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Pactos de gobierno, vía habitual en Europa e inexplorada en el Congreso

Los resultados abocan a los partidos a pactar, un escenario habitual en los ámbitos autonómicos

Merkel y Schulz, en la firma del pacto en Berlín entre CDU y SPD. REUTERS

Los resultados de las elecciones generales colocan a España ante la tesitura que preveían las encuestas y que llevaba meses en el debate político. La necesidad de pactar se abre paso en los despachos de los partidos como nunca antes dada la fragmentación del voto que se ha producido en estos comicios. Las coaliciones de gobierno han sido relativamente frecuentes en los planos autonómicos y municipales, pero nunca se han dado en el ámbito del Congreso y el Senado. Los pactos son posibilidades sugeridas -el año pasado Podemos se la reclamó a Pedro Sánchez y Rajoy se la ofreció al PSOE tras las elecciones de 2015-, pero no abiertamente exploradas. ¿Razones? En un país con un marcado bipartidismo hasta hace unos años, se las ha considerado sinónimo de inestabilidad e imposibles de desarrollar en una cultura política en la que el deseo de aglutinar las cuotas máximas de poder ha marcado la agenda.

Los pactos han sido frecuentes en el ámbito autonómico, pero el tradicional bipartidismo en el Congreso ha hecho de este instrumento una vía inédita

"Los gobiernos de coalición son una tendencia en nuestro entorno. Parece una anomalía que en países del tamaño y dimensión de España no se hubiera formalizado una antes", dice Miguel Ángel Presno Linera, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Oviedo y autor del blog jurídico 'El derecho y el revés'. El histórico bipartidismo de España, favorecido por la ley D'Hondt, que favorece a la formación que vence en las elecciones, deja paso a un Congreso de los Diputados mucho más fragmentado, aunque con mayoría del bloque de la izquierda. Tradicionalmente, PSOE y PP se han apoyado en los partidos nacionalistas cuando han necesitado su respaldo, una fórmula "cómoda" para las formaciones de ámbito estatal, explica Presno, puesto que a "los nacionalistas no les ha interesado entrar en el Gobierno" y se conformaban con acuerdos puntuales por lo general en los Presupuestos.

Las coaliciones gubernamentales son muy habituales en Europa. La cultura del pacto está mucho más extendida en países como Portugal, Italia o Alemania, por citar algunos de los vecinos europeos de referencia para España. No obstante, cada acuerdo es conclusión de unas circunstancias políticas propias y en cada país se enfrenta a dificultades de distinto rango. Es decir, que cada paisaje político es variopinto.

El primer ministro luso, el socialista Antonio Costa, encabeza un Gobierno junto al Bloque de Izquierda y el Partido Comunista. En la imagen, con Sánchez y Macron. EFE

Por ejemplo, en Berlín la llamada 'gran coalición' es un clásico del funcionamiento parlamentario. Angela Merkel, canciller desde 2005 por la conservadora CDU, ha gobernado junto a los socialdemócratas del SDP en tres legislaturas (2005-2009, 2013-2018 y la presente). El profesor de la Universidad de Oviedo cree que los acuerdos en Alemania pueden ser una fórmula a transitar en lo que concierne a "transparencia" y "claridad" en los compromisos. "Allí se da una negociación previa antes de firmar y los pactos son muy minuciosos. Los ciudadanos saben qué cabe esperar de estos acuerdos. Aquí todo suele ser más opaco. Estaría bien que, si vamos a inaugurar una nueva cultura del pacto, se conozca qué se va a acordar", explica Presno. En España, las coaliciones de gobierno suelen ser vistas con recelos por algunos sectores de los partidos, por entender que suelen arrinconar al partido minoritario. El profesor de la Universidad de Oviedo considera que la presencia en el Gobierno de miembros de los partidos que formen ese Ejecutivo, en lugar de una mera fórmula de apoyo puntual en el Parlamento, puede generar una mayor confianza entre las distintas partes.

"Los gobiernos de coalición son una tendencia en nuestro entorno. En Alemania se da una negociación previa antes de firmar y los pactos son muy minuciosos"

Miguel Ángel Presno Linera, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Oviedo

"Puede ocurrir que el partido con menos votos presente una mayor resistencia a entrar en el Gobierno porque cree que el primero se va a apuntar los tantos de la gestión. Eso depende del cálculo de costes y beneficios que haga cada partido, pero está claro que a todos los partidos les conviene estar dentro porque eso les da más visibilidad y probabilidades de que salgan adelante sus propuestas".

El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, con sus socios de Gobierno, Mónica Oltra (Compromís) y Antonio Estañ (Podemos). Germán Caballero

No obstante, el ciclo electoral . Restan las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, citas que los partidos han mirado de reojo hasta ahora y en las que van poner gran parte de su atención a partir de ahora. Este calendario puede condicionar la formación del próximo Gobierno en el Congreso de los Diputados, cree el experto asturiano, que no ve probable un cambio en la inercia del voto.

Otros países con gobiernos de coalición

Otros países también cuentan con gobiernos de coalición. En Portugal, las elecciones de 2015 arrojaron un ajustado triunfo de la derecha, pero el Partido Socialista, el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista alcanzaron un acuerdo para un gobierno que continúa operativo. En Italia, por último, se da uno de los pactos más peculiares: Cinco Estrellas, el partido de la llamada 'antipolítica' y con una sopa de ideas que mezcla izquierda y derecha, gobierna junto a la Liga de Matteo Salvini, uno de los partidos ultras más fuertes de Europa. En Francia, por el contrario, y pese a lo fragmentado del actual panorama, el partido de Emmanuel Macron y antes los socialistas de François Hollande han logrado sacar adelante sus ejecutivos en solitario.

Es probable que cualquier decisión deba esperar a que pasen las elecciones autonómicas, municipales y europeas del próximo 26 de mayo, una cita que también condicionará el futuro

Muchos de estas decisiones vienen condicionadas cada vez en mayor medida por el auge de la ultraderecha. Es significativo el caso de Alemania, donde la pujanza en las últimas elecciones de AfD relanzó la necesidad y la vocación de acuerdo de socialdemócratas y conservadores. Algo similar ocurre en Suecia. Un 'cordón sanitario' que nació en Francia, el primer país en el que la extrema derecha de la familia Le Pen adquirió a principios de este siglo una fuerza inesperada. No obstante, la ultraderecha está presente, ya sea en los gobiernos o dando apoyo desde fuera, en diversos ejecutivos. Uno de los ejemplos es Austria. Desde las elecciones de octubre 2017 gobierna una coalición formada por el conservador ÖVP y el partido ultraderechista FPO.

Sin embargo, lo que es inédito es la política nacional es mucho más habitual en los ámbitos autonómicos y municipales. Ahí está el reciente pacto en Andalucía entre PP y Ciudadanos, el de la Comunitat Valenciana (PSPV-PSOE, Compromís y Podemos) o el que gobernó Galicia (PSdG-PSOE y BNG) de 2005 a 2009. El tripartito compuesto por PSC, ERC e IU dirigió la Generalitat de Cataluña desde 2003 a 2010. En el País Vasco, los acuerdos entre PNV y socialistas se extendieron desde 1987 a 1998, y se reeditaron en 2016.

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