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Tribuna

Tiempos de telépatas y bandas de Música

Enrique Ortiz en el palco del Rico Pérez.

En 1990, el Hércules contrató a un vidente (le pagó el viaje y la comida) que decía que tenía gafado a Endika, aquel delantero que dio el último título de Copa al Athletic y que terminó retirándose por aquí. El caso es que la directiva blanquiazul, ante la insistencia del telépata Laureano Álvarez, aceptó y se lo llevó a Alzira en busca de arreglar un rumbo infame. De nada sirvió. El club del Luis Súñer será uno de los nuevos rivales que se encontrará el Hércules el próximo curso, en las catacumbas del fútbol imprevisible, cantera inagotable de anécdotas por la poca profesionalización de los presentes.

El Alzira surtió de más de una de estas insólitas historias que nutren la vida del Hércules. En 1992 su capitán, Cotino, jugó el partido e hizo de entrenador y hasta dio la rueda de prensa posterior vestido de corto. También el conjunto valenciano fue el primer rival de Enrique Ortiz como máximo accionista del Hércules, allá por 1999.

El Melilla, uno de los compañeros para la próxima temporada, también coincidió con el Hércules en épocas pasadas. En 1989 el club alicantino fue recibido en olor de multitudes en una extraña alianza de civilizaciones. La banda municipal tocó el himno de las Hogueras cuando el Hércules saltaba al campo. Nos ganaron. En la 63-64 el Melilla presenció el peor arbitraje de la historia de Alicante, el de Modol, que provocó la ira de muchos; entre ellos, la del herculano Paqui, que recibió 24 partidos de sanción por golpear a un juez de línea.

En 1972, un perro paralizó durante diez minutos un encuentro del Hércules en Puertollano. Sí, el Calvo Sotelo será otro nuevo amigo para la 21-22. Eso sí, al menos hay un recuerdo netamente brillante: contra ellos se ascendió a Primera a las 17.26 horas del 27 de marzo de 1966 con un gol de Ramón.

También vendrá el Toledo, equipo contra el que se estrenó en el Rico Pérez la célebre pancarta a favor del Karlsruher en 1993, club que había clavado siete goles al Valencia hacía unos días.

De Murcia estará el Águilas, club que dejó helada La Viña en 1960, cuando su entrenador sufrió una embolia durante el partido. El doctor Pérez Jordán le atendió y le llevó al Sanatorio de Campoamor. Le acompañarán el Mar Menor y el Real Murcia, otro noble de carné caducado. En nuestra memoria colectiva, aquel portero del Roldán que venía a principios de los noventa a jugar con pantalón largo de pijama.

También habrá derbis provinciales: La Nucía, Intercity y Eldense. Los azulgranas siempre dieron mucho juego. Antonio Ruiz, su técnico en la 88-89, dijo después de ganar a los alicantinos que él haría campeón al Hércules, pero que «solo fichan a entrenadores extranjeros». Marcel Domingo dirigía entonces a los blanquiazules. Loperena, emblemático presidente del Eldense en los ochenta, irrumpió en otra ocasión en el vestuario de los suyos para recriminarles un 6-0 del Hércules en Copa.

Marchamalo, Socuéllamos o Pulpileño serán otros de los compañeros de viaje del Hércules en esta sonrojante cuarta categoría. Humildes muchos, pero seguramente más estables que un club blanquiazul que desde que perdió la categoría hace ya un mes solo ha hecho que perder jugadores y mantener dirigentes. Que al menos la afición pueda viajar y presenciar anécdotas que recordar.

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