Lleva más de dos siglos y medio anunciando la entrada del nuevo año en Elche y esta Nochevieja no será una excepción. Calendureta se mantiene de pie, en lo más alto del campanario de la antigua torre de la Vetlla, aunque hace ya algunas navidades que su pequeña maza dejó de entonar los cuartos como preludio a las doce campanadas que sí sigue tocando Calendura religiosamente.

Miquel ya no luce igual su madera policromada. Es un muñeco viejo y autómata, lo que le hace aún más entrañable, pero el inexorable paso del tiempo no le impide acudir a la cita ancestral que tiene con los ilicitanos cada 31 de diciembre. El anciano Calendura sigue en forma.

Gran parte de culpa de la buena salud de la que goza uno de los símbolos más populares de Elche la tiene Francisco Hernández. Encargado desde hace más de cuatro décadas del mantenimiento del reloj municipal, al parecer el último de autómatas que quedan en la Comunidad Valenciana y uno de los pocos existentes en toda España, Francisco asegura que «está todo en orden» para que el mazo de Calendura toque las doce campanadas con precisión suiza.

Aunque realiza revisiones y engrases periódicos del reloj, Hernández realiza las dos últimas comprobaciones el mismo día 31 para asegurarse de que «no hay complicaciones». «Hay que hacerlo todo manualmente salvo la toma de cuerda, que va con cadenas y pesas», destaca el relojero, quien destaca que la toma de energía «sí es eléctrica y está automatizada desde el cambió de reloj que se produjo en 1963». Calendureta está desconectado porque «su madera está muy deteriorada», pero el reloj sigue mandando sobre los movimientos de Calendura, rey de las campanadas en la Plaça de Baix desde 1759.