La motivadora charla de Carrión para remontar al Elche: “¡Yo no he venido aquí a ser octavo!”

Carrión.

Carrión. / Miki López

Nacho Azparren

Lo primero fue un golpe en la mesa, ¡pum!, y a continuación un mensaje nítido, directo, en un tono tan elevado que se podía escuchar fuera del vestuario local del Carlos Tartiere, donde tiene lugar la escena al descanso del Oviedo-Elche, con 1-2 en el marcador. "¡Yo no he venido aquí a quedar octavo, eh! ¡Yo he venido aquí a subir!". Y al mensaje lo acompaña de más golpes ruidosos sobre la mesa. ¿La respuesta? Una exhibición del Oviedo en la segunda parte, que remonta, 3-2, y se sitúa a tiro de un play-off algo que parecía impensable hace 14 jornadas, cuando Carrión asumió el mando del penúltimo equipo de Segunda.

¿Cuál es la clave del éxito del catalán? En el club apuntan a su naturalidad como punto de partida. Está el Carrión más visible, el que captan las cámaras, el que mantiene diálogos fluidos con cada futbolista, también con los suplentes. Pero está el otro Carrión, el más exigente, el que tiene las cosas claras y las impone.

Porque Carrión aprieta cuando toca. "¿Pero qué mierda es esto? ¡Así no le ganamos a nadie!", le soltó a los futbolistas, enojado, mientras preparaba la cita ante el Amorebieta. También elevó el tono antes de viajar a Santander. El último ejemplo se vio en el descanso ante el Elche. Quien piense que Carrión solo es optimismo y sonrisas se está dejando fuera su lado más exigente para completar su figura. Esa es la "naturalidad" que alaban en el Oviedo.

La llegada de Carrión fue fruto de una decisión triste pero inevitable, la salida de Cervera. Al cántabro no le acompañó la suerte en momento puntuales (aquel empate injusto en el Ciudad de Valencia...) pero tampoco supo gestionar el vestuario. Fue lo que le acabó condenando. De Carrión gustó desde el primer contacto lo que proponía. Por su tono, por sus formas, por su idea de fútbol, tan similar al Grupo Pachuca. Y cerró su contratación en lo que parecía un volantazo con riesgos.

"Que Carrión estuviera este año sin equipo es algo que nadie se explica", comenta una persona involucrada en el mercado de Segunda. Son muchos los que mantienen una visión parecida: que estuviera en el paro no podía alargarse mucho tiempo. Fue el Oviedo el que dio el paso.

Carrión aterrizó con un modus operandi marcado, antagónico al de Cervera, que incluía, novedad agradecida por el vestuario, un trato más cercano, de más diálogo con el futbolista. Cuando el primer día salió al césped de El Requexón charlando con Cazorla, muchos lo interpretaron como un gesto más simbólico que real. Pero el paso del tiempo ha mostrado que aquella escena era natural.

Carrión ha impulsado el optimismo dentro del vestuario. Del "no somos de Primera" que Cervera repetía para instar a sus futbolistas no tomar riesgos con el balón se pasó a un "inténtalo, aquí hay derecho a fallar" del día a día del nuevo técnico. A las palabras las acompañó pronto de gestos. Debutó con un doloroso 0-1 ante el Valladolid, con golazo de Marcos André tras una pérdida de Seoane en la salida. Ese error no le pesó al media punta, que fue titular y protagonista en el 1-3 con una magnífica primera mitad con el que el Oviedo estrenó su casillero de victorias en Elda. Había un camino marcado.

Hasta el lenguaje gestual cambió. Cervera, cabizbajo y ensimismado, dio paso a un entrenador con una sonrisa perenne en el rostro y con habilidad para tratar con el futbolista. Accesible, sí, pero firme cuando la ocasión lo requiere.

La fórmula ha calado en un Oviedo que se muestra en el campo con el mismo desparpajo que su entrenador en los micrófonos. Ese mensaje "agresivo", él mismo lo define así, que no pierde el tiempo con las excusas y busca soluciones. Como su Oviedo. El equipo herido y tembloroso es ahora convencido y enérgico. Ya roza el play-off. Y el técnico responde con sonrisas.. y con exigencia cuando toca.

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