El calor confunde a la agricultura alicantina

Las elevadas temperaturas en pleno invierno adelantan un mes la floración de los almendros de la provincia y los ponen en situación de riesgo ante posibles heladas. La bonanza también ha propiciado que fructifique alguna cereza fuera de temporada

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Temperaturas de 29 grados en enero. Eso es a lo que se está asistiendo en la provincia de Alicante como consecuencia del cambio climático, y el motivo por el cual la agricultura presenta un evidente estado de confusión. Una muestra de ello son los almendros, cuya floración se ha adelantado un mes, a lo que se suma alguna que otra cereza desorientada fuera de temporada. Lo peor, según los expertos, es que este fenómeno ha llegado para quedarse.

Las elevadas temperaturas, así como la sequía, han venido causando estragos durante todo el año pasado a a agricultura más dependiente del riego, pero ahora se está poniendo en evidencia que ni tan siquiera el secano va a escapar a esa tendencia. Y es que el invierno inusualmente cálido al que se está asistiendo, con temperaturas que este pasado miércoles batían récords en muchos puntos de la provincia, está teniendo una incidencia directa sobre cultivos como los de los almendros, que ahora mismo deberían permanecer en un estado de hibernación.

Pero nada más lejos de la realidad, toda vez que un porcentaje muy elevado de las plantaciones ya han empezado a florecer, incluso las situadas en las comarcas del interior, que ahora mismo van con un mes de adelanto sobre las fechas que suelen ser habituales. Y eso, como cabía esperar, ha puesto en alerta al sector, que teme otra campaña catastrófica y no solo por este motivo, sino también por la escasez de lluvias.

Así lo señala el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, quien no duda a la hora de señalar que «la naturaleza está muy loca». Según sus palabras, «lo normal, en las zonas más al interior, es que los almendros florecieran a finales de febrero o incluso principios de marzo, pero ya estamos viendo que numerosos árboles están totalmente activos», enfatiza.

Una cereza esta misma semana en la Vall de Gallinera.

Una cereza esta misma semana en la Vall de Gallinera. / José Andrés Rodrigo

Algo que atribuye, directamente, al hecho de que «no solo es que no haga frío, sino que estamos teniendo temperaturas muy elevadas, casi de verano en algunos momentos, y eso no va a traer nada bueno». De entrada, subraya, porque «los almendros van a quedar expuestos a las heladas, que seguro que se van a producir en lo que queda del invierno, lo que, sin duda, tendrá un impacto directo sobre el volumen de la cosecha». Pero ese no es el único problema, dado que, añade el propio Andreu, «llevamos ya muchos meses de sequía, y este cultivo es de secano, pero no tanto. Necesita, al menos de vez en cuando, lluvias y humedad».

En parecidos términos se expresa Juan Pastor, responsable de este sector agrario en La Unió, quien indica que ya son varias las campañas consecutivas en que las cosechas se han situado por debajo de lo normal, estando convencido de que la actual se va a añadir al listado. «La floración va con mucho adelanto, por lo que es prácticamente seguro que se van a producir heladas», advierte, una circunstancia que suma a la de la sequía. «Hay árboles -indica-, los que no tienen opción de riego, que directamente se van a morir, mientras que en los que tienen al alcance el agua, resulta que los precios son inasumibles para los agricultores».

Es por todo ello por lo que considera que se está a las puertas de una campaña que ya califica de «catastrófica», y no solo por los factores climáticos, sino también por los precios de las almendras, que están por los suelos. «Los americanos han encadenado dos cosechas enormes, lo que ha propiciado que la almendra en grano se pague a apenas 2,70 euros el kilo, cuando tendría que estar a 5 euros para ser mínimamente rentable», se queja.

Pero la almendra no es el único cultivo de secano que se está viendo afectado por las altas temperaturas. También los cerezos están registrando un comportamiento fuera de lo normal, lo que ha propiciado que en pleno enero, casi cuatro meses antes del inicio de la campaña, haya fructificado alguna cereza de manera puntual en la Vall de Gallinera, una de las principales zonas productoras. 

El presidente de la Denominación de Origen Cerezas Montaña de Alicante, Hilario Calabuig, señala que se trata de un caso muy anecdótico, pero que viene precedido por la irrupción de algunas flores en diciembre, coincidiendo también con un episodio de calor. «Estamos hablando -explica- de algo totalmente testimonial, pero sí que es un síntoma de que los árboles no están descansando en invierno, que es cuando les toca, y que eso puede tener consecuencias en la cosecha». Como le ha sucedido al almendro, también la cereza viene encadenando una mala campaña tras otra, y siempre por factores relacionados con la meteorología. En ocasiones es por el calor, en otras por la sequía, y gran parte de las veces por las lluvias caídas en plena época de recolección.

Pero, ¿lo que está sucediendo este año es una cosa puntual o se repetirá en sucesivos ejercicios? Fernando Maestre, catedrático de Ecología de la Universidad de Alicante (UA) y Premio Nacional de Investigación, tiene claro que el fenómeno ha llegado para quedarse. Según señala, «igual que resulta evidente que tendremos que reducir la superficie de regadío a causa de la sequía y la menor agua disponible, también lo es que en la agricultura de secano vamos a enfrentarnos cada vez a producciones más impredecibles a causa de las elevadas temperaturas, pero también por lluvias o heladas a destiempo».

De ahí que esté convencido de que el secano tradicional se va a ir reduciendo de forma paulatina, dando paso a cultivos que se adaten mejor a las actuales condiciones climáticas, como es el caso de la pitahaya, entre otras posibilidades. E insta al sector a emprender los cambios con celeridad, de manera que la reconversión resulte lo menos dolorosa posible.