David Navarro informaba el jueves 16 de junio a los lectores de INFORMACIÓN que Bank of America se había convertido en el primer accionista del Banco de Sabadell al comunicar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que cuenta con una participación del 6,323% en el banco catalán con sede en Alicante. Bank of America Corporation, que es actualmente la segunda entidad financiera de Estados Unidos, ya intentó en dos ocasiones, en el último tercio del siglo XX, implantarse en Alicante cuando era el primer banco de Norteamérica. De ambos intentos fui testigo e informé como periodista a los lectores de la edición alicantina del diario murciano «La Verdad».

A principios de los años setenta se produjo el primer intento. El entonces director del gabinete técnico de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Alicante, presidida entonces por el consignatario y exalcalde Fernando Flores Arroyo, fue la fuente de la noticia. Fernando Sintes Obrador, un menorquín que también impartía clases en la Escuela de Empresariales del CESA (Centro de Estudios Superiores de Alicante, junto al colegio de Jesuitas), era posiblemente el habitante de la provincia con mejores relaciones con la Embajada de Estados Unidos en España. A través de Sintes llegó la propuesta de que el Stanford Research Institute, dependiente de la prestigiosa universidad californiana de Stanford, elaborara un ambicioso Plan de Desarrollo de la Provincia de Alicante que tendría detrás, como garante financiero, al Bank of America.

En los primeros meses del año 1973 la revista «Cambio 16» dedicó un monográfico bajo el título en portada de «Alicante, en el país de las maravillas. La California de Europa», en el que colaboramos desde aquí Enrique Cerdán Tato, Fernando Sintes, Mario Gaviria -de quien partió el calificativo de «la California de Europa»- y yo mismo, que ocuparía desde entonces y hasta 1978 la corresponsalía en la provincia de la revista madrileña cuando tuvo más contenido político que económico en los años de la Transición Democrática. Las comparaciones con el Estado de California se basaban en el fuerte peso económico en la provincia de la agricultura, la industria manufacturera y el turismo. Eran los años en que dos empresas alicantinas, la de Hermanos Pascual, de Pego, en los cítricos, y la de Etasa, con sede en Muchamiel, con los tomates, eran líderes españoles en la exportación agrícola a la Europa comunitaria (C.E.E.) y al Reino Unido. Tanto era así que en las vías y espacio que hoy ocupan el AVE en la vieja Estación de Madrid estaban los almacenes y vagones frigoríficos de Transfesa para dar salida a la producción agrícola alicantina más allá de los Pirineos. El calzado y la industria juguetera eran los dos subsectores industriales más dinámicos, también con un marcado acento exportador, en el calzado con los Estados Unidos como primer cliente. Y Benidorm ya se había situado como el primer destino mediterráneo del turismo de sol y playa para las clases medias europeas. Pero no éramos «California» de verdad ya que carecíamos de estudios universitarios desarrollados -el CEU, en el actual campus de la Universidad de Alicante, había nacido en 1968 pero solo para los dos primeros cursos de muy pocas carreras- y la provincia sólo contaba con la entonces Residencia «20 de Noviembre» como único hospital público, pues los de Elche, Alcoy y Villajoyosa llegarían unos años más tarde. Soria, con un hospital también de la Seguridad Social, tenía más camas hospitalarias por habitante que la provincia de Alicante.

El proyecto de Plan de Desarrollo para la Provincia de Alicante, patrocinado por el Bank of America, no salió adelante. El régimen franquista, que agrupaba en la Organización Sindical Española a empresarios y trabajadores, apostaba por los llamados «Consejo Económico-Social» (primero, el del Sureste, con Murcia, Albacete y Almería; después, el de la Región de Valencia, con Castellón y Valencia) como correa de transmisión de los tecnócratas de las oficinas del Plan de Desarrollo Español, en el que Alicante nunca vio más satisfecha que su petición de agua con el trasvase Tajo-Segura. El Círculo de Economía de Alicante, que encabezaba Juan Bautista Torregrosa Roselló, presidente del Banco de Alicante y de las constructoras-promotoras Calpisa y Gran Alacant S.A., recogió la idea patrocinando y publicando en 1974 «Un plan de desarrollo para Alicante ciudad y su comarca», elaborado por SIGMA, un gabinete de Economía de Valencia, en el que estaban el profesor Ernest Lluch, el periodista Vicent Ventura y quien corrió con la dirección del trabajo, Ricard Pérez Casado, que sería años más tarde alcalde de Valencia y de la ciudad bosnia de Mostar.

En 1978 Juan Bautista Torregrosa dejó la presidencia del Banco de Alicante en manos de sus socios de entonces, la Banca Catalana que había impulsado el político catalanista Jordi Pujol. En 1981 el Banco de España, a través del Fondo de Garantías, intervino el Banco de Alicante dentro de la disolución de Banca Catalana. Las acciones nominales de 1.000 pesetas, muchas de las cuales estaban en manos de comerciantes, empresarios y profesionales alicantinos, pasaron en un día de valer 14.000 pesetas en el mercado de transacciones, a 1 peseta, en una llamada «operación acordeón». El Banco de España sacó a subasta el Banco de Alicante y el Bank of America, que seguía siendo entonces la primera entidad financiera de los Estados Unidos, volvió por estas tierras para actualizar sus conocimientos sobre la economía y potencialidades de la provincia en la que había puesto los ojos en la primera mitad de los años setenta. Los técnicos y dirigentes de Bank of America elaboraron una propuesta para acudir a la subasta, al igual que hizo el banco público español ligado al comercio internacional, el Banco Exterior de España. La casualidad quiso que tres días antes de cerrarse el plazo de presentación de ofertas por el Banco de Alicante, el primer gobierno íntegramente socialista en la historia de España, con Felipe González como presidente y Miguel Boyer al frente de la Economía, intervino el entramado bancario y todas las empresas del grupo Rumasa, liderado por el empresario jerezano José María Ruiz Mateos. Los dirigentes del Bank of America, una vez conocida esta intervención gubernamental, modificaron su oferta muy a la baja, pensando que el Gobierno de España les adjudicaría el Banco de Alicante por casi nada para mandar un mensaje de confianza a los mercados internacionales: se nacionalizaba Rumasa, pero el primer banco de Estados Unidos compraba un banco español. Tan baja fue la oferta que el Banco de España no tuvo más remedio que adjudicarle el banco alicantino al otro licitador, el Banco Exterior, que con Francisco Fernández Ordoñez de presidente, y después con Miguel Boyer al frente, lo saneó en pocos años y lo situó de nuevo en una posición relevante en la provincia, tras el liderazgo financiero de la Caja de Ahorros: primero del Sureste, después de Alicante y Murcia, y finalmente del Mediterráneo hasta su extinción reciente y la adjudicación de sus activos y pasivos, por un simbólico euro, al Banco de Sabadell. Los avatares del «procés» catalán de hace unos años movieron al Sabadell a trasladar su sede oficial al edificio de Caja Mediterráneo en Alicante, con lo que su ahora primer accionista, el Bank of America, consigue, a la tercera, tener presencia en Alicante.