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Tradición

Las Velles de Serra, una tradición ancestral de idas y venidas

La costumbre carnavalesca ilicitana para romper la Cuaresma

Uno de los comercios del centro que no faltaba nunca a esta tradición

Elche se llena de viejas en Cuaresma, viejas ilicitanas de faldas negras largas, de refajo y sobre todo viejas cargadas de sátira. Les Velles de Serra son una de las tradiciones más antiguas, a la par que desconocidas de la ciudad, una costumbre que se ha recuperado tantas veces como se ha perdido.

El miércoles central de la Cuaresma se sacan estos ninots o monigotes a las calles y a los balcones, cargados de mensajes burlescos sobre la vida social, política local o nacional. Este año vuelve después de dos años de parón con una participación más baja de lo habitual, alrededor de 10 participantes, entre colegios, particulares y negocios locales, que sacarán sus muñecos a relucir, aunque lo harán deslucidas por las lluvias que agitan la ciudad esta semana.

En 2015 también se perdió esta festividad, por desentendimiento de las corporación municipal y la asociación que se encargaba de organizarlo, el Patronato Histórico Artístico d' Elig (PAHCE), y se recuperó en 2018. Pero esto es solo la punta del iceberg de toda la historia que conllevan las velles.

Precisamente el PAHCE fue el encargado de recuperar esta tradición a principios de los 80, que se había perdido en la posguerra. José Payá, su histórico presidente, apostó por las velles, tras haber escuchado sobre ellas en boca de sus hermanos mayores, en su infancia. En 1981 se celebraba esta rescatada costumbre carnavalesca en forma de concurso.

El origen de estas figuras irónicas, que fueron estudiadas hasta por el historiador Pere Ibarra, va hasta las raíces de la antigua Ilici. Payá defiende que los habitantes de la vila murada, tras la reconquista cristiana, y al haber relegado a los judíos y musulmanes al Raval, colocaban sobre el muro defensivo del pueblo y mirando hacia la morería unas figuras grotescas, disfrazadas de soldados romanos, algo que desencadenaría en les Velles de Serra.

La edición de 2019 en la que participaron varios colegios del municipio ANTONIO AMOROS

Pero sus orígenes también desembocan lógicamente en la festividad cristiana de la Cuaresma. Si en muchas ciudades del mundo se celebra el Carnaval, como un ritual de paso a esta época sagrada, en Elche celebramos una particular ruptura de la Cuaresma con estos monigotes, un corto tramo temporal que permitía antaño, que la gente se relajase de las restricciones que la Iglesia imponía a sus fieles. Cuando el sacerdote colgaba por un día sus vestiduras moradas, para ponerse unas de color rosa, significaba que ya se había alcanzado el primer tramo de los cuarenta días de sacrificios en pos de la llegada a la Semana Santa.

Se ha llegado hasta a señalar les Velles como un precedente de las Fallas de València, fallas que se llegaron también a celebrar en la ciudad de Elche en los años 40, como fiestas primaverales en el barrio de San José, pero se terminaron prohibiendo por el alcalde de la época por varios problemas vecinales.

En nuestra historia moderna, José Payá ha sido el encargado de pervivir la costumbre de les Velles de Serra, lo hace este año, como presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionistas Ilicitanos y respaldado esta vez por el Ayuntamiento, que ha destinado distintos premios monetarios, desde los 300 a los 75 euros, para las diversas categorías del concurso.

Folklore compartido

Pero no es exclusivamente ilicitana la costumbre de les Velles de Serra, otras poblaciones como Callosa del Segura o Cocentaina tienen sus particulares ninots para celebrar esta festividad.

En Cocentaina la tradición se transcribe, pero a los muñecos se les llaman nanos. En Callosa se "parte la vieja", en la localidad vecina representan a la Cuaresma como una anciana con siete piernas, que se van arrancando cada semana de este periodo sagrado, el último día se parte el muñeco y los vecinos salen con cestas, de la misma manera en que hace mucho tiempo en Elche, durante este miércoles las familias salían, recogiendo huevos que los vecinos les donaban durante esta festividad.

Esta última parte de la tradición comparte rasgos en común con la Salpassa, una antigua tradición valenciana en la que el cura bendecía las casas del pueblo con sal, y recibía huevos y otros alimentos, que más tarde se usarían para hacer las monas de Pascua.

Sin duda, aunque les Velles de Serra dejen constancia en diversas poblaciones españolas, algunas localidades gallegas, leonesas o los vecinos de la Vega Baja, es en esta ciudad donde cobra sentido la festividad.

Esta fiesta, a pesar de tratarse de sátira y de temas para adultos, también dejaba su particular hueco a los más jóvenes ilicitanos. En concreto el fin de esta fiesta, a las 10 de la mañana, cuando Calendura empezaba a tocar, los más pequeños se proveían de piedras y comenzaban a apedrear a los muñecos, con la mala suerte de que, quien se hubiera olvidado de recoger su muñeco del balcón, se quedaba sin muñeco y sin ventana.

Un fin de fiesta agridulce, en la que estos muñecos, que servían como forma de libertad de expresión y como amable tradición, terminaban mal. En la actualidad no hay pedradas pero a veces no hay ni muñeco, porque esta tradición centenaria pierde adeptos entre los ilicitanos. Algo que si podría desembocar en la desaparición de la celebración.

Pero bien es cierto que esta tradición ha sobrevivido al tiempo y a generaciones de ilicitanos, casi tan antigua como la Cuaresma, ha servido para sacar a las calles de la ciudad una parte del folklore que disponemos. Y aunque un día nos quedemos sin Velles de Serra, seguro que surgen els "joves de serra", que continúen el legado de nuestros ancestros, el de Pere Ibarra, José Payá y el de tantos vecinos volcados con la fiesta. Un legado cultural que nos hace ricos y orgullosos de esta ciudad milenaria.

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