De manera recurrente se difunden falsas informaciones o medias verdades que van creando algunos mitos alrededor de la acuicultura, que demonizan la actividad y sus productos, especialmente cuando surgen conflictos por el uso de la costa. Esta presión mediática no se aplica a otros sectores de la producción animal, no poniéndose en duda que exista la ganadería de vacas, pollos, cerdos u ovejas.

En 2014, la población mundial consumió, por primera vez, más alimentos de acuicultura que de pesca extractiva. Esta proporción se espera que supere el 65 % en 2030, debido al aumento de la población y al estancamiento de la pesca. Según APROMAR, la UE produjo en 2019 más de un millón de toneladas de productos acuáticos, con un valor que superó los 3.000 millones de euros, siendo España el primer productor, gracias al cultivo de mejillones, seguido de lubinas, doradas y truchas. Es más, la Comunitat Valenciana lidera la producción española.

La acuicultura no es un enemigo de la pesca. Son actividades complementarias. De hecho, la acuicultura es la actividad con mayor proyección de futuro y la más sostenible. El 70% de la superficie del planeta es agua, y en el caso de los organismos marinos, no se compite por el uso de agua dulce. Además, los animales acuáticos son más eficientes energéticamente que los vertebrados terrestres y sus tasas de reproducción son superiores. ¿Sabías que para producir 1 kg de filete de pescado se necesitan unos 2 kg de pienso y 1.500 litros de agua? En la ganadería terrestre la cantidad de pienso necesaria hay que multiplicarla por 3, 6, o 9, según la especie, y la de agua, por 10.

En el artículo de hoy me centraré en uno de esos mitos relacionados con la salud y el bienestar animal. Habrás leído que algunos claman que se atiborran a los peces de antibióticos. Pero nada más alejado de la realidad en las granjas de nuestras costas. Los peces cultivados, al igual que el resto de producción ganadera, e incluso nuestras mascotas, pueden enfermar y para controlar las infecciones, hay que tratarlas. La legislación europea y española es muy restrictiva respecto al uso de antibióticos y son escasas las formulaciones permitidas para su uso en acuicultura.

A principios de 2022 ha entrado en vigor una nueva legislación, aún más restrictiva, que reduce todavía más el tipo de sustancias que pueden emplearse y aumenta los controles veterinarios. Para restringir drásticamente el uso de antibióticos, se ha apostado por la prevención y la gestión integral biosanitaria de las granjas, utilizando las mejores prácticas (distanciamiento adecuado de los viveros, alimentación con prebióticos, probióticos, alimentos funcionales).

Cuando compres tus productos del mar, mira en la etiqueta su procedencia. El filete de pescado de nuestras costas no es diferente de los de ternera o pollo, en cuanto a los controles para garantizar su calidad y seguridad. Piensa en las estrictas regulaciones medioambientales, imprescindibles para garantizar el cuidado de nuestro entorno marino. Piensa en la ciencia e investigación que hay detrás de su producción. En España hay una importante comunidad científica que trabaja sobre importantes retos de I+D, para que la acuicultura sea parte de un futuro sostenible y la fuente alternativa de proteína más eficiente.