Los agricultores alicantinos dejan en el suelo 100.000 toneladas de limones por su bajo precio

La industria de los zumos y los aceites esenciales paga apenas 3 céntimos por kilo, frente a los 15 que cuesta la recolección. El sector estima que las pérdidas por este cultivo podrían alcanzar este año los 40 millones de euros

Joaquín Marcos, productor de Torremendo, con los limones que ha tirado al suelo.

Joaquín Marcos, productor de Torremendo, con los limones que ha tirado al suelo. / Áxel Álvarez

M. Vilaplana

M. Vilaplana

La industria de los zumos y los aceites esenciales, entre otros productos, se abastece de aquellos limones que, por su reducido tamaño o por sus defectos, no acaban en los supermercados. Normalmente suele ser el 10% de la cosecha, pero este año, debido a la sequía y a las granizadas registradas el pasado mes de septiembre, ese porcentaje se ha elevado al 40%, lo que ha provocado un alto nivel de excedentes que las empresas transformadoras no están dispuestas a absorber. ¿El resultado? Los precios se han derrumbado hasta situarse en apenas los 3 céntimos por kilo, una cantidad irrisoria si se tiene en cuenta que el coste de recolección es de 15 céntimos. Ese es el motivo por el que alrededor de 100.000 toneladas se van a quedar sin recoger en la provincia de Alicante, debido a que los agricultores no están dispuestos a perder dinero con su actividad. La situación para el sector es sumamente complicada, toda vez que la cotización de los limones que van a parar a los supermercados también se mueve en baremos reducidos, lo que amenaza con provocar pérdidas cercanas a los 40 millones de euros.

Se las prometía felices el sector citrícola de la provincia de Alicante cuando a principios de verano vislumbraba una buena cosecha de limones, en un escenario, además, en el que la competencia de los productores de Argentina y Sudáfrica era menor que la de los años anteriores. Pero la cosa empezó ya a torcerse en septiembre, cuando las explotaciones de la Vega Baja, principal zona productora, registraron hasta cinco granizadas que afectaron al aspecto externo de la fruta. A ello se le sumaron posteriormente las altas temperaturas y la sequía, en un contexto de escasez hídrica debido a los recortes en el trasvase Tajo-Segura, lo que ha dado como resultado un calibre menor de lo esperado.

Lo habitual para estos limones es que terminen en manos de la industria, que se encarga de su transformación en zumos, aceites esenciales, bebidas carbonatadas, helados, pectina o fibras dietéticas, entre otros productos. Sin embargo, todas las adversidades climáticas y meteorológicas han terminado por tener unas consecuencias terribles para el sector, las cuales se están poniendo en evidencia en estos momentos. Así lo explica el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, que a su vez es productor de cítricos. “Nos hemos encontrado -lamenta- con que la cantidad de limones que se destina a la industria está siendo muy superior de la que suele ser habitual, lo que ha terminado propiciando que los precios hayan caído por los suelos”.

En la actualidad, la cotización está siendo de unos 3 céntimos en el mejor de los casos, aunque ya hay empresas que directamente descartan comprar más cantidad al tener satisfechas sus necesidades. La consecuencia es que muchos agricultores están optando por dejar sus cosechas sin recoger, debido a que no podrían cubrir, ni de lejos, los costes de recolección. La variedad afectada, de entrada, es la de limón fino, a la espera de lo que pueda suceder con la de verna, que será la siguiente en entrar en campaña.

Pero ahí no queda la cosa, dado que los precios del limón que se destina a los supermercados también están siendo muy reducidos. Según José Vicente Andreu, “la campaña empezó bien, sobre todo en las exportaciones, pero poco a poco hemos visto cómo el consumo se ha ido retrayendo en toda Europa, lo que está teniendo su reflejo en la cotización”. De hecho, en la actualidad se están pagando entre 18 y 20 céntimos el kilo, lo que apenas sirve para cubrir los costes de producción. “La situación, ahora mismo, es muy delicada. Confiamos en que la actividad comercial se pueda animar en las próximas semanas, porque, en caso contrario, podríamos estar hablando de pérdidas de hasta 40 millones de euros”, advierte.

José Vicente Andreu, presidente de Asaja, en su finca de Bigastro con los árboles cargados de limones.

José Vicente Andreu, presidente de Asaja, en su finca de Bigastro con los árboles cargados de limones. / Áxel Álvarez

En parecidos términos se expresa el secretario general de La Unió, Carles Peris, que justo este martes visitaba algunas explotaciones de la Vega Baja y se reunía con agricultores. La organización que dirige, directamente, va a solicitar tanto a la Conselleria como al Ministerio de Agricultura la habilitación de una ayuda extraordinaria de 9,5 millones de euros en forma de retirada para los productores de limón de la Comunidad Valenciana, concentrados en su mayor parte en la provincia de Alicante, con la finalidad de compensar la nefasta campaña a la que se están enfrentando.

