Fútbol

Los hermanos Williams, el orgullo del Athletic

Clasificados para la final de la Copa del Rey, el éxito de los dos futbolistas tiene detrás la historia de sacrificio de sus padres, que llegaron a España tras saltar la valla de Melilla

Nico e Iñaki Williams celebran un gol ante el Atlético de Madrid.

Nico e Iñaki Williams celebran un gol ante el Atlético de Madrid. / EFE

Arnau Segura

Les contaron a sus hijos que habían venido en avión. Le contaron a la policía que venían de Liberia. Pero no era cierto: ni lo primero ni lo segundo. Comfort y Félix, originarios de Ghana y padres de los hermanos Iñaki y Nico Williams, se conocieron en un campo de refugiados y cruzaron el desierto a pie, entre un cielo abrasador y un suelo abrasador: todavía tienen marcas en los pies. Fueron estafados y tuvieron que beber su orina para sobrevivir y dejaron cadáveres atrás. Y saltaron la valla de Melilla. Una vez en suelo europeo rompieron sus documentos de Ghana, siguiendo el consejo de un abogado: les dijo que la única opción para poder pedir asilo y no ser deportados era decir que venían de un país en guerra. Por eso le contaron a la policía que venían de Liberia.

De Melilla llegaron a Bilbao en tren. Era un día de finales de abril de 1994. En la estación les esperaba Iñaki Mardones, un voluntario de Cáritas que estaba terminando sus estudios de Teología. Tenía 25 años. Tiene grabada la imagen de Comfort -, María tras su llegada a España- y Félix en el andén, junto a sus maletas. "Recuerdo ver incertidumbre e incluso miedo en sus caras", relata. Caminaron los tres juntos hacia una pensión, en silencio. "Yo solo pensaba: 'Joe, imagínate que te tocara vivir esa situación a ti'", enfatiza. Era su primera acogida de este tipo. No la olvidará nunca. Comfort estaba embarazada de siete meses. Había saltado la valla de Melilla embarazada sin saberlo.

En un piso de acogida

También fue quien les llevó a un piso de acogida. Estaba en ese piso, de visita rutinaria, el miércoles 15 de junio de 1994. Comfort empezó a notar contracciones y fueron en taxi al hospital: Comfort y Félix detrás y él delante. Él pagó el taxi. "El momento en el que se encontraron los tres vez fue un gran momento", suspira sin saber hallar las palabras para definirlo. Al cabo de unos días le preguntaron si podían ponerle Iñaki, por él. "Fue un gran honor. Una gran alegría. 30 años después sigo sintiendo que es el mayor regalo que me han hecho en mi vida", dice, emocionado, desde Bilbao.

Al cabo de unos meses, en otoño de 1994, Iñaki, ya ordenado diácono, bautizó a Iñaki. Él fue quien le regaló su primera camiseta del Athletic Club, marca Kappa. Cuando le quedó pequeña le regaló la segunda. La familia ya se había trasladado a Sesma, una pequeña localidad navarra donde el padre trabajaba en una granja de cerdos. Después se instalarían en Pamplona y después el padre se marcharía solo a Londres para buscar trabajo. Comfort trabajaba de todo, de lo que fuera. En Pamplona nació Nico, el segundo hijo del matrimonio

A Iñaki, el chándal de su primer club, el Club Natación Pamplona, se lo compró su entrenador, Javier Serrano. "Yo era estudiante y no había mucho dinero, pero para pagar un chándal tenía", dice. "Tenía esa pena dentro de pensar que podía perderse porque estaba siempre en la calle con gente mayor. No tenía ejemplos en casa. Porque el padre estaba en Inglaterra y la madre estaba todo el día trabajando", asegura. Recuerda que más de una vez fue con él y sus amigos. Un día les acompañó a un torneo de aficionados: él no llegaba a los 10 años y ellos superaban los 20. "En el fondo nos veía como su familia", añade. Un día jugaban la final del Campeonato de Navarra contra Osasuna y Serrano tenía que recogerlo en casa: "No lo encontraba y me recorrí un parque hasta dar con él". Lo iban a buscar para llevarlo a entreno y lo traían de vuelta: "Si no iba uno iba otro. Al principio había días que no podía ir nadie y no venía".

"Padres adoptivos"

Mario Velaz, técnico del Club Deportivo Pamplona, segundo club de Iñaki y Nico, llevaba a Nico en su Renault Scenic gris cada día que había entreno, ida y vuelta. Nico compartía equipo con su hijo Álvaro. "La amistad era tremenda y la relación, muy intensa. Nico estaba siempre en casa. Se quedaba a comer, a cenar. A dormir. Los otros padres nos decían que éramos los padres adoptivos. Estaba todo el día con nosotros", afirma. "Siempre estaba alegre, con una sonrisa. Excepto cuando veíamos películas de miedo en casa. Se cagaba. Era muy miedoso", sonríe. Un verano incluso tenía que ir con la familia de vacaciones a Mojácar (Almería), pero justo fichó por Osasuna. Su hijo no fue nunca a casa de Nico, como máximo una vez. Iñaki ha recordado en entrevistas la sensación de llegar a casa y que no hubiera agua, comida o luz.

Ni en el Club Natación Pamplona ni en el Club Deportivo Pamplona recuerdan haber visto a los padres en los partidos. Acaso una o dos veces por año: trabajaban. El presidente del Club Deportivo Pamplona, Manolo Larumbe, cuenta que cuando preguntaba a los niños que querían ser de mayores Iñaki siempre decía futbolista de Primera: no bombero o policía como los otros niños. A los 14 años le prometió a su madre que sería futbolista. Y lo han logrado los dos hermanos. No solo lo han logrado, sino que se han convertido en dos de las estrellas de LaLiga. Nico jugará la Eurocopa de este verano con España e Iñaki jugó la Copa África de este invierno con Ghana. Se nacionalizó para homenajear sus raíces.

Ambos jugarán la final de la Copa del Rey, después de eliminar al Atlético de Madrid con un gol de cada uno. Iñaki marcó a pase de Nico y Nico marcó a pase de Iñaki. Y en algún punto de Bilbao un religioso, Iñaki Mardones, gritó y celebró los dos goles. "Cada vez que oigo nombrar a Iñaki lo vivo con una emoción muy especial. Justo ayer les contaba la historia a una comunidad de hermanas. Son referencia por su historia y porque mucha gente se puede ver reflejada e identificada con ellos", acentúa con alegría.

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