El Museo Dámaso Navarro de Petrer ha conmemorado sus cuatro años de historia mostrando el legado íbero de la comarca a través de una serie de actos que girarán en torno a la escultura íbera del Toro de El Chorrillo. Con tal fin el arqueólogo José Daniel Busquier ha elaborado una reproducción en 3D, a tamaño real, de esta pieza que se descubrió fortuitamente en el año 1906, mientras se estaban realizando unas obras en el paraje rural de El Chorrillo donde confluyen los términos municipales de Sax, Elda y Petrer.
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La evolución en el siglo VII a.C. de las comunidades que se asentaron en la vertiente oriental de la península, unida a los contactos con otras culturas procedentes del Mediterráneo, originaron la aparición de la cultura ibérica.
Los territorios que a día de hoy forman parte de Petrer, Elda y Sax pertenecían a la Contestania, y en su interior se han localizado cuatro asentamientos ibéricos. El Chorrillo (siglos VI–III a.C.) es el que presenta mayores dimensiones y se localiza a ambos lados de las terrazas del río Vinalopó.
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Hallazgo casual
Fue en el año 1906 cuando, de manera fortuita, se localizó en la partida rural de El Chorrillo una escultura ibérica de bulto redondo que representaba a un toro en reposo. Tallada en piedra caliza, tenía unas dimensiones de casi 1 metro de longitud por algo más de 60 cm de altura, y presentaba las patas delanteras y traseras plegadas hacia el interior. En el rostro aparecen los ojos marcados, la boca entreabierta y los orificios nasales.
Lamentablemente, en la actualidad se desconoce el paradero de esta escultura, ya que desapareció a los pocos años de su descubrimiento.
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A ocho metros bajo tierra se encontraba el toro ibérico junto a otros bloques de piedra caliza reutilizados por los lugareños como cimentación del molino de Senabre. La pieza fue descubierta por un grupo de trabajadores que realizaban obras cerca del río Vinalopó para reconvertir las viejas instalaciones del molino en una moderna fábrica de luz.
Tres años más tarde el ingeniero y militar González Simancas visitó la comarca y plasmó el descubrimiento en uno de los cuadernos de campo que tiempo después le sirvieron de base para elaborar su catálogo del patrimonio histórico de la provincia de Alicante. El erudito llegó incluso a entrevistarse con el obrero de Petrer que sacó el toro a la luz y en sus anotaciones también aparece una breve descripción de la pieza e incluso un dibujo.
En busca del toro perdido
A partir de ese momento la escultura desaparece sin dejar rastro alguno. Durante cien años no se ha sabido nada más de ella hasta que en junio de 2007 el Museo Arqueológico de Elda conseguía recuperar tres fotografías del toro -de las que ni siquiera había constancia- realizadas tras el descubrimiento. El artífice fue el director del museo, el arqueólogo Antonio Poveda, gracias a las gestiones realizadas con la profesora de Prehistoria Teresa Chapa, especialista en arte ibérico y autora de una interesante tesis sobre esta materia.
En paradero desconocido
Según explicó entonces Antonio Poveda, la profesora conservaba unas fotografías del bóvido que en su día le pasó el profesor Martín Almagro. El material gráfico fue cedido al Museo Arqueológico de Elda y su director inició los primeros contactos con diversos colegas de Cataluña para tratar de encontrar la pieza. «Creemos que después del hallazgo fue trasladada a Barcelona y allí podría estar expuesta en algún museo o formar parte de los fondos del mismo», indicó el arqueólogo en 2007. Pues bien, 16 años después el paradero del Toro del Chorrillo sigue siendo un misterio. "Hice diversas gestiones en València y Barcelona en museos públicos y el resultado fue negativo. Parece que pudo acabar en manos privadas...", señalaba ayer Poveda a este diario puntualizando que "la escultura apareció en el viejo molino de Senabre que está en término municipal de Elda".
Tecnología al servicio del patrimonio
El uso de la impresión 3D para acercar el patrimonio histórico y arqueológico a cualquier tipo de público, puede convertirse en un recurso de gran valor para trasladar la información histórica a la didáctica.
La recreación de piezas históricas en tres dimensiones tiene un objetivo que va más allá de que los visitantes puedan tener en sus propias manos aquellas piezas que nunca podrían tocar en un museo. Se abre ante nosotros un abanico de posibilidades, que permiten hacer accesible la historia a personas que, de una forma u otra, no tendrían la posibilidad de acceder a ella, o también, como es el caso del Toro de El Chorrillo, de recuperar una parte del pasado que pensábamos que, de otra forma, no podría encontrarse.