El inesperado giro del Banco Central Europeo en su visión sobre el bitcoin

Hace un año vaticinaba su «camino hacia la irrelevancia» y ahora reconoce sus «beneficios» transaccionales en economías emergentes

El Bitcoin, visto ahora con otros ojos desde el Banco Central Europeo

El Bitcoin, visto ahora con otros ojos desde el Banco Central Europeo / INFORMACIÓN

J. A. Giménez

J. A. Giménez

Mientras asistimos en los últimos meses, y especialmente estos días, a una vertiginosa recuperación del bitcoin recuperación del bitcoin, que parece haber superado el criptoinvierno en el que se hallaba sumido todo el sector desde mediados de 2022, una noticia, para nada baladí, se suma a la lista de factores que está favoreciendo su revalorización.

El Banco Central Europeo, en un documento de trabajo publicado en su web, evidencia un significativo cambio en su visión sobre la primera y principal criptomoneda.

Las conclusiones del nuevo informe distan bastante de las expresadas hace ahora un año cuando, en plena vorágine de bancarrotas y escándalos en el mundo cripto, daba prácticamente por muerto al bitcoin. 

Los dos estudios del BCE ofrecen perspectivas bien diferentes. Aunque en ambos se advierte de que expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no necesariamente de la institución, este tipo de publicaciones, a cargo de sus voces autorizadas, son históricamente asumidas como su hoja de ruta y altavoz mediático. Así, mientras que el «Bitcoin’s last stand» de noviembre de 2022 ponía el foco en las limitaciones de la mayor criptodivisa, destacando su volatilidad, su restringido uso en transacciones legales y su naturaleza especulativa, el recientemente presentado «Global and local drivers of Bitcoin trading vis-à-vis fiat currencies» (WP2868), en contraste, analiza su papel en economías emergentes y en desarrollo: «Las criptomonedas pueden representar una mejor reserva de valor con respecto a la moneda doméstica en países donde la inflación es alta y el tipo de cambio tiende a depreciarse».

Donde el año pasado se cuestionaba la viabilidad de bitcoin como moneda o inversión, subrayando su negativo impacto ambiental y los riesgos para la industria financiera, ahora, aunque se sigue enfatizando en el aspecto especulativo del activo, se le conceden usos transaccionales legítimos y beneficiosos en ciertos contextos económicos.

El cambio significativo entre los documentos es, por tanto, la perspectiva sobre el uso y el valor del bitcoin. Mientras el primero enfatiza los aspectos negativos y su naturaleza especulativa, el segundo reconoce ciertos beneficios prácticos de bitcoin en economías específicas. Estamos, pues, ante una visión más matizada y empírica del BCE sobre las criptomonedas.

El organismo encargado de la política económica y monetaria de la Unión Europea señalaba a finales del año pasado que la «aparente estabilización» del bitcoin en torno a los 20.000 dólares, tras haber alcanzado en noviembre de 2021 su máximo de 69.000 dólares y caído doce meses después a 17.000, era vista por los defensores de la criptomoneda como «un respiro en el camino hacia nuevas alturas». Sin embargo, apuntaba el BCE, «lo más probable es que se trate de un último suspiro inducido artificialmente antes del camino hacia la irrelevancia», algo que a su juicio ya era «previsible» incluso antes de que la quiebra de la plataforma de intercambio de criptomonedas FTX, entonces la tercera más grande del mundo, enviara el precio de bitcoin por debajo de los 17.000 dólares.

Errónea previsión

El Banco Central Europeo, una vez más, actuando como contraindicador. Desde que lanzó esas fúnebres predicciones, la cotización del bitcoin ha aumentado más de un 160 %, rozando en el momento de escribir estas líneas los 44.000 dólares, una cota que no alcanzaba desde abril de 2022. 

