El tiempo pesa tanto como la responsabilidad. Mientras Sergio Buenacasa veía volar hacia el área el centro medido de David Sánchez, no pensó en los más de dos años de sequía anotadora que llevaba acumulados, ni en los días malos, ni en las tardes observando contrariado a sus compañeros desde su asiento en el banquillo. Mientras el nueve del Hércules seguía con la mirada la trayectoria de la pelota, únicamente imaginaba una cosa: «esta va a ser la mía».

Y lo fue. La maniobra genial del mediapunta madrileño en la banda derecha la culminó con éxito el zaragozano. Lo hizo después de fintar a su marcador para que creyera que se dirigía al primer palo, levantar la mano izquierda, la de la venda blanca, para llamar la atención de su compañero y, con la fe que dan las ganas inmensas de triunfar, conectar un cabezazo picado que se coló entre las piernas de Leandro tras botar en la hierba.

El suspense que medió entre su testarazo y la confirmación del colegiado la transformó Buenacasa en un grito de rabia que resonó en la enormidad ausente del estadio cuando corría a abrazar al autor de la asistencia. El gesto de felicidad en su mueca rota por el esfuerzo lo explicaba todo, acaba de poner fin a una racha maldita de más de dos años sin ver puerta, estrellando balones en los postes, preguntándose si se le habría olvidado el sabor de la felicidad.

El tanto en el derbi, frente al Orihuela, el que sirvió para derribar el muro de Albadalejo y allanar sobremanera el camino hacia la victoria -la tercera consecutiva en Liga como local, la única con él como titular-, fue el primero después de una espera infinita.

La última vez que Buenacasa mandó un balón a la red en un partido oficial fue el 31 de octubre de 2018. Mallorca y Valladolid se en enfrentaban en la ida de la Copa del Rey en Son Moix. Sergio vivió los dos tantos de Daniele Verde, dos zurdazos prodigiosos, desde su asumida suplencia.

Salió en la segunda parte con la eliminatoria muy cuesta arriba después de una hora de juego. Siete minutos después, Baba, desde la derecha, giró sobre sí y envió un balón llovida al área que el ahora delantero del Hércules, de nuevo con el ímpetu de su cráneo, dándole al cuero toda la fuerza que no traía, convirtió en el 2-1 definitivo.

Desde aquella noche agridulce para él, Buenacasa no había vuelto a celebrar un tanto. 21 ha coleccionado desde su debut con el Real Zaragoza en Segunda División en 2015. Con el Barakaldo, en Segunda B, consiguió su mejor cifra: 14, en la temporada 2017-18. Dos años y 22 días después, el nueve aragonés vuelve a reencontrarse con el gol. Con el Hércules habría podido hacerlo mucho antes. Seis ocasiones pasaron de largo, a la séptima fue la vencida. Comienza un nuevo tiempo, ojalá que sin demonios a la vista.