En Hogueras juegan la Bellea del Foc y sus damas el partido más importante de su vida festera, y tienen hoy su día grande. En la cancha, las alicantinas del Xaloc femenino de fútbol sala demostraron ser las mejores a lo largo de una temporada que sellaron con el ascenso a División de Honor. Son veinte mujeres, siete de ellas de fuego y trece de pase y regate, que unieron sus destinos por unas horas para reivindicar la igualdad total. La convicción de que el sexo femenino puede hacer cualquier cosa que se proponga es su bandera.
Fue una jornada de empoderamiento y de fusión entre la Fiesta y el deporte. Como dijo la Bellea, Isabel Bartual, al término del rondo en el que tuvo la oportunidad de departir con la capitana del Xaloc, Laura Bonmatí, «están demostrando tener mucho valor y lo pueden hacer exactamente igual que los chicos. Por tradición, los equipos que más se han valorado han sido los de hombres, y a los femeninos no se les da tanto reconocimiento. Lo que han conseguido sin tanto apoyo tiene doble mérito».
La Bellea, gran amante del fútbol y del Hércules, reivindicó una vez más la importancia de la igualdad en todos los ámbitos entre hombres y mujeres. La idea preconcebida de que el fútbol es de hombres no cabe en las bolsas de deporte de las chicas del Xaloc ni en el pensamiento de la corte de mantillas de novia alicantina: siete «fichajes» de fuego que quisieron compartir el último entrenamiento de las campeonas antes del fin de una temporada gloriosa y felicitarlas en persona.
En las dos horas de juego y carreras con el balón, de pases, recepciones y tiros a portería hubo tiempo para las confidencias entre las dos capitanas, la del balón y la del fuego. La Bellea habló a la jugadora de sus sentimientos por las Hogueras de Alicante y la futbolista le confesó lo contentas que están de su gesta y el propósito de buscar nuevos patrocinadores que les permitan viajar por España en División de Honor. Ese ascenso es para el Xaloc un sueño, «algo que hemos estado persiguiendo y trabajando muy duro todo el año», dijo la capitana, nacida en Totana hace 26 años e ingeniera de profesión, que afirma que la visibilización del deporte femenino en general y del fútbol sala en particular está mejorando «pero aún queda mucho camino».
Gol a la discriminación
La capitana del Xaloc empezó a jugar al fútbol a los 9 años en un equipo de chicos y cuenta que se sentía discriminada. «Fue muy duro y dejé de jugar», recuerda. Hasta que a los 13 años (tiene 26) se enroló en un equipo de chicas. Hace siete años llegó al conjunto alicantino. «Estoy feliz, sobre todo con el ascenso».
Unidas, deportistas y festeras quisieron meterle un gol a la discriminación que aún sufren los equipos femeninos con respecto a los masculinos. Porque pese a sus triunfos y a que el fútbol de chicas vive cierto auge sigue a años de luz del de hombres, sobre todo en lo económico: para ellas tener un sueldo que se corresponda a sus éxitos con el balón es aún una quimera.
Estas jugadoras son amateurs. No pueden vivir del fútbol. Trabajan y/o estudian, viven en distintas localidades de la provincia (Alcoy, Elche, Ibi, Salinas) y cuando terminan sus jornadas se reúnen en Alicante para entrenar durante dos horas. Acaban más tarde de las once de la noche. Tenían en su grupo tres equipos de Cataluña y tres de Aragón: esto suponía desplazamientos de 1.200 kilómetros el fin de semana. Se levantaban a las seis de la mañana, comían en el camino, jugaban el partido y volvían a casa en el día. Así durante casi once meses.
Las trece «mujeres del viento», (es lo que significa xaloc), se lo pasaron en grande con las chicas del fuego, vestidas con la segunda equipación de las futbolistas, la roja, muy adecuada para las representantes de las Hogueras. Las jugadoras dejaron a las festeras marcar dos penaltis, que salieron de las botas de Alba Martínez Montero, la Dama del Foc bailarina profesional, que ha competido en hípica, doma y salto. La Bellea tiró a puerta y probó bajo los palos. De niña jugaba al balón en el recreo pero lo suyo era el patinaje.
De la corte del fuego, Gema Lledó también hizo sus pinitos con el fútbol en el cole. A Alba Martínez López le gustaría que se le diera la importancia que tiene al fútbol femenino. Andrea Rodríguez,que hace gimnasia y crossfit, considera que aún se minusvalora el fútbol femenino y afirma que lo vería por la tele si se emitiera. Ana Esquerdo, amante del voley, cree que el fútbol femenino conseguirá su sitio paso a paso; y Sonia López aboga por dar más importancia al deporte de la mujer. «Es digno de admirar y de gran mérito lo que han conseguido estas chicas, que tienen sus vidas y estudios y sacan tiempo para jugar», dijo. De esa disciplina hicieron gala en el partidillo con las Belleas pues, pese al ambiente festivo, las futbolistas, una a una, tuvieron su charla con María Molina, la entrenadora que las ha ascendido dos veces en cuatro temporadas, primero a Segunda hace dos años y ahora a División de Honor.
Un convenio
La entrenadora, de 33 años, fue antes jugadora en el equipo de la Universidad. El futbol sala es su pasión, pese a ser consciente de lo complicado que es para las mujeres ganarse la vida con este deporte. «Las jugadoras compiten por amor al arte, nadie cobra, todo el mundo lo compagina con estudios, trabajo, familia. Es un reto poder entrenar».
