Antes de que los talibanes de la «memoria histórica» tilden esta contundente frase de fascista, franquista y demás epítetos que exteriorizan a voz en cuello, y amenacen con prohibirla, pongo en su exiguo conocimiento de la historia de nuestro país, en este caso de la futbolística, que la citada exclamación fue pronunciada allá por el año 20 en la olimpiada de Amberes, cuando la selección española que comandaba el gran Ricardo Zamora era una de las mejores del mundo, y el dictador de voz atiplada por entonces guerreaba por el norte de África comandando La Legión.

Así era la selección por aquellos tiempos, arrolladora en juego y en físico. Eran otros tiempos y a veces el balón entraba en la portería junto al portero y el defensa que se interponía ante el avance arrollador del delantero. Hace unos días hablaba de las vicisitudes del Hércules en estos últimos tiempos, sobre todo de los años que llevamos en la maldita Segunda B, con el padre de un periodista alicantino, y comentábamos que echábamos en falta, que nos hubiera gustado, un campeonato o al menos un inicio del mismo arrollador del Hércules, más militando en una categoría en la que por mucho que se intenten poner paños calientes, el equipo blanquiazul está obligado a ser siempre el candidato, el favorito. Luego la competición pondrá a cada uno en su lugar, pero es indiscutible que por historia, por población, por estadio, el equipo que representa a la ciudad de Alicante ha de serlo y estar siempre en la cabecera, y por qué no arrollando alguna vez.

Otros equipos lo hacen y/o lo han hecho en el pasado. Sin remontarnos mucho en el tiempo, quien no recuerda el campeonato arrollador del Mallorca que a mitad de temporada estaba ya prácticamente clasificado para la promoción y un poco más adelante aseguraba su primera plaza. Hoy, en la atípica temporada que nos ha tocado vivir con este dislate de subgrupos y coeficientes entre 102 equipos, en nuestro subgrupo B del grupo III, un equipo, también balear, pero en este caso de las islas pitiusas, que no es otro que el Ibiza, en segunda B tras comprar billete sobre billete la plaza que dejo vacante el Lorca, arrolla en la menguada primera vuelta. Los isleños llevan 19 puntos de 21 posibles, son los máximo goleadores con 12, y además el menos goleado, un tanto en contra. Eso es lo que se llama arrollar.

Borja en el partido contra el Villarreal B

Borja en el partido contra el Villarreal B

El porqué el Hércules en esta etapa bajo la tutela de la propiedad de Ortiz nunca lo ha hecho, arrollar, ni en los muchos años en la división de bronce, 12 en concreto, es un embrollo a despejar en una ecuación de demasiadas incógnitas y casi todas propiciadas por el que maneja la barca. Desde luego la sufrida afición herculana merece a todas luces una temporada en la que el adjetivo arrollador ligado al sustantivo Hércules, le confiera la tranquilidad de superar las dificultades propias de una competición deportiva con más seguridad de la habitual.

Parece que este año tampoco toca. Lo que sí que se ha hecho evidente tras siete jornadas, es que este Hércules esta confeccionado y armado para intentar no perder antes que para buscar con ansia la victoria. Sus números cantan, cinco goles a favor y dos en contra. Buen trabajo colectivo en defensa y descorazonador bagaje ofensivo. Seguimos como en anteriores temporadas sin meter un gol al arco iris. Mientras tanto me quedo con aquél grito impetuoso y competitivo de Belauste «a mí, Sabino, que los arrollo».