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Presidenta de la comisión de igualdad del Congreso, ministra de cultura que trajo la dama en 2006
Carmen Calvo

Carmen Calvo: "Las posiciones de los técnicos son muy rigurosas y los políticos estamos para asumir riesgos"

Carmen Calvo, posando para una entrevista durante su etapa como vicepresidenta del Gobierno de España. | A. J. GONZÁLEZ

La entrevista se realiza por teléfono. La actual presidenta de la comisión de Igualdad atiende desde el Congreso de los Diputados. Se la escucha cercana. Cualquier pregunta sobre aquel préstamo, sin verla, seguro que le devuelve una sonrisa de añoranza.

¿Es usted una mujer a la que le gusten los homenajes?

Yo encajo la vida pública, la política, con una cierta austeridad, con una cierta discreción. He de reconocer que me ha sorprendido porque fue hace ya tantos años que yo decidí que en Elche pudieran disfrutar de la Dama que me ha sorprendido de una manera muy curiosa porque creo que la política está tan endemoniada, tan llena de maldad, que me he encontrado de repente una generosidad muy bella. Me quedé un poco como sorprendida porque hace tantos años que me sorprende que en política piensen que hacemos cosas tan nobles. Por mi parte tengo que reconocer que yo hice lo que creía que tenía que hacer como ministra de Cultura.

¿Cuál es su primer recuerdo de la Dama de Elche?

De estudiante, la había visto con mi instituto en el Arqueológico Nacional. Yo, que soy andaluza, tenía el conocimiento de la otra dama, de la de Baza. Y luego tengo una anécdota de la Dama de Elche, de aquel préstamo a Elche que la suelo contar mucho...

...cuénteme.

Cuando estuvo en Elche pusimos unas pantallas para que desde el Arqueológico Nacional se viera cómo estaba. De esos visionados que se grabaron alguien me dijo: «Te va a gustar mucho una cosa muy impresionante». Había una señora que se acercaba a la Dama y, con gran devoción, se santiguaba porque esa era la mejor manera de reconocerla. De asumirla como suya. Y nos quedamos todos impresionados en mi despacho. Se mantuvo el anonimato de aquella señora, pero estoy segura de que era una mujer de Elche que con todo su corazón se vinculaba a la Dama santiguándose. Era el gesto que se hace en el catolicismo frente a las figuras sagradas. Me quedé muy sorprendida. Es una anécdota que suelo contar entre amigos, o con otros políticos, por cómo la gente ama su patrimonio de una manera tan profunda.

Yo a usted la recuerdo en una imagen de mayo de 2006 (aparece en esta entrevista), agachada junto a la Dama, ya embalada en una caja, para ser transportada a Elche...

Sé perfectamente de qué imagen me habla. Porque yo había sido consejera de Cultura del Gobierno andaluz. No entendía la cerrazón con la ley en la mano para no llevarla los seis meses que la ley permite para que se pudiera disfrutar en Elche. Yo he estado mucho tiempo haciendo gestión cultural con lo que he acabado entendiendo lo que significa sentimentalmente las cosas para los ciudadanos. Al margen ya de las cuestiones más racionales, yo entendía por qué la gente de Elche quería verla, quería tenerla. Y la negativa era sin fundamento. Así que cuando llegué al Ministerio de Cultura y puse todo en marcha para que pudiera estar allí, con lo que la ley permite, yo era muy consciente de lo que eso significaba para los ciudadanos, porque yo no llegué al Ministerio desconociendo la materia, sino todo lo contrario: conociendo lo que se mueve en la cultura. Y por eso estoy arrodillada de alguna manera, como vinculándome a ella, porque sabía que hacía un viaje muy querido y necesario para que estuviera con su gente, en su lugar. Ahí hay también el reconocimiento de lo que yo sabía que significaba para la gente y cuando una mujer se santigua delante de la Dama es porque estamos moviendo cosas del corazón.

