Final desabrido, ingrato, injusto, inmerecido. Salida falsa, innoble, forzosa, a empujones, por la puerta de atrás. Punto final triste, más de lo soportable, adiós a la última gran figura del baloncesto en Alicante de la peor manera que se puede imaginar: a través de un tibio comunicado, escueto, inanimado, carente de toda dignidad institucional. El HLA rescindió anoche de manera unilateral el año que le restaba de contrato a Pedro Llompart, el último superviviente de una estirpe de lucentinos que desaparece con él.

«El Lucentum Alicante comunica que Pedro Llompart no continuará en el club la próxima temporada. Desde el Lucentum queremos mostrar nuestro agradecimiento a Pedro Llompart por la profesionalidad y entrega mostradas durante el tiempo en el que ha formado parte del club, siendo un jugador fundamental en el crecimiento deportivo de la entidad en los últimos años». Con esas palabras finiquitó el club que ahora dirige en su parcela deportiva Luis Arbalejo el vínculo contractual con el base mallorquín. 

Casi tres meses después del final de la Liga, el club acaba con la segunda etapa del director de juego que más partidos ha disputado con la camiseta del Lucentum: 214 según las estadísticas oficiales. 72 de ellos los ha jugado en las tres campañas que ha completado en Alicante después de sumarse en 2019 a un proyecto por el que renunció a ganar poder adquisitivo en otro destino para regresar a casa y contribuir al renacer del club de su vida.

En el árido texto en el que se anuncia la rescisión de Llompart no se especifican los motivos por los que la entidad que ahora gestiona Daniel Adriasola rompe el acuerdo con el jugador, que ya estaba perfectamente restablecido de las molestias físicas que le impidieron jugar el tramo final de la fase regular después de, por voluntad propia, forzar en un encuentro de Liga –saltándose el consejo médico– para poder ayudar al equipo a alcanzar una meta que sin él se tornó imposible: la clasificación para el «play-off».

Pedro Llompart, al que no ha superado en la cancha ningún base lucentino pese a sus cuatro décadas vividas, ni siquiera los más jóvenes, no entra en los planes de la nueva dirección deportiva y por eso se ha tomado la decisión unilateral de liquidar el año que aún le restaba como profesional. El equipo, que hoy jueves inicia los reconocimientos médicos, empieza a trabajar con el nuevo técnico, Rafa Monclova, que no tendrá sobre el parqué al último gran ídolo de la grada del CT, el hombre que fue capaz de ponerlo en pie cuando el orgullo de pertenencia era un valor diferencial.