Hace 25 años Julián Pastor y Francisca Julia Pérez fueron los primeros que se daban el «sí quiero» en el Ayuntamiento de Elche. Desde entonces el salón de plenos de la casa consistorial ha sido testigo de 3.359 bodas. En 2018 Eloy y Celia, dos mellizos de cinco meses se convertían en los primeros bebés de la historia de la ciudad que participaban en un acogimiento civil con el que se les daba la bienvenida a la ciudadanía. El tirón de estas ceremonias laicas ha llevado al equipo de gobierno de PSOE y Compromís a crear un reglamento para regular cómo y quiénes pueden participar, establecer unas normas y concretar sus efectos jurídicos.
El Ayuntamiento, en el marco de un Estado que se define aconfesional en la Constitución Española, ha querido fomentar como uno de sus servicios al ciudadano tanto los enlaces como las presentaciones a la comunidad de los recién nacidos en un momento en el que los sacramentos religiosos están en declive.
El alcalde, Carlos González, justificó la necesidad de crear este reglamento ante el interés que están mostrando recientemente los padres en celebrar acogimientos civiles. «Ante la demanda que hay hemos creído conveniente que hace falta una regulación de estas ceremonias, crear un procedimiento administrativo que establezca cómo se tienen que hacer y de paso hemos aprovechado para hacer lo mismo con las bodas», aseguró.
Efectos
Y así, la normativa municipal que estará en exposición pública hasta el 5 de abril, deja claro, entre otras cosas, que los matrimonios civiles tienen efectos jurídicos, mientras que las bienvenidas a la ciudadanía solo tienen un valor social, son celebraciones simbólicas y solemnes en las que los padres hacen público su deseo de educar al recién nacido en los valores cívicos de la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Infancia. Para poder celebrar estos actos, hay que cumplir varios requisitos: se ofrece a niños y niñas en sus primeros doce meses de vida, que estén empadronados en Elche, o cuyo padre, madre o ambos lo estén. En esta ceremonia novedosa los progenitores también se comprometen públicamente a defender y proteger sus derechos y educarlos conforme a valores éticos. Todo ello se plasma en una carta de bienvenida a la ciudadanía.
¿Y qué cuestan? Para ambas ceremonias el Ayuntamiento cobra 126,56 euros y si se retransmiten por redes sociales 151,56 euros. Para facilitar las reservas del salón de plenos el Consistorio está creando una web propia «para modernizar y mejorar el servicio y ya permite escoger la fecha de manera online», explicó el primer edil. Con el nuevo reglamento también se establecen una serie de normas para ambas celebraciones.
Como anécdota, permite poner la música que quieran sus protagonistas, adornar con flores el salón de plenos aunque prohíbe tirar arroz o pétalos para «mantener el decoro y limpieza» y lanzar cohetes.
Evolución
Aunque por el momento el salón de plenos solo ha acogido un «bautizo» civil que ofició el alcalde, según Carlos González hay mucho interés y la previsión es que con la vuelta a la normalidad tras la pandemia se retomen estas celebraciones.
El coronavirus también ha pasado factura a las bodas y el pasado año se celebraron 54, a causa de las restricciones sanitarias. En cambio, para 2021 ya existen 56 reservas para matrimonios y se han oficiado seis. Desde que hace 25 años que los alcaldes pueden casar, el Consistorio ilicitano ha sido testigo de más de un centenar de enlaces cada año. El ejercicio que más novios contrajeron matrimonio civil fue 2008 con 176 bodas. Llama la atención descenso puntual que se experimentó hace tan solo dos años, cuando las uniones bajaron hasta las 79. El Ayuntamiento lo achaca a que a partir de 2019 se permitió que los notarios casaran.
