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Los estrictos controles en la Nit de l'Albà reducen al mínimo las incidencias

Decenas de agentes inspeccionan barrios para evitar el lanzamiento de carretillas e intensifican la vigilancia en las pedanías

Los agentes patrullaron desde primera hora de la tarde varios puntos de la ciudad y en las pedanías. aNTONIO AMORÓS

Elche vivió ayer uno de los días más extraños que se recuerdan en décadas. El olor a pólvora se difuminó por las terrazas y los campos mientras que la ausencia de la Palmera de la Virgen dejó en el recuerdo una Nit de l'Albà amarga y silenciosa para intentar ganarle la batalla al coronavirus. Sin embargo, desde primera hora de la tarde se escuchaba algún que otro estruendo esporádico por varios puntos de la ciudad. Las ganas de fiesta estaban a medio gas. Aún y así, el Ayuntamiento desplegó un extenso dispositivo policial, que durante el grueso de las fiestas asciende a 550 agentes locales, Policía Nacional y Guardia Civil, para controlar por barrios y pedanías que se cumplen las distancia sociales y que nadie lanzaba carretillas, teniendo en cuenta que este año tampoco se ha habilitado ninguna zona de lanzamiento de estos artefactos para prevenir grandes concentraciones.

Sin embargo, sí que se sintieron durante la tarde y parte de la noche las cohetàs que se lanzaban desde algunas terrazas, balcones y zonas residenciales rurales a pesar de que el Consistorio lleva días avisando a la población que ya que han quedado suspendidas las fiestas patronales se eviten también los encuentros numerosos para reducir el riesgo de nuevos brotes de covid-19. El foco también estuvo puesto ayer en el entorno del Martínez Valero, ya que al disputarse el play off entre el Elche y el Zaragoza fueron varias las patrullas que se desplazaron a la zona para vigilar que no se formaban grandes corrillos en los bares del estadio. El dispositivo arrancó a las 16 horas en la avenida de Novelda junto al bar Mallorca y a partir de las 19 horas el grueso del operativo se desplazó a algunos puntos «calientes» como el barrio de Porfirio Pascual. La imagen en la zona era totalmente atípica, al menos por la tarde, ya que no se veían usuarios lanzando carretillas de manera clandestina como siempre ocurre y era mínimo el bullicio de niños tirando petardos por las calles. Al cierre de esta edición apenas se interpusieron sanciones por hacer uso de estos productos pirotécnicos.

En cuanto al despliegue de medios sanitarios, hubo efectivos de Cruz Roja y Dya. Estos últimos dispusieron de dos ambulancias y no tenían «puntos calientes» que cubrir porque había poco movimiento por las calles, indicaba el responsable de Dya, Antonio Tarí, en comparación a cualquier otra noche del 13 de agosto. El Parque de Bomberos de Elche esta vez no contó con refuerzos ya que esperaban que la jornada fuese pacífica, aunque sí que pusieron la vista en las posibles incidencias este año en las pedanías, teniendo en cuenta que ayer se celebraron muchas reuniones familiares y de amigos en campos para disfrutar de la tradición, y seguramente tomarían juntos la sandía para seguir la costumbre aunque el nivel de pólvora no fuera suficiente como para resecar la garganta de los ilicitanos.

Que la jornada fuese más tranquila de lo que se esperaba pudo deberse a varios factores. El cumplimiento de las normas sanitarias o las dudas que había por una parte de la población sobre el uso que podían o no hacer de la pirotecnia, ya que este año el alcalde, Carlos González, no ha dictado un bando que permita el lanzamiento de cohetes durante estos días, por lo que la población supuestamente debía cumplir la ordenanza de contaminación acústica.

Por otra parte los más aficionados a los fuegos artificiales se vieron motivados por las tiendas de pirotecnia que vendieron a particulares porque defendían la legalidad de usar estos artefactos.

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