"Los comportamientos que benefician a los demás, denominados prosociales, no son exclusivos de los humanos, sino que se conservan en diferentes especies, incluidas las ratas, dada su importancia para la supervivencia. Estos comportamientos altruistas favorecen el desarrollo de interacciones sociales positivas, como la cooperación, que sustentan el bienestar individual y grupal". Esta es una de las principales conclusiones del último trabajo del grupo de Circuitos Neuronales de la Conducta Social, del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, que lidera la doctora Cristina Márquez Vega. Lo que han descubierto es que la jerarquía social es un modulador fundamental de las conductas prosociales, mientras que el sexo o el grado de familiaridad no afectan a estos comportamientos.

"Hay varios factores que modulan los comportamientos prosociales -dicen los investigadores-, entre ellos la familiaridad y el estatus social. En relación con este último, la adaptación flexible de la toma de decisiones en función de la jerarquía social puede ser una estrategia de supervivencia crucial. Sin embargo, se sabe poco sobre los correlatos conductuales que promueven las elecciones en beneficio de otros miembros de la comunidad, denominadas prosociales".

Ratones de laboratorio, en una imagen de archivo Fernando Alvarado/EFE

Los investigadores han llegado a la conclusión de que es especialmente llamativo que las conductas “altruistas” por parte de los individuos que ocupan los puestos más altos en la jerarquía social (dominantes), están impulsadas por sus subordinados, con su acercamiento a los líderes y el aumento de vocalizaciones positivas o afiliativas cuando preveían que estos iban a comportarse de forma egoísta.

"Este comportamiento de comunicación multimodal por parte de los animales sumisos indica sus necesidades, atrae la atención de los líderes y fomenta de forma más rápida las conductas prosociales por parte de las ratas dominantes. Además observaron que el lenguaje corporal es un feedback fundamental que permite a los líderes conocer el efecto de sus acciones sobre sus subordinados", afirman.

El trabajo liderado por Márquez proporciona una mejor comprensión de la dinámica de comportamiento que influye en la selección de acciones por parte de los líderes tras la percepción de señales socialmente relevantes y para la toma de decisiones sociales, según se ha publicado hoy en la revista especializada Current Biology, .

TOMA DE DECISIONES SOCIALES

“Con este trabajo hemos evaluado cómo las ratas de laboratorio adaptan su decisión de ayudar o no ayudar en función del contexto social para identificar cómo los animales incorporan las acciones de los demás en la toma de decisiones sociales”, explica Cristina Márquez, quien ha liderado el estudio, cuyo primer autor es Michael Gachomba.

Para abordar esta cuestión, los investigadores han utilizado una tarea de dos opciones en la que las ratas pueden proporcionar recompensas a un congénere en ausencia de beneficio propio o comportarse de forma egoísta, y han evaluado qué condiciones promueven la prosocialidad manipulando el contexto social de los animales.

En trabajos previos el equipo de Márquez había demostrado que las ratas macho se comportan de forma prosocial, proporcionando comida a un congénere conocido en ausencia de beneficio propio, y que la conducta de búsqueda de comida mostrada por parte de los que recibirán la ayuda es necesaria para que surja la prosocialidad. En este nuevo trabajo que se publica hoy, los investigadores han utilizado la misma tarea para averiguar cuáles son los factores que promueven o dificultan la prosocialidad mediante la modulación de la familiaridad, el sexo y el estatus social de los animales que interactúan.

Partían de la hipótesis de que las interacciones sociales previas a la elección podrían ser cruciales para aumentar la relevancia social de los intentos de los individuos receptores por alcanzar la comida y, por tanto, esa conducta podría impulsar a los líderes a entender que sus elecciones tienen un impacto en los demás.

Joan Esteve Agraz, Cristina Márquez y Michael Gachomba, los responsables del estudio de Neurociencias Stuart Ingham

Con este objetivo “primero identificamos las condiciones sociales en las que se pueden detectar diferencias en la prosocialidad y después realizamos un análisis refinado de las interacciones sociales observadas”, señala Gachomba. “Queríamos entender por qué hay individuos que ayudan más a otros, o que no ayudan. Era una pregunta importante que aún no tenía respuesta” explica Joan Esteve-Agraz, también autor en el estudio.

Así han demostrado que, tal y como se ha observado en primates no humanos, las ratas macho dominantes son más prosociales, con una aparición más rápida de las acciones prosociales. “Más allá de la descripción de este efecto, desentrañamos los correlatos conductuales que lo provocan basándonos en el análisis de las interacciones sociales”, aclara Cristina Márquez

“Curiosamente, hemos visto que los mayores niveles de prosocialidad de los dominantes o líderes, son consecuencia de que sus compañeros sumisos son mejores comunicando sus necesidades y, por tanto, son capaces de modificar el comportamiento del dominante. Este interesante efecto surge en forma de dinámica social multimodal y pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta la bidireccionalidad de las interacciones sociales en la toma de decisiones”.

Gachomba añade, “normalmente pensamos en los sujetos dominantes como más agresivos, pero en este estudio describimos que no es así, si no que también prestan más atención a las necesidades de los otros”. Además, con la identificación de las dinámicas conductuales implicadas durante el proceso de ayuda, el estudio permitirá avanzar en la investigación de cómo el cerebro y sus circuitos interpretan las acciones de los demás en la toma de decisiones sociales, un proceso complejo y que resulta afectado en diferentes trastornos sociales, como por ejemplo los trastornos del espectro autista o trastornos de personalidad antisocial.

Este estudio ha sido financiado por La Fundación estadounidense Brain & Behavior Research Foundation (NARSAD Young Investigator Grant 26478), la Fundación “la Caixa” (ID 100010434), la Fundación Bial (250/16), la Fundación Carolina y la Agencia Estatal de Investigación (RTI2018-097843-B-100)