Considera que falta profesionalizar el fútbol femenino mucho más, darle visibilidad, «que los medios nos abran hueco en sus informativos y en sus páginas, porque a veces la gente no viene a vernos porque no nos conocen». Los primeros pasos los está dando la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala Femenino, que negocia un convenio colectivo para que las jugadoras tengan sus derechos reconocidos, estén dadas de alta y pueda vivir del deporte porque «la brecha con el deporte masculino es enorme».
«La gente cuando nos ve jugar se queda sorprendida, comenta: qué nivelazo, y se enganchan. Piensan que por ser mujeres no sabemos jugar tan bien como los hombres y se llevan una enorme sorpresa», comenta. Aunque no ha sentido actitudes machistas ni como jugadora ni como entrenadora, piensa que aún se desprecia un poco el deporte femenino. «Están ayudando mucho deportistas como Mireia Belmonte o Carolina Marín. Porque parece que si no lo hace un hombre no está igual de valorado».
El Xaloc entrena tres veces por semana y juega los partidos en el Pitiu Rochel. Tiene trece jugadoras, entre 33 y 19 años, aunque el equipo inicial es un quinteto. La más veterana es Miriam Martínez, una administrativa de Alicante que se levanta a las 6 de la mañana para ir a trabajar pese a acabar los entrenamientos a las once de la noche. «En la urbanización donde vivíamos solo había niños y jugaba con ellos», dice sobre sus inicios.
Aida Coves, de 29 años, y de Elche, camarera de profesión, jugaba en el cole hasta que fue descubierta por un entrenador, y eso que sus padres no querían. «Me decían que el fútbol es para niños, que hiciera gimnasia rítmica». Justo lo contrario le ocurrió a Jezabel Pérez, enfermera de 29 años, que ha acabado la temporada lesionada. «Mi abuelo, mi padre, mi tío jugaban al fútbol sala y no tuve ningún problema». Empezó con un equipo de chicos en Alcoy, y el entrenador de un equipo femenino la descubrió.
De Elche son también Lidia Vicente, de 20 años, y monitora de ocio y tiempo libre, y Laura García, de 22 y estudiante de Podología. «A los 3 años cogía un balón y me ponía a jugar. Mi madre me entendió y me apuntó pronto», cuenta la primera, que empezó con niños y que cuando por edad no pudo seguir se pasó al femenino. En su caso, los chicos «siempre me aceptaron superbien», afirma.
A Laura su madre le dio el empujón porque «me daba vergüenza relacionarme». Opina que se vive una corriente de esperanza: «a raíz de que el fútbol femenino sale más en la tele la gente llena estadios. Es posible que los patrocinadores, a medio plazo, se interesen». Teresa Cuadau, valenciana de 21 años y publicista, destaca que por primera vez «ha salido un equipo que ha hecho contratos de profesionales y nos está visibilizando». Otra ilicitana,Toñi Gonzálvez, de 32 años, fisioterapeuta, empezó jugando al balonmano. «Cuesta compatibilizar los horarios con los entrenamientos. Lo ideal sería que nos pudiéramos profesionalizar. Venimos de Alcoy, de Elche, llegamos a las 12 de la noche a casa». «Se dan pasos pero falta que la sociedad se dé cuenta de que las mujeres podemos hacer cualquier deporte», apunta Eva Ortiz, de 30 años, cajera, también de Elche.
Cuando María Valenzuela, de 26 años y monitora de comedor en Alicante, pasó al instituto, vio que no había actividad extraescolar de fútbol mixto y buscó un equipo femenino. «Siempre había un Pepito Grillo que decía que las chicas no podrían llegar al nivel de los chicos jugando al fútbol. Ahora les puedo decir que son ellos los que no han llegado al nivel de la máxima categoría del fútbol sala como nosotras». Elena Sanchís, de 23 años y de Salinas, afirma que pese al auge del fútbol femenino aún «existen grandes diferencias presupuestarias» con el masculino. Estudia Magisterio, como su compañera Claudia Marín, de 22, que viene de Cocentaina. Asegura que en los colegios cada vez hay más equipos mixtos y de niñas, «se intenta educar a los menores en que no hay diferencias y en que chicos y chicas pueden jugar al fútbol por igual». La más joven, Paola López, de 19 años y de Ibi, también es de Educación Infantil. A ella la discriminaban sus amigas en el cole, «era la única que jugaba al fútbol con chicos pero ahora no pasa eso. Se va progresando». Las futbolistas suelen ir a las mascletàs, territorio de las Belleas, que la próxima temporada podrán verlas jugar gracias al abono que les ha regalado el club.
Su presidente, Vicente Oncina, jurado en 2012 de la elección de Elena García Caballero como Bellea del Foc, dijo que la idea es seguir promocionando el fútbol sala femenino, con los equipos B y C, en categoría autonómica, y un clínic de niñas.
«Visibilizar el deporte femenino cuesta mucho. Tienes que conseguir un ascenso para que se te vea por la idea preconcebida de que el fútbol es cosa de chicos, algo que en EE UU es al revés, el soccer de chicas es más popular. Ahora están en una nube. Un porcentaje muy bajo de mujeres ha conseguido estar en la élite. Van a jugar la Copa de la Reina, se darán los partidos por la tele y es un nivel diferente sin llegar a ser profesionales». Un año de ensueño para las 20 chicas que bien valió un manteo final: el de la capitana del Xaloc.
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