El actual delegado del Hércules Quique Sala fue la última persona que habló con Enrique Castro, «Quini», fallecido el martes a los 68 años, antes de su secuestro el 1 de marzo de 1981. El exportero blanquiazul fue raptado por tres delincuentes comunes pocos minutos después de un Barcelona-Hércules que finalizó con un abultado 6-0, con dos goles de «El Brujo». Sala nunca olvidará los ánimos que le dio la estrella azulgrana nada más concluir el duelo. «Ese partido lo jugué lesionado y Quini lo sabía. Cuando todos sus compañeros estaban saludando a la grada desde el centro del campo, él se apartó, vino hacia mí y me dio ánimos. Me dijo que era muy joven (tenía 22 años entonces) y que tenía que levantarme», recuerda Sala, que ahora cuenta 59 años y ejerce de delegado blanquiazul.

Pero la anécdota no acaba ahí. «Tras ducharnos cada uno en nuestro vestuario, luego coincidimos en la salida del Nou Camp y le acompañé hasta su coche. Lo que pasó después todo el mundo lo sabe», añade Sala.

El jugador azulgrana se marchó a casa a cenar y cuando iba a salir al aeropuerto para recoger a su mujer fue raptado a punta de pistola por tres individuos, que le llevaron a un zulo de madera en Zaragoza, construido en el sótano de un taller. Quini pasó un mes secuestrado por dos mecánicos y un electricista en paro, años después les perdonó y además no quiso cobrar ninguna indemnización. Unos 30 años más tarde, Sala y «El Brujo» se reencontraron en el Rico Pérez. «Yo entonces estaba de gerente de la tienda y él vino a saludarme, algo que demuestra su categoría humana, era un amor de persona. En sus años de delegado del Sporting dejó un grandísimo recuerdo, era detallista, cariñoso y humilde», asegura Sala.

Por otra parte, los hermanos González, Manolo y Paco, utilleros del Hércules durante toda una vida, guardan también un par de anécdotas deliciosas sobre el que fuera siete veces pichichi (cinco en Primera con el Barcelona y dos en Segunda con el Sporting). «En 1984 jugamos dos partidos seguidos en Barcelona, uno de Copa contra el primer equipo y, dos días mas tarde, uno de Liga contra el filial, por lo que nos quedamos a hacer noche allí, en un hotel que estaba frente al campo. La seguridad no era como ahora y, después del encuentro del Copa, los jugadores se fueron andando hasta el hotel. Paco y yo salimos los últimos un poco cargados con el botiquín. Quini nos vio y se empeñó en llevarnos en su coche, algo que demuestra qué tipo de persona era. En aquellos años 'El Brujo' era una estrella», recuerda Manolo González.

La otra anécdota es más reciente: «Fue delegado del Sporting durante muchos años y tenía la costumbre de esperar en el hotel de Gijón a los equipos que íbamos allí para recibirnos, algo de lo que no tenía ninguna necesidad», explica González, quien prosigue: «Pues uno de los viajes en autobús se nos complicó, no recuerdo bien el motivo. El caso es que llegamos pasadas las once de la noche al hotel y la sorpresa fue que estaba allí a esas horas, no se me olvidará nunca», recuerda.