L a Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Elche registró el pasado año 716 ingresos, una cifra inferior a la contabilizada en el ejercicio anterior cuando atendió a 807 enfermos. «No conocemos la causa del descenso, aunque es cierto que hemos tenido a pacientes más graves y quizá hayamos tenido que trasladar a algunos a otros hospitales por falta de espacio», comenta el jefe de servicio de la unidad, Jaime Latour, quien tomó posesión de su cargo el pasado mes de marzo.

Uno de los problemas más acuciantes de la unidad ilicitana es la falta de personal y de camas. «Tenemos 18 camas de críticos entre UCI y Reanimación, y eso es poquísimo para las casi 450 camas del hospital. Las cifras que se consideran aceptables barajan cinco camas de Intensivos por cada 100 camas hospitalarias. Ahora, tenemos doce camas de UCI abiertas y uno de los boxes que se dotó para Intensivos lo ocupa Nefrología para pacientes agudos y es que este hospital está aprovechado al máximo», dice Latour, quien afirma que, para alcanzar la cifra de camas que se están instalando en los nuevos hospitales (el futuro centro tendrá 29 puestos de UCI para algo menos de 300 camas);, sería necesario duplicar la capacidad actual. «Además, la Sociedad Española de Medicina Intensiva-Crítica y Unidades Coronarias indica que en los próximos cinco años será necesario aumentar un 30% el número de camas de UCI en España para mantener los índices de ocupación actuales», indica.

La razón estriba en que la demanda de camas de UCI ha crecido en los últimos 15 años de forma notable, sobre todo porque el envejecimiento de la población genera que más pacientes precisen de este tipo de cuidados. «Además, se espera una epidemia de sepsis porque cada vez se emplean más procedimientos cruentos y porque las personas mayores son más proclives a las infecciones», señala.

La UCI ilicitana registró el pasado año un índice de ocupación del 85%, «aunque siempre estamos con la amenaza del desbordamiento y es muy traumático trasladar de centro a este tipo de enfermos. Además, hay especialidades como Neurocirugía que, cuando estén a pleno rendimiento, precisarán camas de críticos para estancias largas». Sobre lo que Latour no quiso pronunciarse fue sobre la posibilidad de que las futuras 150 camas para crónicos que anunció Camps pueda derivar también en una mayor necesidad de atención intensiva «porque desconozco si son para crónicos o para paliativos». En cualquier caso, los especialistas ilicitanos reivindican la incorporación de nuevas especialidades al centro como la Cirugía Cardiaca o la Neuroradiología Intervencionista que, consecuentemente, precisarán de más camas de Cuidados Intensivos.

Una de las cuestiones que, a juicio de Latour, es fundamental trasmitir a la población es que el intensivista es un especialista en enfermos críticos preparado para atender toda la patología asociada a un paciente de estas características, un funcionamiento que avalan los estudios americanos. En este sentido, el jefe de servicio de la UCI hace hincapié en que «el servicio no es tan fiero como lo pintan. De hecho, de cada 100 ingresos, 87 pacientes salen de la unidad con vida, lo que significa que en nuestro caso el índice de mortalidad ronda el 13%». El aumento de las expectativas de vida de los enfermos que ingresan en la UCI se debe a que «hemos mejorado la asistencia; hacemos cosas mucho más complejas y los diagnósticos actuales han evolucionado mucho. Además, hemos mejorado en la manera de hacer las cosas y ahora todo está protocolizado».