La medida, en concreto, pasaría por retirar del mercado un mínimo de 50,000 toneladas de limón fino, para lo cual piden que cada una de las Administraciones asuma la mitad del presupuesto. “De lo que se trataría -indica Peris- es de abonar 0,18 euros por kilo de limón a los agricultores, estén o no en una organización de productores de frutas y hortalizas, que es el coste de producción oficial, aunque no se actualiza desde 2018”. La organización agraria, asimismo, solicitará que estos excedentes se destinen a entidades benéficas o bancos de alimentos.

La Unió ya ha cuantificado en unos 26 millones de euros las pérdidas para los productores alicantinos de limón, solo por la fruta que no podrá recolectarse. “El problema -enfatiza- es que la industria echa mano de los limones que tiene en almacén y ya traslada a los productores que tiene fruta suficiente y que no va a necesitar comprar más en el campo. Por ello, toda aquella producción que en años anteriores tenía una salida vía industria puede quedar sin recogerse”. A las pérdidas que calcula en la actualidad esta organización, habría que añadir el balance final de la campaña, dependiendo de la evolución que tengan los precios a todos los niveles.

Tanto La Unió como Asaja, por otro lado, han expresado su intención de poner en conocimiento de la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA) todas aquellas prácticas que puedan vulnerar la Ley de la Cadena Alimentaria, por el pago de los limones por debajo de los costes de producción.

Los limones que tenían que ir a parar a la industria se están quedando sin recoger, pero son varios los productores que están pagando a cuadrillas por tirarlos directamente al suelo, en previsión de lo que pueda pasar la próxima campaña. Uno de ellos es Joaquín Marcos, con explotaciones en Torremendo, quien destaca que “estamos en una situación en la que la industria no los quiere ni regalados. Pero el problema es que, si los dejo en los árboles, me puedo encontrar el año que viene con que la cosecha sea irrisoria, porque les terminará afectando”.

El productor, por otro lado, critica que, mientras a los agricultores se les está pagando entre 18 y 20 céntimos el kilo por los limones que acaban en los supermercados, en los lineales se venden a una media de 2 euros. “El sistema tendría que estar organizado de abajo hacia arriba, de manera que al agricultor se le pagara un precio justo por su trabajo, entre 30 y 35 céntimos el kilo, y a partir de ahí, que intermediarios y supermercados fuesen fijando sus márgenes. Pero sucede justo todo lo contrario”, lamenta.

Y expresa su preocupación por lo que pueda terminar ocurriendo la próxima campaña. Según sus palabras, “lo que está sucediendo ahora va tener consecuencias, y graves, el año que viene. Porque la gente está perdiendo dinero y no va a poder el próximo año hacer cosas tan básicas como abonar los árboles o realizar tratamientos fitosanitarios, con las consecuencias que eso tendrá sobre la producción”.

A ello le suma lo que está sucediendo con los recortes en el trasvase. “Hay una escasez terrible de agua, y la que haya va a estar a unos precios inasumibles. Así que los agricultores van a quedar totalmente desencantados y no tendrán otra que ir abandonando los campos, porque en las condiciones actuales, dedicarse a esto, es totalmente una ruina”.

Un retroceso de 756 hectáreas en el último año

Un retroceso de 756 hectáreas en el último año

El cultivo de cítricos está yendo a menos de forma paulatina en la provincia de Alicante, donde dentro de este segmento predominan las plantaciones de limones. Los datos que maneja la Conselleria de Agricultura, Ganadería y Pesca revelan que la reducción fue de 756 hectáreas el año pasado, lo que ha dejado la superficie actual en 33.487.

Esa regresión se pone también de manifiesto en el informe «Suelo Agrario en España 2023», elaborado por Tinsa y publicado este mismo martes. El estudio en cuestión se refiere al conjunto de la Comunidad Valenciana, y llama la atención sobre el hecho de que este cultivo ha perdido un  8,8 % de su superficie autonómica en los últimos diez años. 

De igual forma, se pone el acento en que la valenciana es la comunidad que más ha acusado las caídas de valor del suelo, hasta el punto de que el valor medio de la hectárea dedicada a este cultivo en este territorio es de 50.800 euros, frente a los 53.300 euros de Andalucía y los 76.100 de la Región de Murcia. La media en el conjunto del país es de 55.100 euros. 

Y todo ello se está produciendo en un contexto, además, en el que las quejas son generalizadas por el cada vez mayor volumen de importaciones. Desde La Unió, sin ir más lejos, se destaca que durante los cuatro primeros meses de la campaña, entre septiembre y diciembre, se han importado por parte de la Unión Europea un total de 107.566 toneladas de limones, lo que supone un repunte del 15,8 % con relación a la campaña anterior. 

Las organizaciones agrarias, asimismo, han venido poniendo el acento en el peligro que suponen estas importaciones no solo para la rentabilidad de los agricultores comunitarios, sino también en términos de salubridad para los cítricos locales, ante el riesgo de que puedan propagarse determinadas plagas. De ahí que desde el sector se esté reclamando a las autoridades europeas que se impongan a los cítricos importados las mismas exigencias que a los que se cultivan en el propio territorio, sobre todo en lo que respecta a los tratamientos fitosanitarios. Y todo ello con los correspondientes controles.

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