El fallecimiento de José Antonio García Moya, presidente y fundador de la marmolera alicantina García Moya, ha provocado la consternación dentro de un sector que no atraviesa su mejor momento. Alrededor de 500 personas se dieron cita ayer en la parroquia de Nuestra Señora de Gracia de Alicante para dar el último adiós a uno de los empresarios más importantes del sector de la piedra natural. Diversas personalidades del mundo empresarial alicantino, especialmente del sector del mármol, así como trabajadores de su empresa y cargos políticos quisieron estar al lado de la familia en el funeral del empresario. Tras el funeral, sus restos viajaron hacia el cementerio de La Romana, su localidad de origen, donde se les dio sepultura.

Con más de cincuenta años de experiencia en el mundo empresarial, tras fundar su compañía García Moya en 1952, sus compañeros le recuerdan como uno de los pioneros en el sector de la piedra natural. José Antonio comenzó su andadura en el sector del mármol y supo crear una empresa que, siendo familiar, se ha convertido en una de las más grandes. José Antonio participó activamente en la promoción de la piedra natural, tanto desde su posición de presidente de Mármol de Alicante, entidad de la que estuvo al frente durante cinco años, como en el resto de cargos que desempeñó en diversas asociaciones empresariales. Al dejar la presidencia de los marmolistas, recuerda su sucesor en el cargo, Mariano de Juan, pasó a desempeñar el cargo de vicepresidente, participando activamente en todas las iniciativas promovidas por Mármol de Alicante hasta el último momento, ya que los asociados pidieron que se mantuviese cerca de la entidad. Hasta el último día estuvo al corriente de la delicada situación que atraviesa el sector actualmente. "Sabiendo como sabía que estaba enfermo, conociendo su situación, ha estado siempre a nuestro lado y se ha preocupado por los temas que nos afectan a todos".

El gerente de Mármol de Alicante, Juan Fernando Guillén, recordaba ayer la figura de José Antonio como una persona trabajadora y sensible a las inquietudes de la gente. "Hemos estado juntos en infinidad de ferias y misiones comerciales a países de todo el mundo. Si tuviese que destacar algo, sería su capacidad de relacionarse con todo el mundo. Era un dechado de corrección y, sobre todo, buscaba la concordia entre todos". La diferencia de edad con muchos de sus compañeros industriales nunca fue un problema ya que "era de espíritu joven y muy inquieto. José Antonio daba la talla en todo".