Jorge Juan, el sabio español poco reconocido

La Fundación Mediterráneo cierra los actos por el 250 aniversario del marino alicantino con una conferencia este jueves de Emilio Soler sobre la expedición que permitió medir el meridiano terrestre

Imagen del científico y marino alicantino Jorge Juan

Imagen del científico y marino alicantino Jorge Juan / INFORMACIÓN

África Prado

África Prado

El historiador Emilio Soler no tiene ninguna duda: Jorge Juan es la figura más importante de la Ilustración española. Sin embargo, en el año del 250 aniversario de su muerte son pocos los actos realizados en su memoria en la provincia que le vio nacer hace 310 años, salvo los programados por el Ayuntamiento de Novelda y la Fundación Mediterráneo, depositarios del legado del científico alicantino que se exhibe de forma permanente en la Casa Museo Modernista de su ciudad natal y donde se han desarrollado diversas actividades por el aniversario. Hoy se cierran con la conferencia Jorge Juan en Quito de Emilio Soler, doctor en Geografía e Historia y antiguo profesor de Historia Medieval Moderna en la UA, que hablará a las 19 horas en el Aula de Cultura de Alicante sobre la aventura americana de Jorge Juan (Novelda, 1713-Madrid, 1773) a mediados del siglo XVIII y su participación en la Expedición Geodésica hispanofrancesa que permitió medir el meridiano de la Tierra y confirmar la forma achatada del planeta.

Esta proeza estuvo llena de aventuras y dificultades, de las que hablará Soler -autor de una de las biografías de referencia del marino, Viajes de Jorge Juan y Santacilia. Ciencia y Política en la España del siglo XVIII - esta tarde invitado por la Fundación Mediterráneo y donde incidirá en «los once años que pasa en América para participar en la expedición para medir el arco de la Tierra en la zona ecuatorial -había salido otra hacia Laponia- impulsada desde Francia, que necesita permiso de la Corona española para pasar por América, donde estaba establecido el Virreinato del Perú». El rey Felipe V, añade Soler, «recela de los motivos de espionaje de los franceses y mete a los ‘científicos’ españoles -en España no había científicos y recurren a la Academia de Guardias Marinas, el cuerpo de élite- Jorge Juan, entonces de 21 años, y Antonio de Ulloa, de 19».

El historiador relata que aunque al principio los franceses «se lo tomaron a broma», lo cierto es que los españoles «trabajaron muy bien en la misión de medir el meridiano», aunque su estancia en Quito, entonces perteneciente al Virreinato del Perú, «fue muy compleja: en una ocasión Jorge Juan tuvo que usar la espada para esconderse en una iglesia; en otra tuvo que viajar a Lima llamado por el virrey de Perú para defender la ciudad del asalto del comodoro inglés Anson».

Las mediciones concluyeron con éxito, «se conoce la forma y el verdadero tamaño de la Tierra y eso permite que los barcos, en función de meridianos y paralelos, no se pierdan en el mar», indica Soler, que señala que tras la misión «los franceses empiezan a discutir entre ellos y los españoles son los primeros en llegar a Europa y publicar los datos. Por ello, Jorge Juan fue nombrado miembro honorario de las academias científicas de Berlín, París y Londres». 

Libro de Jorge Juan tras su vuelta de América en la exposicion de la Casa Museo Modernista de Novelda

Libro de Jorge Juan tras su vuelta de América en la exposicion de la Casa Museo Modernista de Novelda / INFORMACIÓN

Tras su viaje publica varios libros -entre ellos, Observaciones astronómicas y físicas hechas en los Reinos del Perú y Noticias Secretas, que se publicó en España cien años después- sobre la situación de la América colonial, que había estado abandonada por las autoridades españolas, ya que «en los últimos 500 años de presencia española en América solo un rey las visitó y fue Juan Carlos I», acota Emilio Soler, que destaca que Jorge Juan descubrió a través de sus publicaciones «el Quito que se encuentra de mediados del siglo XVIII, con las diferencias entre los criollos (españoles nacidos allí) y los chapetones (españoles que llegaban a enriquecerse) y unos luchan por mantener su tierra y otros tratan de mantener la hegemonía española».

Emilio Soler

Emilio Soler / INFORMACIÓN

Espionaje naval

Su condición de académico en Londres también fue aprovechada a su vuelta para ser enviado como espía a la capital británica dos años -fue descubierto y salió a toda prisa del país- para conocer las claves del poderío naval inglés y traer a España a constructores navales para relanzar los astilleros españoles. «Sus libros, especialmente el Examen marítimo, fueron traducidos a numerosos idiomas y sirvieron de guía para la construcción de barcos», relata Soler, y todo ello le convierte en el sabio español, «en el personaje más destacado de la Ilustración española». Sin embargo, su reconocimiento no fue completo «porque a los científicos no les gustaba por ser militar y los militares no le valoraban por no haber hecho la guerra», apunta el historiador.  

Tampoco lo es suficientemente ahora.«Salvo en Novelda y Monforte, en Alicante solo le conocen por el nombre del instituto», lamenta Soler, que recuerda que el Museo Naval de Madrid le dedica una exposición hasta el 31 de marzo.