Tanto en 2006 como ahora, han sido los técnicos los que han argumentado para que la Dama no fuera prestada... Usted también se encontró unos técnicos contrarios, pero consiguió aquel préstamo.

Por eso es bueno que en política haya gente que conozca los asuntos, le repito. Los políticos no tenemos que ser especialistas, pero sí tenemos que ser muy rigurosos. Yo sé perfectamente cuáles son las posiciones de los técnicos, son posiciones muy rigurosas en las que no se asume ningún riesgo. Pero la política está para asumir riesgos y yo asumí el que viniera a Elche el tiempo que la ley permitía. Y como yo lo había visto desde Andalucía dije: «Tomemos todas las medidas de seguridad, de traslado, que nos deje a todos tranquilos». Y cuando esto se decide con rigor suele salir bien. Es verdad que el Ayuntamiento puso absolutamente todo lo que estaba de su parte porque las ganas eran tan grandes. Hizo la remodelación que se hizo para albergarla. Todo se hizo bien, pero los técnicos suelen tomar siempre las decisiones que son rigurosas, pero para eso estamos los políticos, que tomamos esa decisión, que entraña un riesgo, que era la alegría que iba a suponer para todos los ilicitanos tenerla allí sabiendo que forma parte de un patrimonio común de todos los españoles en primerísima linea de importancia. Y eso es lo que hacemos los políticos, arriesgarnos, y eso es lo que hice con el asesoramiento técnico para que se produjera bien.

Con el ministro Miquel Iceta entiendo que no ha hablado de este asunto porque usted le hubiera dado muy buen consejo...

Yo comprendo perfectamente al ministro Iceta, que tiene que cumplir la ley. Yo entiendo que desde Elche se la quiera tener siempre, pero como comprendo y lo he vivido durante mucho tiempo que en muchos territorios les gustaría que sus bienes estuvieran en su tierra, pero eso no tiene ningún sentido, entre otras razones porque la ley defiende el patrimonio común de todos los españoles, que está en los museos que son de todos y tenemos patrimonios de todos los rincones de nuestro país. Ahora bien, encontré un hueco que era posible, que era llevarla lo que la ley permite. A partir de los seis meses un ministro estaría cometiendo un delito si el bien no está donde le corresponde. Yo comprendo que los ministros cumplan la ley en los términos que consideren oportuno. Yo consideré oportuno que cumplir la ley era llevarla, disfrutarla todo el mundo, que todo el mundo supiera.. ¡Vamos! porque ese es su nombre, es un patrimonio sentimental de Elche, porque esa es su Dama, yo hice lo que la ley me permitía, tomando una decisión completamente política, frente a los argumentos que se habían estado utilizando los años anteriores, ya que los técnicos no lo permitían. Yo hice justo lo contrario de los gobiernos anteriores: poner la técnica al servicio de una cuestión política, que creo que es ahora lo que de manera bellísima, generosa e inesperada me he encontrado cuando en Elche se han acordado de mí.

Pero al ministro Iceta, lo que se le ha planteado es lo mismo que a usted, una cesión temporal.

Pero la cesión temporal no existe, lo que existe es un viaje por un plazo máximo de seis meses que permite la ley. La palabra cesión implica un acuerdo jurídico de desplazamiento de un bien. Lo más que es posible es el préstamo para una exposición por ese tiempo y en ese sentido desconozco lo que el ministro haya hablado con las autoridades locales y se esté planteando. No se pueden ceder, sólo llevar a exposiciones temporales, nada más.

Igual he utilizado mal el término, debía haber dicho préstamo no cesión....

