundial para que en algunos días se superasen los caídos. Bondarchuk dedicó tres años a esta parte de la película y cuando aún no existían los efectos digitales reunió para los movimientos de tropas y la logística más extras y figurantes que los 15.000 de la escena de la carrera de cuadrigas de Ben-Hur de 1959, y ese récord con cerca de 20.000 (es falsa la cifra de 120.000 que circula por internet) no lo ha igualado ninguna película bélica (la película con más figurantes sigue siendo Gandhi y su funeral con 300.000, si bien con ropajes básicos sin el costoso equipamiento militar, sin movimiento y en una escena muy corta). Luego Bondarchuk dirigió en 1970 con el gran productor Dino de Laurentis la coproducción italo-soviética Waterloo, centrada en la primera caída de Napoleón, su retorno de Elba, el Imperio de los Cien Días y la decisiva batalla de Waterloo. Nuevamente, miles de soldados del ejército soviético, un famoso elenco de actores occidentales como Rod Steiger, Christopher Plummer y Orson Welles con espectaculares tomas aéreas, como la de la carga de caballería francesa contra los cuadros de infantería británica. La película tardó tres años en realizarse y no gozó del éxito que se esperaba, como también sucedió en 1963 con la Cleopatra de Mankiewicz, aunque el tiempo ha ido revalorizando la buena factura de ambas películas y Waterloo es una obra monumental.

Rod Steiger, en el papel del militar francés en Waterloo, de 1970, del director soviético Serguéi Bondarchuk.

Rod Steiger, en el papel del militar francés en Waterloo, de 1970, del director soviético Serguéi Bondarchuk. / INFORMACIÓN

La hija de Bondarchuck

Como vicepresidente de la Diputación y diputado de Hacienda, recuerdo que en noviembre de 2011 estando en Bruselas en unas jornadas de la Unión Europea para la captación de fondos europeos, cómo el entonces portavoz del PSOE en la Diputación Jaume Pascual y yo que lo era del PP nos desplazamos a 20 kilómetros a Waterloo, al campo de la histórica batalla, cuyo terreno está protegido urbanísticamente y donde hay varios monumentos conmemorativos, aprovechando un tiempo muerto, sin imaginar que llegaría a ser la famosa residencia del fugado independentista Puigdemont. Ya como diputado provincial de Cultura, el 17 de septiembre de 2017 se celebró en el Castillo de Santa Bárbara en Alicante la 3ª Edición del Festival de Cine Ruso Volna, donde se entregaron distinciones y galardones, entre ellos al técnico del Gabinete de Imagen de la Diputación Domingo Rodes. A punto estuvo de suspenderse el acto debido a una lluvia intempestiva y se pudo celebrar la gala trasladándola en un tiempo muy justo al interior del castillo en el Salón de Felipe II. A esa gala asistió la actriz y directora de cine Natalia Bondarchuk, a quien pregunté si era hija de Serguéi Bondarchuk el gran director de Guerra y Paz y de Waterloo y le añadí que yo era un gran admirador suyo. Me contestó que era su padre y que en los países del Este era muy recordado, pero le sorprendía que aquí alguien supiera quién fue. También recuerdo cómo a esas galas y semana de proyecciones de cine ruso acudían rusos y ucranianos compartiendo un acontecimiento considerado por ellos como común y es triste ver cómo actualmente hay una guerra de destrucción, entre quienes hasta hace poco estaban primero como hermanos dentro de la Unión Soviética y luego como primos cuando se independizó Ucrania. El propio Bondarchuk, que era de origen ruso, nació en el sur de Ucrania cuando existía la Unión Soviética.

Stanley Kubrick rumió un gran proyecto sobre la vida de Bonaparte, pero murió antes de poder llevarlo a cabo

El gran director Stanley Kubrick rumió un gran proyecto desde 1961 para dirigir y producir la gran película sobre Napoleón que aún no se había hecho contemplando toda su vida. Escribió su guión ese año y se pasó una década inventariando ubicaciones en varios países de Europa, objetos y mobiliario de palacios, edificios, uniformes y vestimenta para cada una de las escenas que fue bosquejando, pero a medida que iba perfilando más la película, su perfeccionismo le llevó a incrementar las necesidades y a elevar muchísimo más el presupuesto, que pasó a ser astronómico cuando entró a cuantificar entre 30.000 y 40.000 los figurantes de soldado que iba a requerir su realización. 

Ian Holm y Jack Nicholson

En 1970, a punto de arrancar la película tras haber ya hablado con Ian Holm y con Jack Nicholson para los papeles principales, y con Jean Simmons que había rechazado el de Josefina, con las dos películas recientemente distribuidas de Bondarchuk, hubo dudas sobre su viabilidad, bien por la saturación en la temática napoleónica o por su alto coste y el temor a no recuperarlo en las taquillas. El caso es que el proyecto se suspendió y Kubrick murió en 1999 sin poder realizar su sueño. 

Ahora otro gran director, Ridley Scott, ha tomado el relevo con la ayuda de la gran perfección de los efectos digitales y está en condiciones de realizar en 2 horas y 38 minutos una película global y total sobre Napoleón, en la que contempla en su desarrollo seis grandes campos de batalla y la vida del emperador. El título inicialmente previsto era Kitbag (La mochila del soldado) haciendo referencia a la frase de Napoleón de que todo soldado llevaba en su mochila un bastón de mariscal, con la que exaltaba el imperialismo francés y el ideal revolucionario de igualdad social, al manifestar que el mérito del soldado y no su nacimiento aristocrático iba a determinar los ascensos en el ejército. Finalmente el título escogido es Napoleón, que condensa mejor la idea global de la película. Ridley Scott tiene una doble responsabilidad, haber hecho su película y la película que no pudo hacer Kubrick. Ojalá que el estreno hoy en Estados Unidos y el viernes en España sean un éxito.

Post scriptum: Napoleón no era un hombre bajito, como se difundió en su época con caricaturas por sus adversarios, y sigue creyéndose popularmente en la actualidad. La causa de ello es que los soldados de su guardia eran mucho más altos. Medía 1,68 o 1,69 metros, según las dos autopsias que se le hicieron, y los franceses de su edad tenían una media de 1,55 metros.