ADIÓS A UN MITO

Lydia Valentín: lo que hay detrás de la referente española en halterofilia

La triple medallista olímpica deja su carrera deportiva tras no recuperarse de su última lesión de cadera

Este es el vídeo con el que Lydia Valetín se despide de la halterofilia

PI Studio

Isabel Guillén

Lydia Valentín ha puesto punto final a su carrera deportiva este jueves en un acto lleno de emoción en la sede del Comité Olímpico Español. La triple medallista es la primera deportista española en ganar una medalla olímpica en halterofilia. Valentín se retira, a los 38 años, tras no recuperarse de una lesión de cadera que la dejó sin competir en su último Mundial y sin poder participar en sus quintos Juegos Olímpicos en París, donde tenía la ilusión de ser la abanderada.

Aun así, la leonesa se marcha feliz por su carrera y orgullosa de haberse convertido en un referente. "En algún momento hay que cerrar. Tengo 38 años y los deportistas no somos eternos. No ha aparecido un momento de debilidad. Me encanta todo lo que he vivido", decía en su despedida.

Lydia Valentín en Tokio.

Lydia Valentín en Tokio. / EP

Inicios duros

Lydia Valentín se crió en Camponaraya (León) y es hija de padres adolescentes que siempre la han apoyado, ya que desde pequeña jugaba a simular que competía en unos Juegos Olímpicos, entusiasmada viendo los de Barcelona 1992. Además, destacaba en todos los deportes, en especial el baloncesto.

Con 11 años, mientras entrenaba entre canastas, Isaac Álvarez, director del centro de su ciudad, se fijó en ella y la invitó a probar con la halterofilia, un deporte que solo entrenaban hombres. La leonesa no tardó en destacar, ya que no le costaban las posiciones incómodas y cogía técnica con facilidad.

Precisamente a los 11 años, tuvo que ser operada y estuvo meses hospitalizada. Lydia habia sufrido infecciones en sus vias urinarias porque la uretra no le funcionaba bien y volvia a sus riñones. Ella mismo lo explicó en una entrevista en la Cadena Ser. Fueron meses en los que entrenaba sumida en cicatrices que le acompañan de por vida y que le dificultaron su progreso, justo al iniciarse en este deporte.

Otro revés llegó a su vida cuando a los 12 años tuvo que cambiarse de colegio al pasar a la ESO. Esto dió inicio a una época complicada, ya que la llamaban chico y se burlaban de ella. A pesar de ello, la medallista no tardó en destacar gracias a su carácter y continuó con sus entrenamientos.

Con 15 años ya era doble campeona de España infantil y la Federación de Halterofilia le ofreció trasladarse a la Residencia Joaquín Blume para deportistas de élite españoles, donde entrenó hasta convertirse en una de las mejores halteras del mundo. Una decisión que le costó aceptar a su familia, sobre todo a su padre, para quién era demasiado pequeña para marchar a Madrid.

Tres veces medallista, aunque solo subió al podio en Río

Valentín fue una valiente y pionera de su época, ya que destacó en un deporte corrompido por el dopaje y lleno de hombres. De hecho, la continuidad de la halterofilia en los Juegos Olímpicos está siendo cuestionada precisamente por este asunto.

De sus tres medallas olímpicas, sólo el bronce en Río en 2016 lo recibió en el podio. Las otras, el oro de Londres 2012 y la plata de Pekín 2008, las recibió según iban descubriéndose los casos de dopaje de sus rivales. Para ello tuvo que esperar incluso años, pues el Comité Olímpico Internacional guarda muestras de las deportistas para repetir los análisis con métodos de última generación y descubrieron sustancias prohibidas que provocaron la descalificación.

La haltera acumula un palmarés brillante: dos títulos mundiales (2017 y 2018), cuatro oros europeos, cinco platas y dos bronces. La última vez que se vieron sus muñequeras fue en los Juegos de Tokio, arrastrando sus problemas de cadera, y donde acabó décima.

Una seña de identidad clara

Unas muñequeras rosas y un corazón, así la recordarán sus fans. Se trata de un gesto que empezó por casualidad, cuando Lydia Valentín gano la medalla de bronce en Río 2016 y dejó en el suelo los 141 kilos que había levantado. Fue entonces cuando posó haciendo un corazón con las manos. Gesto que se ha convertido en su seña de identidad desde entonces.

Desde pequeña tenía carácter, personalidad y unas ganas de triunfar que no le quitaron ni las cicatrices ni las burlas. "Prefiero cuidar mi salud porque tengo una vida por delante", decía en su despedida. Una personalidad que ha utilizado para defender la normalización de la mujer y su diversidad de cuerpos en la halterofilia. "Me gusta que la gente vea que hay muchísimas chicas totalmente normales que practican halterofilia. No hay un prototipo de cuerpo. El deporte va por categorías de pesos y te encuentras a una chica alta, a otra baja, a otra gordita, a otra flaquita, a otra muy fuerte...”, explicó en una entrevista para el podcast de Olympics.com.

Lydia Valentín.

Lydia Valentín. / Agencias

Lydia es hincha del Atlético de Madrid. Fan del Cholo Simeone, la haltera se identifica con el espíritu del club: "Soy del Atlético por su espíritu luchador, por su alma de equipo y no de un grupo de estrellas. Ese afán de garra y superación me cautivó definitivamente".

Se marcha una de las mejores deportistas de este país, pero deja un legado que ha abierto las puertas a muchas niñas. Bien lo sabe ella: “Mi futuro será de éxito porque los valores del deporte me han curtido”.