Sector pesquero

La industria pesquera anticipa meses “complejos” por la caída en ventas: “Tenemos que aguantar”

Adapta la presentación y tamaño de su portfolio a las mayores dificultades de las familias

“Hemos tenido que regalar contenedores de espada: vendimos a 5 euros y antes iba a 12”

La primera jornada de la feria atrajo a miles de personas.

La primera jornada de la feria atrajo a miles de personas. / MARTA G. BREA

Lara Graña

Conxemar es una ventana al mundo. Al mundo real: entre los saludos, los reencuentros y la decoración de los stands –muchos de ellos, reciclados de pasadas ediciones– explota el aliento que exhalan los hogares. El que dice que no hay bolsillo para tanto, que prioriza otros productos sobre el pescado. Así que las ventas se contraen y, en la feria, ese espejo del día a día de todos los países donde la industria gallega vende su mercancía –que son casi todos–, se nota.

Si hace un año el euribor estaba exactamente en el 2,5%, hoy cabalga por encima del 4,2%. “Ahora toca revisión de las cuotas: de repente te faltan 300 o 400 euros al mes más de tu cuenta bancaria”, ilustra el directivo de una de las top 5 del sector. El consumidor está eligiendo y, en buena medida, descartando la proteína marina de su cesta de la compra. Es el factor fundamental que ha arrastrado a esta industria a un descenso en la facturación que, sumado al encarecimiento de los costes operativos y financieros, está comprimiendo los márgenes. Hasta niveles próximos a la insolvencia en algunos casos, como ha ilustrado FARO, del grupo Prensa Ibérica. “Vienen meses complejos, tenemos que aguantar”, resume otro operador de referencia.

En Nueva Pescanova, por ejemplo, han adaptado referencias de su gama Esenciales a la nueva realidad. Ya de cara a la campaña de Navidad, la más potente del año –con enorme consumo de capital circulante, además–, desplegarán una caja de gambón argentino más pequeña, además de la tradicional de 2 kilos. También es más limpio o transparente el packaging de las rodajas de merluza: no es una vuelta a la antigua venta a granel, sino la adaptación de un producto de valor añadido a lo que perciben los hogares.

“Hay una política de compras que tiene que adaptarse rápido a la demanda, y hay algunos que no lo han hecho o, por su estructura, han tardado más en hacerlo. Entonces puedes encontrarte con que te has aprovisionado de una materia prima a equis precio y ahora no le vas a sacar nada. Eso está pasando”, ejemplifica un trader. Por dos motivos: porque no hay demanda (cae el precio) o porque el consumidor lo rechaza (al haber intentado trasladar costes al precio final). “Hay atonía y tenemos los frigoríficos llenos”. “Hemos regalado contenedores de espada, vendidos a 5 euros cuando antes lo hacíamos a 12”, lamenta un empresario del palangre.

La industria pesquera anticipa meses “complejos” por la caída en ventas: “Tenemos que aguantar”.

La industria pesquera anticipa meses “complejos” por la caída en ventas: “Tenemos que aguantar”. / Marta G. Brea

Las inversiones

De ahí esa contracción en los márgenes, que ha derivado en dificultades de tesorería en algunas compañías. No en vano, como desgranó este periódico, el esfuerzo inversor de la industria fue mayúsculo en la última década, con el objetivo de mejorar su presencia en origen, diversificar mercados y dotar de mayor valor añadido a las materias primas. Según los datos del Scientific, Technical and Economic Committee for Fisheries (Stecf) de la Comisión Europea, la inversión neta rozó los 680 millones de euros en este periodo, que se destinaron a operaciones de crecimiento inorgánico (compra de otras empresas), mejora en la flota (nuevos barcos o mejoras en los ya existentes), en la logística de frío (instalación de líneas de congelación IQF) o en las factorías de elaborados (maquinaria más eficiente o envasado a altas temperaturas).

Profand, Iberconsa, Nueva Pescanova, Pereira, Pescapuerta, Fandicosta, Atunlo o Wofco han participado, de algún modo u otro, de esta estrategia. Con empresas más apalancadas que otras, pero todas afectadas –como las familias– por el encarecimiento de la financiación. “Si ahora te plantean una operación al 8%, como sucede –lamenta otro directivo consultado en el Ifevi–, no hay margen que soporte eso”. Fandicosta aborda la venta de su cabecera, la factoría de Moaña; Atunlo, que prevé resolver sus problemas de manera inminente, renegocia su deuda con la banca. Y un manojo más de operadoras habrán de pasar por trances similares, por circunstancias propias o por verse contagiadas como proveedoras.

Más allá de la salud financiera particular con la que las empresas encaran este escenario adverso, hay una legión de contratiempos exógenos procedentes de los mercados donde obtienen la mercancía o donde la venden. Es el caso de Namibia, con una campaña muy floja en pelágicos (jurel, sardina) y con un sistema de reparto de cuotas atomizado que obliga a las armadoras a llegar a acuerdos con infinidad de socios para garantizar su operatividad. Y es uno de los países clave para el abastecimiento de las líneas de producción gallegas, con una potente presencia de players como Nueva Pescanova, Grupo Iberconsa, Mascato, Grupo Pereira o Copemar.

O de Ecuador, que teme riesgo de inundación en más de 110.000 hectáreas de camaroneras por el fenómeno de El Niño (Pescanova explota unas 8.000 hectáreas con Promarisco). Con un producto que, de hecho, está sufriendo ya de unos precios históricamente bajos. El último boletín exportador del Gobierno ecuatoriano es muy clarificador al respecto: en los seis primeros meses del año exportó 90.000 toneladas más de langostino vannamei (o camarón, como lo designan en el país), pero ingresó 100 millones de euros menos. Independientemente de cómo responda el mercado, a los cardúmenes de este marisco hay que alimentarlos, tratarlos y exportarlos, a un coste muy superior al anotado antes de la pandemia COVID y, por supuesto, de la invasión de Ucrania.