En los prolegómenos del partido en la megafonía del estadio se pudo escuchar el «Money For Nothing» (Dinero para nada), de los Dire Straits. Llegué a pensar que era una buen himno para que un David, disfrazado de Elche, pudiera derribar a todo un Goliat Real Madrid. La verdad es que equipo ilicitano intentó en el campo de batalla, puso infinidad de trampas a su rival en todos los lugares del campo, jugó al máximo de su potencial humano y económico, pero no pudo ante un rival al que le sirvió la pequeña ayuda arbitral en el primer gol y dos genialidades de Bale e Isco para ganar por 3-0 y quedarse con los tres puntos.

Me equivoqué. El dinero es para algo y sí tiene que ver a la hora de ganar los partidos. Los presupuestos de los equipos son determinantes.

El Elche fue en todo momento un grupo de futbolistas dignos, yo diría, que más de lo que muchos suponían, pero al final tuvo que inclinar la rodilla. El equipo compitió en todo momento, supo lo que hacer y a buen seguro que sale reforzado de este duelo en el Bernabéu de cara a sus próximos duelos con la permanencia como objetivo.

De rebote y gracias a la salida de un córner, que no debió existir, ya que vino propiciado de una jugada en la que Benzemá estaba en fuera de juego, el Real Madrid desequilibró a su favor una primera parte en la que el Elche jugó muy bien sus bazas e impidió que el conjunto de Ancelotti fuera capaz de llegar con peligro al área de Manu Herrera, salvo en pequeñas escaramuzas.

El Elche supo presionar a la perfección al Real Madrid cuando no dispuso del balón, y con él en los pies tuvo en todo momento criterio alrededor de un majestuoso Rivera en la distribución y que contó con la ayuda, en el llamado «trivote», de Javi Márquez y Rubén Pérez. Junto a ellos, Escribá colocó a Coro, Carles Gil y Manu del Moral, que le permitieron al Elche no solo no rifar el balón, sino también tener la posesión durante muchos momentos de su lado. En suma, le escondieron la pelota a todo un Real Madrid y llegaron a desangelarlo. Cuando los blancos no tienen el balón caen en una especie de parsimonia que les lleva a ser muy previsibles. En esa dinámica, la defensa franjiverde en contadas ocasiones se vio superada y cuando esto sucedió allí estaban Botía y Lombán evitar que el rival marcara.

Con este guión, previsto y dibujado en la pizarra, el Elche llevaba fácil el partido, hasta que Prieto Iglesias regaló un córner al Real Madrid. Lo sacó Di María e Illarramendi, tras un derechazo desde fuera del área, encontró el apoyo de Del Moral para despistar a Manu Herrera y adelantar a los suyos en el marcador. Era su primer gol en Primera ante el equipo con el que debutó con la Real. Paradojas de la vida.

Mayor efectividad imposible para los méritos de un Real Madrid amparado en una solidez defensiva y una pegada de gran equipo.

El Elche mantuvo su nivel hasta el descanso y sus seguidores terminaron cantando el «¡así, así, gana el Madrid!» enfadados por el beneplácito arbitral con el equipo blanco.

Tras el asueto, el Elche no se amedrentó y salió con la confianza en que se podía hacer daño al Madrid. Carles Gil y Albacar enseñaron su garras en un par de ocasiones que hicieron pensar que David no había lanzado todavía su última piedra sobre la sien de Goliat.

El Elche parecía haber dejado los complejos. Esta osadía franjiverde duró el tiempo que Pepe, Arbeloa y Xabi Alonso decidieron llevar el duelo al llamado cuarto oscuro. El fútbol se trabó, el árbitro permitió algunas entradas fuera de lugar de los locales y ya muy poco se jugó. Todo estaba a favor de la obra local.

En esa tarea de que el fútbol desapareciera del terreno de juego apareció el galés Bale. En una jugada en apariencia sin mucha historia, el extremo recibió un balón de Xabi Alonso y desde 35 metros enganchó un zurdazo que llevó la pelota al fondo de la red tras tocar el larguero.

Un auténtico misil que sentenció el partido y permitió al Real Madrid pensar ya en el próximo compromiso y, al Elche le llevó a corroborar que lo del sábado ante el Celta sí será su guerra.

La batalla estaba perdida y con honor se recogieron las armas. Llegaron los cambios, Rivera abandonó el campo después de demostrar que tiene cuerda para rato y el conjunto pudo redondear el partido con otro golazo marca Isco, que había salido unos minutos antes sustituyendo a Jesé. Incluso Morata pudo hacer el cuarto en la recta final del duelo, pero se emborrachó de balón y lo lanzó fuera con Bale sólo esperando para empujarlo (Mal detalle del gales de levantar los brazos y echarle las iras del público al canterano). Antes Carvajal, falló una ocasión a puerta vacía. Fue el final de un duelo en el que el Elche salió reforzado del Bernabéu. Se hizo en todo momento lo que pedía el guión y sólo el potencial del rival logró desequilibrar el partido del lado del grande.

Fue Rafael Nadal el que se inventó, tras perder la final del Masters 1000 de Shanghai contra el ruso Nikolay Davydenko lo de «una derrota positiva». El tenista mallorquín argumentaba que «he perdido un partido con uno de los mejores del mundo, he competido de tú a tú y eso es la primera vez que me pasa después de la lesión».

Eso es lo que hizo ayer el Elche, plantarle cara desde el primer minuto hasta el último a todo un Real Madrid. Al final, los blancos vencieron por su potencial y no hay que darle más vueltas. Lo de ayer debe servir para que todos los miembros de la plantilla puedan darse cuenta que para ganarles hay que hacer muchas cosas bien. Y que si se es capaz de exigir un esfuerzo a todo un equipo como el de Ancelotti demuestra que se cuentan con mimbres como para mantenerse en Primera División. El Bernabéu es historia y el próximo sábado, a partir de las 22 horas, espera el Celta. Esa será otra batalla, mucho más equilibrada que la vivida ayer.

Mientras, el Madrid se convirtió gracias al triunfo en líder provisional de la Liga tras la derrota del Barcelona en Anoeta (3-1) y a expensas del resultado del Atlético esta noche (21.00, C+1) en Pamplona.