LA LEY DEL MAR

Supermanes de carne y hueso, la odisea de los pescadores de Santa Pola que recrea la serie de televisión "La ley del mar"

La tripulación del pesquero de Santa Pola Francisco y Catalina, al que este medio siguió hasta Malta para contar su gesta de rescatar a medio centenar de inmigrantes que ahora recrea la serie La ley del mar, actuaron convencidos de que solo hicieron lo que debían hacer 

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

El sol y la humedad caían a plomo sobre el puerto de La Valeta la mañana de julio de 2006 en que llegamos a Malta tras el rastro de unos pescadores de Santa Pola que llevaban varios días varados a escasas millas de la isla con medio centenar de inmigrantes a bordo, a los que habían librado de una muerte segura. 

Hasta esa gesta, a la que al principio le costó hacerse un hueco en periódicos e informativos y que ahora rememora la serie La ley del mar, poco sabíamos del Francisco y Catalina; ni de Pepe Durá, su reservado y altruista patrón; ni de los nueve marineros santapoleros y gallegos que componían una tripulación que, sin fisuras, no dudó en aplicar esa «ley del mar» que obliga a no mirar a hacia otro lado cuando alguien, en ese medio, precisa ayuda. 

Había trascendido que los pescadores llevaban sin faenar desde que una patera se cruzó en su camino y que en la embarcación de Santa Pola, con capacidad y comida para once personas, se compartía todo entre las más de sesenta almas que la ocupaban en esos momentos, incluida una niña a la que entretenían con un vídeo de La Sirenita que habían encontrado extraviado por el barco.

Tormenta perfecta

Tras la angustia por una solución que no llegaba debido a una tormenta perfecta (la inhumana postura de Malta contraria siquiera a la bajada a tierra de los inmigrantes, los titubeos iniciales del Gobierno español y el perfil del que se puso la UE), la auténtica noticia para nosotros (me acompañaba mi colega y amigo Rafa Arjones) no fue el desembarco que acabó con esas jornadas de incertidumbre para todos y de paro forzoso además para la tripulación

La verdadera recompensa fue conocer más a fondo a unos héroes que, lejos de considerarse protagonistas de una hazaña humanitaria que ya entonces escaseaban, no desaprovechaban el momento para quitarse importancia y repetir a quienes querían escucharles que «de héroes, nada», que «héroes eran Superman o Spiderman» y que ellos eran «de carne y hueso». 

Una humildad santo y seña de todos ellos que aún era más visible cuando, en las horas posteriores al desembarco, ya con los medios de comunicación volcados en su historia y mientras compraban provisiones para rellenar la despensa y volver de nuevo al tajo, algún maltés les reconocía y levantaba el pulgar o les hacía la señal de la victoria. «Pero si no hemos hecho nada», insistía el alter ego de Luis Tosar, «solo lo que debíamos hacer».

Exactamente lo mismo que hizo su hijo Pascual cuando, doce años después y al timón del Nuestra madre Loreto, se encontró en la idéntica situación en esas mismas aguas. Y resulta que también es de carne y hueso.

Los peajes de la ficción: Ni Pepi bebe ni nunca pensó separarse de su marido

Basada en la proeza humanitaria de la tripulación del Francisco y Catalina, la serie La ley del mar ha introducido en el relato elementos que no se ajustan fielmente a la realidad pero cuya incorporación está justificada al tratarse de una obra de ficción. A saber. Ni Pepi Irles, la mujer de Pepe Durá, el patrón y con quien lleva desde hace casi cuatro décadas, pensó nunca separarse de él; ni le gusta el alcohol, que no prueba ni por casualidad; ni la familia ha estado a punto de perder la embarcación por las deudas, tres historias que se recrean en la obra de Alberto Ruiz y que ha hecho que más de un vecino de Santa Pola pregunte intrigado a los protagonistas reales por unos «hechos» que, pese a conocerlos de toda la vida, desconocían de ellos. Tampoco Durá fue detenido en el transcurso de esta gesta ni los guardacostas malteses, aunque lo pusieron difícil, la emprendieron en ningún momento a tiros con el pesquero santapolero.