Exactamente, igual que se presta una pieza de El Prado para una exposición en València o una pieza del antropológico para A Coruña. No sé en que términos está trabajando el ministro, la ley permite préstamos hasta un máximo de seis meses. Yo eso lo decidí porque yo ya estaba gestionando cultura en Andalucía y observaba cómo los argumentos que utilizaban los gobiernos del Partido Popular eran de alguna manera insostenibles. Entendía que era posible prestarla seis meses para una exposición. Yo vi que era justo hacerlo y lo hice, lo que la ley me permitía, y lo disfruté mucho porque fui a visitarla a Elche. Estuve otro año en el Misteri. Me ha producido mucha emoción porque Elche es una ciudad muy importante. Todos los sabemos en ese sentido, yo como ministra quise rendir admiración al Misteri, tengo un recuerdo fabuloso por su originalidad.

Pero sí le recomendaría al ministro un préstamo por su propia experiencia.

No, y a los ministros no les recomiendo nada. Sé la dureza de estar en un ministerio, he estado en dos gobiernos de España, con Zapatero y Sánchez, a Iceta no le doy consejos, es muy razonable e inteligente. Lo que digo es que las piezas del patrimonio nacional no se puede desmembrar. Yo eso lo viví porque de pronto un territorio te pide piezas que están en el Museo del Prado, por ejemplo los Picasso, Murillo o Velázquez, que son todos de Andalucía. Mire, tengo muchos vínculos con la Comunidad Valenciana que me gusta recordar. Yo negocié la venida de los Sorolla con la Hispanic Society para que pudieran venir porque me parecía que era fascinante que vieran la visión territorial que tenía.

¿No cree entonces que hay miedo a que un préstamo de la Dama fuera como una espita que movilizara a otros municipios y comunidades a reclamar aquellas piezas de su patrimonio que el Gobierno custodia?

Lo sé seguro porque lo he vivido, aunque a veces estas cosas no se hacen públicas pero cartas a mi mesa diciendo que una pieza que está en.... u otra que se conserva en... quieren volver a tenerla, o que las piezas.... eso era todos los días. Eso tiene un sentido que no se puede aceptar pero que se tiene que entender. España ha pasado de un viejo estado centralista, de una Dictadura, a una Democracia con derecho a la autonomía política. Y de repente hemos estado construyendo estos territorios. Y la cultura forma parte de la identidad, es muy importante. Así que yo comprender es que lo comprendía, cómo no lo voy a comprender. Pero desde el punto de vista constitucional somos un solo estado. Y lo que fuera de España ven de nosotros es una gran nación, con una cultura poderosísima, y lo es porque es una cultura común, aunque tengamos otras lenguas e identidades territoriales. El objetivo de un ministro de Cultura es mantener este patrimonio común entendido desde un punto de vista inteligente, así que el patrimonio común que yo modestamente pretendía atender era que la Dama de Elche, que es una gran pieza del patrimonio de todos los españoles, es de Elche, así que si la ley me permitía llevarla, la iba a llevar para que la tuvieran.

Tuvo entonces usted también presiones tras el préstamo de la Dama...

Claro, claro...muchísimas y de todo tipo porque llegaban cartas que decían que las piezas eran suyas emocionalmente. Eso tiene un efecto dominó, las capitales tienes piezas de los pueblos y los pueblos las reivindican. Yo soy de un pueblo y la gente de mi pueblo quería que piezas que estaban en la capital, en Córdoba, tenían que volver. Por eso hay que ser rigurosos con la ley, con políticas sensibles, que es lo que traté de hacer frente al «no». Que la gente pueda ir a verla, que vean que es un orgullo para todos los españoles, que la Dama es una pieza extraña e impactante y por eso al principio le decía que me ha sorprendido que estando la política tan desagradable se hayan acordado de mí.

De aquel viaje a Elche, ¿la Dama volvió sin deperfectos?

No los hubo. Somos un país que tiene los mejores técnicos y especialistas, porque lo he comprobado, porque tenemos una cantidad de oficios conexos con la protección. Tenemos los mejores especialistas para mover patrimonio, por eso me lancé. No tenemos que tener miedo, tenemos que tener vigilancia. Había que hacerlo todo muy bien, y todo muy bien se hizo. En eso la política tiene momentos muy gratos.

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