Un mundo extraterrestre en Villena

La Laguna constituye un reducto del origen de la vida y su composición y radiación es más propia de otros planetas que de la Tierra

Pérez Gil

Pérez Gil

Las Salinas de Villena son un mundo extraterrestre al lado de casa. Constituyen un «trocito» del origen de la vida en La Tierra o en otros planetas del sistema solar. Los seres que viven en ellas, los llamados extremófilos, son auténticos supervivientes capaces de soportar condiciones de vida límite completamente diferentes a los que se dan hoy en día. Por su hipersalinidad y su alta radiación solar las Lagunas de Villena forman uno de esos ambientes extremos. Un reducto del planeta primitivo que, según explica el bioquímico Basilio José Zafrilla Requena, da lugar a «un ambiente y un paisaje casi extraterrestre, propio de otros tiempos y otros planetas, que no desentona con las imágenes que la NASA está obteniendo en Marte».

La Laguna de Villena es una gran depresión situada cerca de Las Virtudes con dos explotaciones mineras que extraen sal a través de pozos situados en la cabecera y en la cola. A diferencia de la laguna rosa de Torrevieja y los saleros de Santa Pola, que se alimentan del agua del mar, en Villena se dan características muy singulares. El enclave es un depósito natural que almacena las aguas superficiales de las montañas de alrededor. Sin embargo, por la persistencia de enfermedades como el paludismo, debido a la proliferación de mosquitos, se drenó artificialmente en 1803 desaguándose al Vinalopó a través de la construcción de la acequia del Rey. Pero se trata de una zona muy rica en aguas subterráneas que atraviesan un estrato de yesos y sal del Triásico que, por movimientos de las placas tectónicas y la proximidad de la superficie, hacen aflorar un aporte hídrico hipersalino. De hecho, contiene cien veces más de sal en el mismo volumen que el agua del mar. Y a pesar de ello hay organismos capaces de sobrevivir en unas condiciones tan extremas. Sumergir a cualquier ser vivo en estos caudales superdeshidratantes supondría su muerte porque, para compensar un contraste tan acentuado de concentración salina, el agua que hay en el interior de las células tiende a salir hacia afuera. Pero no es el único problema. Las nocivas radiaciones solares de los meses de julio y agosto, y sobre todo de la luz ultravioleta, puede ocasionar daños biológicos irreversibles al generar mutaciones en el ADN. Sin embargo hay organismo capaces de prosperar en ese ambiente extraterrestre. Pero solo los halófilos moderados y extremos han logrado sobrevivir en la Laguna de Villena. Para ello han modificado su maquinaria celular y han desarrollado la capacidad de disipar la radiación ultravioleta.

Como productor primario la «reina de las salinas» es una alga unicelular, la Dunaliella salina, que cambia de tono de verde a naranja en los meses de alta radiación. «Por su resistencia creo que podría convertirse en el primer organismo llevado desde la Tierra a Marte», explica Zafrilla Requena. Y, como consumidor primario de la Laguna de Villena, el profesor del departamento de Agroquímica y Bioquímica de la UA cita a la Artemia salina, «cuyo aspecto me recuerda al Alien de la película» aunque en este caso solo mide un centímetro. En situaciones límite es capaz de generar huevos que pueden desecarse por completo y cuando vuelve el agua eclosionan. También hay descomponedores -Halobacteriaceae- extramadamente resistentes y versátiles. «Son organismos con superpoderes y parecen extraídos de una película de ciencia ficción», destaca el experto haciendo buena la frase: «Hay otros mundos, pero están en éste».