Héctor Alterio: "No sé cuánto va a durar Milei en el poder, pero estoy deseando que termine"

El actor argentino recibe ilusionado este sábado el Premio de Honor del Festival de Cine de Alicante, ciudad que le descubrió el Mediterráneo

A sus 94 años y tras protagonizar cerca de 200 películas, afirma: "Actúo porque no tengo otro remedio, pero lo hago con honestidad"

Héctor Alterio

Héctor Alterio / Facundo Pechervsky

África Prado

África Prado

¿Ilusiona un premio a un "principiante" como usted?

¡A ver qué hago! (ríe). Son muchos años y sí hace ilusión. Son compensaciones que realmente satisfacen mucho y posibilitan recuerdos y momentos... Una cantidad de cosas que hacen que esté en disponibilidad de recibir un premio. Eso me lo establezco yo mismo (ríe).

Dice que Alicante fue el primer lugar de encuentro con el Mediterráneo. ¿Cómo fue?

Hace muchos años que no he ido por Alicante. Llegar allí fue como encontrarme con un momento de mi vida, que no puedo establecer pero de hace muchos años, y eso me conmovió, me movilizó y me hizo estar bien en el mejor sentido de la palabra. Me sentía enormemente satisfecho de lo que hacía yo y eso no ocurre siempre, y ocurrió de manera tan real, tan al alcance de la mano, que fue un regalo inesperado y maravilloso. Además, el mar trae muchas cosas, que van y que vienen, como las olas, a veces de manera exagerada y otras de una pasividad y una ternura que cuando entra en tierra... No encuentro palabras para describir las sensaciones que yo tengo cada vez que veo el mar. Es un doble placer que me entreguen un premio del festival y que me lo entreguen allí en Alicante.

Vino a España en los años 70 a presentar La tregua y se quedó al recibir amenazas de la Triple A argentina. 

Me quedé anclado aquí porque no tenía posibilidad de volver a mi lugar de origen: Nací en Buenos Aires, pero se me cerraban todas las puertas, era imposible. Con el tiempo uno encuentra la manera de describirlo, pero lo que sucedió, sucedió, y a lo mejor no me afecta ahora como me afectó en ese momento, pero tengo que contarlo y lo cuento. Y no quiere decir que me haya olvidado, aunque la sensación varía un poco.  

¿Le ha tratado bien nuestro país?

Estupendamente. De pronto tengo recuerdos imborrables de gente que te ayuda desinteresadamente -esa palabra que viví de manera tan real-, que una mano desconocida de pronto te dé dinero en un momento en el que lo necesitaba porque no tenía ni para el agua... ¡Buah!... De repente recuerdo eso y siento cosquillas en el corazón.

"Es un doble placer que me entreguen un premio y que me lo entreguen allí, en Alicante"

En esa época pudo trabajar con grandes directores. ¿Cómo lo recuerda?

Sí, de pronto se presentaban directores con los que yo ni soñaba trabajar y me ofrecían trabajo a mí para salir del paso y no tener que deambular. 

Algo tendría que tener usted para hacer películas con Jaime Chávarri, Pilar Miró, Gonzalo Suárez, Carlos Saura...

Algo habría, pero no me lo quiero imaginar. Lo único que puedo decir es "gracias y gracias" porque era gente que yo no había visto en mi vida, ¿me entiendes?. Les debí de haber provocado algo en mi actitud, mi trabajo, mi historia, lo que me había ocurrido en ese momento, que estaba totalmente paralizado porque no me podía mover. Me dijeron que no se me ocurriera tomar un avión o un barco de vuelta a mi país porque si no era hombre muerto. No me lo decían así, concretamente, pero me decían que me iba a arrepentir. Son muchos años mi vida. Tengo 94 años, soy muy mayor, y afortunadamente tengo una compañera, mi mujer, que me ayuda en todos los sentidos y con eso me he quedado. Cuando yo no pude volver a Argentina fue ella la que me vino a buscar para quedarse aquí conmigo. Esa actitud de apoyo, de mano sobre mi hombro, aún hoy te lo cuento y me hace sentir muy bien.

Precisamente ahora con su mujer habla de su vida en Una pequeña historia, que acaba de estrenar en el teatro.

Sí, está escrita y dirigida por mi mujer, Ángela Bacaicoa, y es un placer enorme que el público recibe muy bien. Estamos con ella saliendo adelante.

Aquí se quedó con su familia, pero no ha dejado de trabajar en Agentina también.

Volví cuando vislumbré y me reaseguraron que no me iba a pasar nada, ya habían pasado muchos años, no recuerdo cuánto pero bastante, tanto que no reconocían ni el sonido de mi voz. Había cambiado para el oído de los argentinos a los que yo dejé: "¿Pero cómo me hablás así?", me decían. (ríe). Pero fue bien. La generosidad de gente que te apoya de forma espontánea la viví de manera profunda y estoy agradecido también por ello. 

¿Ve con preocupación la situación en Argentina con Javier Milei?

Bueno, día a día lo estoy viendo. No entiendo dónde va a llegar Milei, no sé realmente hasta dónde puede llegar. Me hago mala sangre y es inevitable y fíjate que yo eso lo hago ahora a muchos kilómetros de distancia y con muchos años de distancia; todo tiene una variante distinta. No puedo decir con precisión cuánto tiempo va a durar Milei en el poder, pero estoy deseando que termine.

Dice usted que no dejará de interpretar nunca mientras pueda.

No tengo otra posibilidad. Es así. La gente se acuerda de mí, me ofrece trabajo, el público me recuerda y son cosas gratificantes que me permiten seguir adelante a pesar de mi edad.

Tener que aprenderse tantos textos...

(...) Los aprendo, los aprendo sin problema

... es un salvoconducto para mantenerse activo como actor. 

Sí, el resultado está en lo que recibe y devuelve el público y la atención con la que me escuchan, que es algo realmente conmovedor. 

¿Siente el cariño del público?

También, también.

Usted, como Federico Luppi, Luis Brandoni o Norma Leandro ¿han marcado camino a otras generaciones de actores?

No sé. Yo actúo y hago lo que hago porque no tengo otro remedio, pero lo hago con honestidad. Si eso sirvió para otro, mejor (ríe), pero no lo hago con el objetivo de solucionar problemas, no, no. Lo hago por honestidad.

"Volví a Argentina después de mucho tiempo, tanto que no reconocían ni el sonido de mi voz"

Hay sagas familiares de intérpretes argentinos: los Alterio, los Botto, los Darín...

Mientras los Alterio no se transformen en alterioesclerosis está bien (ríe).

¿Está orgulloso de que sus hijos siguieran sus pasos?

Sí, sí. Fíjate, que a Malena le puse nombre de tango, y el segundo también (Grisel), y la sellé para toda la vida (ríe), pero está haciendo un trabajo de interpretación maravilloso. Y mi hijo Ernesto, mayor que ella, oto tanto. Son distintos, trabajan desde otro enfoque, pero de cualquier manera los dos reciben la respuesta del público que a mí me pone contento, y a mi mujer también.

Después de cerca de 200 películas, ¿se queda con algún papel? 

Son tantos que es imposible, y además me olvido de algunas películas. Necesitaría un par de días para responder a eso y dar trabajo a la memoria. Son muchos años y he tenido muchísimos trabajos distintos, con distinto resultado, pero me he encontrado con actitudes de generosidad que ni se me hubiera ocurrido pensar que existían y eso me ayuda y me pone de pie.

Va a compartir homenaje con Javier Fesser y Javier Pereira en Alicante. 

Un abrazo para ellos dos. Ojalá sea pronto.

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