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Maite Pagaza: «El populismo quiere convertir al ciudadano en un soldado del odio a través de internet»

La eurodiputa Maite Pagaza, este viernes, durante su intervención en el CEU de Elche. | ANTONIO AMORÓS

Eurodiputada. El CEU ha acogido en Elche unas jornadas sobre la corrección política y el auge de los populismos. La eurodiputada Maite Pagaza ha clausurado las ponencias y, en esta entrevista, analiza las cuestiones tratadas en su visita a la ciudad y otras como el crecimiento del odio o la manipulación en las redes sociales.

¿Cómo valora el fenómeno del auge de los populismos?

Existe un aprovechamiento político masivo de la manipulación de la gente para llevarla al extremo y al fanatismo. Hay momentos de la historia de las sociedades en los que los populismos tienen oportunidades y generan problemas de convivencia. Los años treinta fueron una época de populismos y extremismos de ultraizquierda y ultraderecha. Todos conocemos las consecuencias, una desafortunada situación histórica que provocó guerras. Ahora, afortunadamente, estamos en un momento distinto.

¿Qué factores explican el crecimiento de este movimiento?

La nueva forma que tenemos de relacionarnos con la tecnología y las redes sociales provoca la desinformación. Quien pasaba desapercibido con discursos incendiarios ha encontrado una fórmula para introducirse en el centro de la opinión pública. Eso tensa nuestra sociedad. Cuando el populismo es minoritario, su daño también lo es. El problema es cuando los rasgos populistas se propagan desde partidos importantes o desde el poder. La erosión del sistema es importante porque los populistas intentan hacerse con todo el poder para que haya un pensamiento único. Y al que no piensa igual, se le ve como un mal ciudadano.

¿Puede poner algún ejemplo de esto último que comenta?

Cuando nos dicen que somos malos ciudadanos por comer carne, por ejemplo. Eso es una forma dogmática de ver la realidad y es muy negativo para la sociedad. La democracia se basa en la convivencia de los que pensamos distinto y el pluralismo es algo positivo, no una cosa que se tenga que discriminar. No hay que ser sectarios ni esclavos de los dogmas. Quieren que nos convirtamos en internet en soldados de los dogmas, el sectarismo y el odio. Lo mejor que podemos hacer contra el populismo es no dejarnos manipular.

¿Qué sucede cuando el populismo se hace con el poder?

Hablan mucho pero gestionan fatal. Son mentirosos, solo hay que ver el ejemplo de Venezuela. O el de Cataluña, que nos coge más cerca. Sus gobiernos son restrictivos y utilizan las administraciones para sus intereses. Ni respetan al ciudadano ni gestionan bien. Además del dogmatismo, manipulan las ideas y la historia con mentiras. Es uno de los fenómenos más importantes de nuestra época y hay que gestionarlo con calma. Si no, nosotros también nos convertiremos en seres airados, replicaremos sus maneras y seremos lo mismo.

Este caldo de cultivo genera movimientos homófobos como los vistos últimamente...

Ojalá no se conviertan en un instrumento para la confrontación política. Los delitos de odio existen. Nuestra oficina va a publicar un informe sobre esta cuestión con datos de seis países europeos entre los años 2015 y 2020. Es fácil ver la motivación del incidente de odio en los campos que rechazamos. Pero es difícil ver el odio cuando ese colectivo nos desagrada, como sucede con la intolerancia política. Cuando pegan a un joven en el País Vasco por ser del Partido Popular, el resto de formaciones se ponen de perfil y nunca lo condenan.

¿Qué se puede aprender sobre este tipo de conflictos?

Tenemos que aprender que la intolerancia hay que reconocerla en todas sus motivaciones para no ser cínicos ni manipuladores. Hay que atacar y minimizar las motivaciones de odio. Hay seres humanos que son capaces de desarrollar este instinto tan temible. Y eso no puede ser el «pim, pam, pum» de la política. Hay que ser rigurosos, serios y ofrecer ayuda a todas las víctimas.

Ahora que habla de víctimas cabe recordar todo el revuelo que ha causado el intento de homenaje al preso de ETA Parot...

En ningún país europeo las autoridades permitirían que eso existiera. Este año ha habido 61 actos de homenaje y muchos más de enaltecimiento. Es como si a los que cometen una violación en manada se les recibiera como personas importantes u héroes. Y hay quien pone en tela de juicio que las víctimas nos quejemos. Existe una asimetría y una insensibilidad en la sociedad con la intolerancia política. Estos hechos hay que reconocerlos para superarlos. Pero esta gente sigue teniendo poder político.

¿Cuál es la mejor receta para plantar cara a todo esto?

Hay que seguir trabajando y denunciando lo que es anormal sin desfallecer. Aunque hay momentos en los que el pensamiento imperante y las alianzas de poder no quieren encargarse de cosas necesarias, la verdad y la ética política se acaban abriendo camino. La intolerancia política en el País Vasco tiene que ver con que los herederos de ETA no han querido condenar y limpiar su pasado. En Cataluña ocurre algo similar con el nacionalismo identitario, que no quiere reconocer que es excluyente y que todo el mundo tiene que pasar por el aro. Eso es precisamente lo que está haciendo el Gobierno español.

¿Cómo definiría el momento actual de la política española?

Es un mal momento porque los chantajes dan poder. Pero se pasará, la sociedad española no va a erosionar todas sus estructuras. No podemos decir que Sánchez sea un líder populista. El problema que tiene es que el populismo de Podemos le afecta como una lluvia fina, con declaraciones como las que se han hecho en contra del Poder Judicial o la independencia de la justicia. Han querido aplicar leyes que la Comisión Europea ha frenado.

¿Falta libertad de expresión?

Cada grupo populista intenta imponer lo que es políticamente correcto, tanto los de izquierdas como los de derechas. Cuanto más poder tienen, más se nota. Utilizan masivamente las redes sociales y los algoritmos de la industria posicionan bien los pensamientos que van a la entraña porque les interesa que haya mucha utilización de las redes. Necesitamos ecosistemas digitales menos tóxicos, que no nos contaminen con pensamientos polarizados y sectarios. Hay que diferenciar entre las barbaridades que no son ilegales y lo que induce a cometer actos ilícitos.

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