Los diferentes sectores económicos de la provincia de Alicante viven montados en una montaña rusa desde la irrupción de la pandemia de covid a principios de 2020. Desde entonces, las empresas han protagonizado una más que destacada recuperación, aunque siempre haciendo frente a serios obstáculos como el encarecimiento de las materias primas, los problemas logísticos o los vaivenes en las restricciones. Con todo, el panorama, lejos de tender a mejorar, ha ido cada vez a peor desde el estallido de la guerra de Ucrania, hasta el punto de que, superado el periodo vacacional, se perfila en el horizonte el otoño más complicado que se recuerda. La crisis energética y una inflación desbocada han extendido entre la industria y el comercio el temor a una caída de las ventas, mientras que el turismo, que confía en contar con una ocupación muy similar a la prepandémica, casi da por descontada una caída de la rentabilidad. También la construcción recela de los costes disparados y unas hipotecas cada vez más caras.

Las autoridades europeas vienen advirtiéndolo desde hace tiempo. El otoño que está a punto de iniciarse se presenta con negros augurios, ante los más que previsibles cortes en el suministro del gas que llega desde Rusia y una inflación que amenaza con tener consecuencias directas sobre el consumo. Y en ese contexto de incertidumbre se mueven los sectores económicos de la provincia, que no tienen a donde agarrarse para ver el futuro con optimismo.

La industria es la que peor ve el panorama, asfixiada como está por los costes energéticos y los problemas en las cadenas de suministro. Una muestra de ello es el calzado, principal sector exportador alicantino, que no descarta ni mucho menos que la recesión irrumpa en la economía española a finales de año. La presidenta de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), Marián Cano, destaca que, pese a haber conseguido recuperar los nivelas de ventas al exterior de antes de la pandemia, «no podemos fiarnos, porque aún habrá que esperar mucho tiempo para que desaparezcan las amenazas a las que nos enfrentamos».

En parecidos términos se expresa el presidente de la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Alicante (Fempa), Luis Rodríguez, que advierte de que la reciente caída en cuatro décimas del IPC «no da para mucho optimismo», y que está convencido de que esta recta final de año traerá consigo un retroceso en las ventas. «Los mercados -apunta- se van a volver reservones, y es muy probable que las empresas aplacen determinadas decisiones de inversión en este cuatrimestre».

La inestabilidad, por otro lado, es a lo que más teme el presidente de la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana (Ateval), Pepe Serna, sobre la base de que la inflación está provocando una pérdida de poder adquisitivo que terminará afectando a las ventas. «Hasta ahora -señala- habíamos capeado el temporal gracias al buen funcionamiento de los textiles para el hogar y las prendas sanitarias. Pero si la gente no tiene dinero para comprar, a lo primero que renunciará será a productos como los nuestros, que no son de primera necesidad».

El juguete, por su parte, lucha por casi la práctica totalidad de sus resultados en esta recta final de año, coincidiendo con la campaña navideña. De ahí que entre las empresas de la provincia exista una gran expectación con relación a lo que pueda terminar sucediendo. El director general de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, José Antonio Pastor, alerta de que la incertidumbre ya está resintiendo las exportaciones, y que habrá que ver la evolución de los acontecimientos en un escenario de amenaza con altos costes, inflación e incidencias en las cadenas de suministros de China.

Por su parte, el mármol, ya asfixiado por su propia crisis sectorial, no acaba de ver la luz al final del túnel. El presidente en Alicante, David Beltrá, señala que a la competencia de mármoles de otros colores y nuevos materiales se le ha unido la crisis energética, «lo que no nos deja respirar».

El del plástico es otro sector de peso en la provincia, concentrado en su mayor parte en la Foia de Castalla. El director de la patronal IBIAE en esta comarca, Héctor Torrente, indica que el golpe para esta industria no ha llegado de momento, pero que todo apunta hacia una desaceleración. Además, resalta que proyectos que podrían beneficiar a las empresas, como la gigafactoría de Sagunt o los vehículos eléctricos de Ford «no tendrán una repercusión inmediata», advierte.

Cambiando de tercio, el comercio es otra de las actividades que no lo ve nada claro. El presidente de la federación provincial Facpyme, Carlos Baño, tiene claro que el mes de septiembre va a ser especialmente duro, «porque se junta el final de las vacaciones con la vuelta al cole, y una inflación que va a dejar poco margen para el consumo». El representante del sector confía en que la actividad comercial remonte de cara a la campaña navideña, aunque dando paso a un inicio de año más que complicado.

La construcción, por otro lado, ha vivido durante el año pasado y el actual una época excepcional, al haberse liberado toda la demanda embalsada de vivienda que se generó en los momentos más duros de la pandemia. Con todo, existe la percepción de que esta dinámica está tocando a su fin. El secretario de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de la Provincia de Alicante (Provia), Jesualdo Ros, destaca que «el encarecimiento de las hipotecas afectará, aunque quizá no tanto por el tipo de clientela que tenemos, que no depende tanto de los préstamos. Nos preocupa más el desproporcionado coste de las materias primas».

El turismo también viene de un verano en el que ha logrado recuperar las cifras de ocupación de 2019, algo que espera mantener ahora con la llegada de la temporada otoño-invierno. Así lo señala la secretaria general de la patronal Hosbec, Nuria Montes, quien destaca que «somos prácticamente los únicos de la Península, junto a Málaga, que permanecemos abiertos en esta época, por lo que las previsiones son buenas». El problema, añade, va a venir de la mano de la rentabilidad, como consecuencia de unos costes que andan disparados.

Tampoco lo ve claro el sector de los restaurantes. La presidenta de la Asociación Provincial de Empresarios de la Hostelería (Apeha), Mar Varela, subraya que «junio y julio fueron muy bien, pero en agosto ya hubo menos clientes».

La agricultura exige medidas para recibir precios justos

La agricultura de la provincia de Alicante está inmersa en la peor campaña que se recuerda, con unas pérdidas cercanas a los 200 millones de euros. Factores como las adversidades meteorológicas propiciadas por el cambio climático, el aumento de los costes tanto energéticos como de fertilizantes y fitosanitarios, y la competencia de terceros países han propiciado que prácticamente todos los productos hayan resultado afectados en mayor o menor medida.

Con todo, lo que más preocupa al sector son los bajos precios que reciben los agricultores a cambio de su trabajo, en ocasiones incluso por debajo de los costes de producción. Tanto el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, como el secretario general de La Unió, Carles Peris, coinciden en la necesidad de dotar de efectividad a la ley de la cadena alimentaria, de manera que los productores reciban unos ingresos justos que eviten que pierdan dinero. También reclaman un mayor control de la fruta que entra en la UE, de manera que compita en igualdad de condiciones con los productos autóctonos.