Gema Amor pertenece a un producto muy de Benidorm, a una factoría de políticos de raza con tirón mediático capaces de trascender las fronteras locales. Antes que ella, ése fue el caso del exalcalde, expresidente de la Generalitat y exministro Eduardo Zaplana, del que Amor se considera heredera de la misma forma que también se proclama guardiana del legado de otro exalcalde, Vicente Pérez Devesa, fallecido en 2006. De hecho, el PP de Zaplana y el de Pérez Devesa fue el PP de Amor: en ese partido comenzó su trayectoria política y en ese partido lo fue casi todo: consellera de Turismo, diputada autonómica, presidenta del Patronato Provincial de Turismo€ Fueron los años dorados del zaplanismo, que empezó a caer en decadencia en la pasada década coincidiendo con el agrio enfrentamiento que mantuvo Amor con el exalcalde popular Manuel Pérez Fenoll y con el propio Camps. Aquella dura batalla con los nuevos propietarios del partido de la gaviota la indujeron a tomar la decisión política más difícil y arriesgada de su vida: marcharse del PP y fundar un nuevo partido, hoy llamado Liberales. Y, para demostrar que siempre triplica el riesgo de la apuesta, en este último mandato aún hizo algo más difícil: pactó con la izquierda, con el PSOE de Agustín Navarro. Utiliza su apellido para promocionar su ideario político: «Benidorm es amor», proclama en la campaña mientras perfila con sus manos un corazón. Una forma de expresar su compromiso con su pueblo natal. Un símbolo de identidad.