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Un árbol para peregrinar

Cientos de personas visitan el emblemático castaño de Indias del Xorret de Catí para abrazarlo en plena floración

Dos jóvenes abrazándose al castaño de Indias de Catí para cumplir un ritual que cada año atrae a más personas hasta este enclave natural de Castalla y Petrer. | ÁXEL ÁLVAREZ

El castaño de Indias del Xorret de Catí vuelve a ser punto de encuentro para cientos de personas que, año tras año, aguardan la llegada de la primavera para visitarlo y disfrutar de su espectacular floración. El emblemático y monumental «Aesculus hippocastanum» se ha convertido en fuente de peregrinación para los amantes de la naturaleza cuando nacen sus flores blancas, en forma piramidal, con corola de cinco pétalos y cáliz de campana. La mayoría de los «peregrinos» proceden de las comarcas del Alto y Medio Vinalopó, l’Alacantí y la Foia de Castalla. Pero también los hay que se desplazan de otras provincias limítrofes, e incluso desde la Región de Murcia, hasta el privilegiado paraje natural que comparten Petrer y Castalla.

El singular árbol alcanza ahora su máxima belleza con la floración. | ÁXEL ÁLVAREZ

El ejemplar se encuentra a dos kilómetros del hotel propiedad de la Diputación de Alicante. Un edificio enclavado en una área recreativa que lleva años cerrado a pesar de los anunciados y reiterados intentos por abrirlo. Un plácido paseo a pie llano, en un entorno de gran belleza, conduce hasta el frondoso castaño.

Cuando llega su momento de máximo esplendor recibe visitas todos los días. Pero durante los fines de semana el reguero de personas es continuo. Sobre todo sábados y domingos desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde. Familias enteras, corredores, senderistas, ciclistas, moteros, ecologistas y también algún que otro urbanita acuden a cumplir con una costumbre cada vez más extendida. Todos toman fotografías y vídeos para inmortalizar el momento y compartirlo con amigos, compañeros y familiares. Pero también los hay que llevan a cabo el ritual de abrazar y besar el tronco para mostrarle cariño y gratitud. No hay árbol en el Paisaje Protegido de la Sierra del Cid y el Maigmó que reciba tantos halagos y sea objeto de tanta admiración como el castaño de Indias. De lejos le sigue el abeto de los Chaparrales de Petrer, que todos los años es decorado por los montañeros para celebrar la Navidad.

Pocos castaños de Indias hay de estas características en la provincia. Entre otras razones porque requiere de un clima templado. El ejemplar de Catí supera los 30 metros de altura y se necesitan al menos dos personas adultas para poder rodear su robusto tronco cogiéndose de las manos. Llamado originalmente Aesculus hippocastanumhippo, «hippo=caballo y castanum=castaña», en la antigüedad se utilizaban sus frutos, muy parecidos a las castañas, para alimentar a caballos, mulas y burros. Sin embargo no es comestible para el hombre por su alta toxicidad.

Procede del norte de India -de ahí su nombre- pero «conquistó» grandes franjas de terreno en Asia Menor. Sus semillas fueron adquiridas por el naturalista portugués Carlos Clusio en Constantinopla, en el año 1576, y sembradas en Viena hasta extenderse asimismo por toda Europa. De hecho también se le considera originario de los montes del Pindo y Balcanes.

Su semilla tiene potentes efectos antiinflamatorios y vasoconstrictores, siendo empleada para tratar varices, flebitis y hemorroides. Los curanderos utilizaban antaño su corteza para combatir la fiebre y retrasar la alopecia. Pero quienes visitan al castaño del Xorret de Catí lo hacen atraídos por su belleza y para cumplir con un ritual de gratitud ante una naturaleza cada vez más amenazada.

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