Como es habitual, la reina de las divisas digitales está arrastrando al alza con ella al resto de los tokens y criptomonedas, que se cuentan por miles. Ether, la moneda de la red Ethereum, la segunda en capitalización de mercado, ha subido en lo que va de año un 90 %, mientras que Solana, por ejemplo, ha crecido este 2023 nada menos que un 540 %.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, declaraba públicamente hace unas semanas que uno de sus hijos, ignorando sus consejos, perdió el 60 % de su inversión en criptomonedas. No concretó cuándo ni citó la cantidad ni el activo elegido por su vástago, pero llama la atención su demonización del sector criptográfico cuando cualquier apuesta por fondos fiduciarios sujetos a regulación se ha demostrado que puede resultar igual de peligrosa. Quizá debió haberle aconsejado invertir en acciones de Credit Suisse o Silicon Valley Bank. 

Ironías al margen, para entender bien todo este contexto hay que recordar que el BCE trabaja en su propia versión del dinero electrónico, un euro digital que, como pronto, nacerá en 2026 en respuesta a las criptomonedas y con el pretendido fin de evitar que la institución pierda su control hegemónico sobre la emisión de capital en la Unión Europea.

Donde dije digo...

En sintonía con la visión de Lagarde sobre las criptomonedas, el informe de 2022, con la firma de Ulrich Bindseil y Jürgen Schaaf, remarcaba que el diseño conceptual y las «deficiencias» tecnológicas de bitcoin lo hacen «cuestionable como medio de pago», siendo las transacciones reales con él «engorrosas, lentas y costosas». Añadía que «a pesar de la narrativa de un aumento inevitable en su valor, bitcoin no se ha utilizado significativamente para transacciones legales en el mundo real». 

Lejos de eso, la adopción mundial continúa. Esta misma semana la ciudad suiza de Lugano ha anunciado oficialmente que ha empezado a aceptar bitcoin y tether para el pago de impuestos municipales. Además, Société Générale, uno de los bancos más importantes de Europa, ha comunicado el lanzamiento de su propia stablecoin (una moneda digital respaldada por un activo de reserva «estable»), que será listada en Bitstamp y otros mercados de intercambio de criptomonedas.

El documento de 2022 concluía advirtiendo a la industria financiera sobre los riesgos reputacionales de promover inversiones en cripto. Un año después, en el nuevo informe, elaborado por Paola Di Casola, Maurizio Michael Habib y el español David Tercero-Lucas, se analizan los factores que impulsan las transacciones de bitcoin contra 44 monedas fiduciarias en los mayores intercambios de criptoactivos P2P (tipo de conexión entre ordenadores que permite compartir archivos o información sin necesidad de intermediarios). Y el trabajo sentencia que en economías emergentes y en desarrollo, la principal criptodivisa ofrece «beneficios transaccionales», especialmente cuando la moneda local es inestable: «podría llegar a ser ampliamente utilizado por individuos y empresas para transacciones ordinarias o como reserva de valor, para compensar la falta de alternativas financieras».

Horizonte optimista

A la espera de ver lo que la Reserva Federal de Estados Unidos decide en su próxima reunión, prevista para el martes y miércoles, sobre su política monetaria para 2024, en el sector de las cripto reina el optimismo por la conjunción de varios hitos. El principal es la posible aprobación de los fondos cotizados en bolsa (ETF) de bitcoin, un mecanismo que en la práctica supondría una forma más fácil y segura de invertir en criptomonedas, y en teoría podría atraer a un mayor número de inversores institucionales y minoristas. Algunos expertos creen que la fecha para la luz verde a estos instrumentos financieros podría ser entre el 8 y 10 de enero de 2024. 

A la esperanza de esa mayor claridad regulatoria hay que sumarle la cercanía en el tiempo del próximo «halving» de bitcoin, que se espera para el próximo abril. Este evento sucede cada cuatro años y supone que la cantidad de bitcoin con que se recompensa a los mineros se reduce a la mitad. Es parte del proceso de emisión de bitcoin, limitado a 21 millones de tokens. Ahora quedan por minar poco más de 1,4 millones. 

Conforme la oferta disminuye, la demanda y el precio aumentan. Bitcoin llegó a récords históricos de cotización tras los «halving» anteriores, que tuvieron lugar en 2012, 2016 y 2020. Este sistema continuará hasta 2140, fecha para la que dejarán de minarse bitcoins. Aunque seguro que antes el BCE lo querrá «matar» otra vez.