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La pesca capea el temporal de la pandemia

Los precios de las capturas comienzan a aumentar en la provincia impulsados por la recuperación del turismo, hasta el punto de que la facturación ha subido un 10%

Dos barcos regresando al puerto de la Vila Joiosa. A la derecha, el puerto de El Campello | David Revenga / Alex Domínguez

La pandemia amenazaba con causar estragos en la pesca tradicional de la provincia de Alicante, pero, a la hora de la verdad, y utilizando símiles del gremio, se podría decir que está capeando bastante bien el temporal. Y es que tanto los datos correspondientes a las capturas, con 11.372 toneladas de pescado, como los de facturación, situados en 52,9 millones de euros, evidencian que el sector consiguió salvar el año pasado pese a las restricciones que afectaron a la hostelería. El tirón del turismo, por otro lado, ha propiciado que los precios se estén recuperando en el presente ejercicio, hasta el punto de que las lonjas están facturando alrededor de un 10% más que en 2020. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, toda vez que los pescadores se enfrentan ahora a una plaga de atún que está mermando la población de sardinas y boquerones, así como al recorte de los días de pesca que se anuncia desde Bruselas.

Capturas de bacoreta en la lonja del puerto de Torrevieja. | Activos

La Generalitat ha hecho públicos los datos correspondientes a la temporada de pesca de 2020, que presentan baremos muy similares a los de 2019, cuando todavía no había irrumpido la pandemia. En lo que respecta a las capturas, los barcos recogieron en Alicante 11.372 toneladas de pescado y marisco, cuando el ejercicio anterior la cifra se situó en 11.019 toneladas. Boquerón, gamba blanca, melva, corvina y sardina, por este orden, coparon los principales puestos. A nivel de facturación, la cifra se situó en 52,9 millones de euros, apenas dos millones menos que el año precedente. Gamba blanca, gamba roja, boquerón, cigala y merluza fueron las especies que ofrecieron mayores rendimientos.

La pesca capea el temporal de la pandemia

Con todo, y en definitiva, el sector aguantó bastante bien el tipo, pese al ligero descenso en la facturación. Según explica Moisés Herades, de la Cofradía de Pescadores de Xàbia, «las capturas fueron similares a las del año anterior, pero los precios bajaron debido a las restricciones que afectaban a los restaurantes. Nosotros somos un sector en el que, en función de la oferta y la demanda, es el mercado el que pone los precios, y el hecho de que no hubiese compras por parte de la hostelería nos afectó bastante».

En parecidos términos se expresa Juan Mulet, de la Cofradía de Altea, quien subraya que «hubo muchos restaurantes y hoteles cerrados, lo que propició que, sobre todo al inicio de la pandemia, los precios se desplomasen. Después, afortunadamente, la situación experimentó una mejoría, entre otras cosas porque la demanda en las tiendas y supermercados se incrementó, dado que a todo el mundo nos dio por cocinar más en las casas. Además, somos un sector considerado como esencial, por lo que hemos estado al pie del cañón en todo momento».

Superada la dura prueba del primer año de pandemia, la pesca tradicional inició el ejercicio actual todavía con el peso de la incertidumbre propiciada por las nuevas restricciones tanto en la movilidad como en la hostelería. Una dinámica que se mantuvo prácticamente hasta el arranque del verano, cuando la llegada del turismo a la provincia, con una afluencia mayor de lo que se esperaba en un principio, trajo consigo también una reactivación tanto de los hoteles como de la hostelería. La consecuencia ha sido una notable recuperación de los precios del pescado y sobre todo del marisco, que se ha traducido en un incremento de las ganancias de alrededor del 10% para las lonjas. Una prueba de ello ha sido la gamba roja y la blanca, productos por los que se han llegado a pagar 100 y 70 euros el kilo, respectivamente.

Desde la Cofradía de Santa Pola, Pepe Andreu explica que, efectivamente, muchas de las personas que en plena pandemia no podían acudir a los restaurantes hacían la compra en las lonjas y supermercados. «Pero es cierto -matiza- que la apertura de la hostelería se ha notado mucho, porque eso es lo que hace que los precios experimenten una recuperación».

Rafael Torres, de la Cofradía de Alicante, también reconoce el incremento de la cotización. «Desde que la restauración ha empezado a funcionar en parámetros más o menos normales se ha notado muchísimo. El verano se podría decir que ha sido bastante bueno, porque ha habido mucha gente, más de la esperada, y los bares y restaurantes han tenido una actividad más que interesante».

Pero también hay otras cuestiones que preocupan y mucho al sector. Una de ellas es la plaga de atún que se viene denunciando desde hace tiempo, y que está causando estragos en la población de sardinas y boquerones, hasta el punto de que sus capturas se han reducido en un 50% en los últimos tres años. Una de las cofradías que más lo ha notado es la de Torrevieja, desde donde Pedro Carmona señala que «se trata de un depredador que necesita comer muchos kilos de pescado para subsistir, y que está acabando con las reservas. Para nosotros está suponiendo un auténtico desastre».

El problema radica, según denuncian los propios pescadores, en la baja cuota de capturas de atún de la que disponen las embarcaciones, una medida que se implantó en su día con la finalidad de recuperar la especie, algo que se ha conseguido con creces. Se trata, en concreto, de 562 kilos al año, y sólo para las embarcaciones de artes menores, lo que se considera totalmente insuficiente. Según los cálculos que se manejan, esta merma de sardinas y boquerones está causando pérdidas de 4 millones de euros al año para el sector provincial, lo que es una cifra más que significativa, sobre todo para las embarcaciones que se dedican principalmente a estas especies.

El otro problema que afecta al sector es el plan de la Unión Europea que prevé recortar los días de faena de la flota de arrastre, con el argumento de evitar la sobreexplotación del Mediterráneo. Según este plan, las embarcaciones sólo podrán salir al mar 120 días al año, lo cual, según se denuncia desde el sector, hace totalmente inviable el negocio y va a llevarles a la ruina. De hecho, los pescadores afectados ya han protagonizado distintas movilizaciones, con el objetivo de forzar a la Unión Europea a reconsiderar su postura.

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