Un año después del incendio forestal que calcinó 140 hectáreas de pinar y monte bajo en la sierra de la Zafra y Las Pedrizas de Monóvar la zona presenta un aspecto desolador. La masa vegetal sigue carbonizada y el paisaje teñido de gris ceniza. De momento la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica no ha llevado a cabo ninguna actuación para regenerar el enclave natural. Según se ha indicado desde la propia Conselleria, es necesario respetar un periodo de tiempo donde los técnicos realizan un seguimiento de la regeneración forestal natural. Pasado el plazo es cuando ya se puede diseñar, sobre la montaña, un proyecto de recuperación y ordenación. Además, según precisan las mismas fuentes, en el incendio ocurrido en la pedanía monovera de La Romaneta la mayor parte de los terrenos afectados son particulares, lo que hace necesario una intervención mixta.
También el presidente del grupo ecologista Heliaca de Monóvar ha señalado que «lo mejor en estos momentos es esperar a que sea la naturaleza la que se recupere utilizando sus propios recursos. Ha sido un buen año por las abundantes lluvias y también la pandemia ha reducido la presión social sobre los espacios naturales. Así que ahora hay que confiar en que la vegetación rebrote y el paisaje se recupere», ha señalado Antonio Martínez mostrándose, no obstante, muy crítico con la «inacción» de la concejalía de Medio Ambiente de Monóvar. «Ha sido el incendio más grave que hemos sufrido en los últimos años y seguimos esperando a que el concejal nos informe de las gestiones realizadas y también que convoque el Consejo Municipal de Medio Ambiente para abordar esta cuestión», ha denunciado el responsable de Heliaca.
El fuego se declaró el 16 de julio de 2020 y los bomberos necesitaron tres días para sofocarlo. El origen pudo ser una quema incontrolada de rastrojos, cuyo responsable fue detenido por la Guardia Civil y posteriormente puesto en libertad provisional con la obligación de comparecer mensualmente en el juzgado. La evolución de las llamas se vio favorecida por la abrupta orografía y el viento cambiante, lo que obligó a una docena de desalojos en las casas de campo de la zona. La fauna habitual -zorro, jabalí, jineta, garduña y rapaces- ha desaparecido del enclave al igual que la flora asociada al pinar devastado por el fuego.
