Momentos antes de escribir estas líneas he tenido la buena noticia de que la suma de los embalses de Entrepeñas y Buendía superaba los 400 hm3, por lo que la puesta en marcha del Tajo Segura, paralizado para el riego desde el mes de mayo del año pasado, podrá ser una realidad en los próximos días. Las deseadas lluvias han llegado y el trasvase Tajo-Segura está dispuesto para activarse. Mi más sincera enhorabuena a todos los beneficiarios de este trasvase tan necesario para el Levante Español

Las lluvias también han llegado a los embalses del Júcar y, solo en una semana, el embalse de Alarcón ha visto aumentar sus reservas en 34 hm3, más agua que la que el Júcar-Vinalopó ha sido capaz de transportar en los últimos 5 años.

El Júcar-Vinalopó necesita algo más que episodios de lluvias para ser activado de forma real y efectiva. El Júcar-Vinalopó necesita una administración que sea consciente y se crea, de una vez, que en el Vinalopó-Alacantí hay un grave problema de sobre-explotación que hay que solucionar, compatibilizándolo con una solución sostenible, también, en la parte económica.

La puesta en marcha definitiva del Júcar-Vinalopó va más allá de un voluntarioso convenio que se firmará en las próximas semanas para activar anualmente 20 hm3 para regadío desde el Azud de la Marquesa y hasta 7 hm3 desde la desalinizadora de Mutxamel.

El Júcar-Vinalopó necesita unas normas de explotación que contemple este trasvase como una demanda real en el Júcar que asegure los volúmenes: 50 hm3 para regadío y 30 para abastecimiento. Estos volúmenes, la mayor parte de los años, existen en el Júcar procedentes, muchos de ellos, de los ahorros reales ya producidos por la modernización de los regadíos tradicionales del Júcar.

El Júcar-Vinalopó necesita, además de los 50 hm3 previstos para regadío procedente desde el Azud de la Marquesa, otros 30 hm3 de agua procedente del embalse de Alarcón que tenga por destino el abastecimiento.

Esta solución, además de hacer posible completar los 80 hm3 previstos en el Júcar-Vinalopó, avalados por la Ley del Plan de Cuenca del Júcar, ayudará a solucionar el fiasco económico-financiero que generó el cambio de toma y la activación de la Desalizadora de Mutxamel.

El Júcar-Vinalopó necesita, además de unas generosas lluvias, una buena dosis de convencimiento, por parte de la Administración, para asegurar el agua así como generar las fórmulas para poderla pagar.