¿Por qué ha titulado su conferencia en la UMH «Los amos de la prostitución y la trata»?

Es muy importante que en el debate de la prostitución hablemos de los proxenetas, de los verdugos. Nunca se ve quién mueve los hilos de la prostitución y hay que poner el foco en ellos. Otro actor muy importante es el consumidor. Ambos son hombres, por lo que hay que desviar la atención de las mujeres, a las que siempre victimizamos y estigmatizamos. Nadie sabe quién está en la trastienda.

¿Hay miedo a hablar de ellos?

Hablar de los malos siempre da miedo y eso les concede impunidad para trabajar. A esas personas no se les respeta pero se les tiene miedo. No sabemos su rostro ni están señalados. La invisibilidad les permite trabajar de manera impune.

El mundo del cine, que conoce bien, ¿es muy machista?

Es un mundo masculinizado. Nosotras hemos empezado mucho más tarde y hoy en día las cineastas somos la mirada invisible. El cine no es plural ni diverso. Somos el 50% de la sociedad, del talento, y en las carteleras no hay mujeres. En los Goya tampoco. No estamos en el cine, siempre somos las madres o las amantes. No tenemos los papeles protagonistas en la mayoría de los casos. El cine de los hombres es universal y el nuestro es para las mujeres.

A partir de los 45 años, ¿las actrices lo tiene más difícil?

Escriben y dirigen hombres, por lo que los protagonistas son ellos. Y lo que quieren son niñas de 20 años haciendo de mujeres de 35 o 40 años. Y cuando cumples 40, solo te queda hacer de abuela. Los contenidos también están masculinizados. La discriminación positiva es necesaria para igualar la industria. Una vez que entremos las mujeres, el talento será lo que prime. Necesitamos referentes, yo he sido directora tarde porque cuando era pequeña no había referentes.

¿Cómo valora el #MeToo

Me parece maravilloso, valiente y necesario. Basta ya de callar. Hablamos de un ámbito con mucho altavoz. Se puede extrapolar a cientos de ámbitos en los que las mujeres han sufrido acoso sexual toda la vida y no han podido hacer nada. No se atrevían porque de ello dependían su trabajo, su familia y sus hijos. Hasta estaba normalizado. Este movimiento es un grito para no callar ante la violencia de género. Tenemos que seguir trabajando hacia un mundo en igualdad.

¿Un problema es la banalización del sexo en el porno?

Para los jóvenes, la prostitución forma parte del ocio. En pocos casos conocen el delito que hay detrás. Tenemos que informales de la realidad que esconden la prostitución y la trata. Este negocio siempre se nutre de las mujeres pobres y migrantes. Los chavales no lo distinguen y piensan sólo en divertirse.

Elche quiere una ordenanza para acabar con la prostitución, ¿es el camino a seguir?

El camino es el abolicionismo. La laxitud de las leyes es la que propicia este delito. Abolir no significa prohibir. Lo que hay que ir es contra las mafias, las redes, los traficantes y los proxenetas.