Trabajar en positivo para conseguir mejores resultados. Es una lección que sirve para todo en la vida y que ha seguido el instituto Severo Ochoa de Elche para convencer a sus alumnos de los beneficios de despegarse de las pantallas y de la realidad virtual que éstas muestran. Con esta filosofía y con un carné de puntos de convivencia como si fuera el de conducir, que se restan en caso de multa, los estudiantes afrontan como nunca el nuevo curso.
En este centro del polígono de Carrús una pancarta anuncia desde hace unas semanas que arrancaron las clases que el instituto es «libre de móviles», lo que significa que nadie puede sacar de sus mochilas los dispositivos electrónicos, ni en clase, ni por los pasillos, ni en el patio. La directriz es clara y si los alumnos incumplen se enfrentan a consecuencias que van desde la pérdida de puntos en ese carné, el requisamiento del móvil, hasta la realización de horas extra para realizar trabajo escolar o la expulsión, en los extremos más graves.
La primera vez que los chavales se olvidan de las normas que tienen para este curso y son pillados con los teléfonos en la mano, éstos se les confiscan durante una mañana. A continuación, tal y como explica la directora del centro, Mercedes Valero, firman un compromiso de que no volverán a saltarse la directriz y que les sirve para reflexionar sobre lo ocurrido.
Pero esta disciplina que está aplicando el instituto para atajar la adicción a las redes sociales y a internet tiene su contrapartida en la hora del recreo. Y es que los patios se han convertido en lugares lúdicos para combatir ese vacío que para algunos alumnos les ha supuesto tener que olvidarse del móvil.
Pimpón
Para ello, el Severo Ochoa ha decidido apostar por facilitar juegos de mesa tradicionales y deportivos como el pimpón, además de actividades de expresión corporal. Todo ello, para fomentar la interacción, el contacto cara a cara y reducir el aislamiento que estaban provocando los dispositivos entre algunos alumnos. Acabar con la marea de niños con móviles es el complicado y a la vez gratificante desafío que se ha propuesto este centro de secundaria en una sociedad cada vez más hiperconectada que afecta a jóvenes y adultos. Una realidad que acarrea problemas muy preocupantes.
Como ejemplo, en Elche, la Unidad de Prevención Comunitaria de Conductas Adictivas (UPCCA) del Ayuntamiento ha detectado ya a pequeños de solo cinco años de edad ya con síntomas de adicción al móvil. Otro dato; Derechos Sociales efectuó también en Elche 332 intervenciones en 2020, de las que el 51% estuvieron relacionadas con el abuso de «smartphones»», «tablets», videoconsolas y ordenadores.
