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Tribuna

100 años, 100 entrenadores (IX)

100 años, 100 entrenadores (IX)

En el verano de 1973 hubo movimiento en los despachos del Hércules, por entonces todavía ubicados en el número 18 de la calle Velázquez. El club había contratado a un nuevo técnico, el gallego Arsenio Iglesias, que había sido delantero de Primera y había subido como entrenador al Deportivo a la élite en 1971. Ni el más optimista de los presentes podría creer que aquel entrenador de 42 años llevaría al Hércules a su época más dorada y longeva en Primera. Su contratación vino acompañada de un cambio generacional y varios jugadores que habían sido referencia en los años oscuros de Tercera dijeron adiós definitivamente a la entidad. El delantero Marcos y el defensa Murcia fueron dos de ellos. Arsenio, por el contrario, se trajo a Manolete, que había sido internacional y lo había dirigido en Coruña, y también llegaron Nagy y Omar Rey. Mediado el curso llegaron dos jugadores que terminarían por dar el último empujón para que el Hércules lograra el ansiado ascenso a Primera: el vasco Betzuen y el sudamericano Aicart. El club retornó a la élite y estrenó estadio en agosto de 1974, entre un clima de optimismo e ilusión que inundó la ciudad de Alicante.

La historia es de sobra conocida, Arsenio se mantuvo en el banquillo cuatro temporadas seguidas, el Hércules se codeó con los grandes y en la 77-78 hubo cambio de inquilino. Para ese curso, Rico Pérez apostó por Felipe Mesones, un argentino con raíces en Murcia, donde comenzó a jugar y a entrenar y que todavía hoy sigue siendo el técnico con más partidos en la historia del Elche. El caso es que ser el sucesor de Arsenio era una tarea compleja y apenas duró 13 jornadas. El club optó por darle el timón a Benito Joanet, que había sido el segundo del «Bruixo». Joanet cogió el equipo en descenso a Segunda, logró salvarlo y permanecería en el banquillo del club hasta noviembre de 1979. Se caracterizó por ser un hombre serio y trabajador. «Arsenio y él eran como dos hermanos gemelos, muy responsables y muy trabajadores», recuerda Betzuen, pupilo de ambos. En el Hércules dejó multitud de anécdotas debido a su fuerte carácter. En febrero de 1979 el Espanyol terminó empatando un partido en el Rico Pérez que el Hércules ganaba 3-0. Joanet apareció en rueda de prensa con los nudillos ensangrentados y dijo una frase para la historia: «La culpa ha sido mía, no tengo ni puta idea».

Tras un partido con el eterno Pepe Rivera al frente como interino, en noviembre de 1979 aterrizó Koldo Aguirre, dos años y medio después de hacer al Athletic subcampeón de la UEFA (perdió contra la Juventus) y de Copa (contra el Betis). Como jugador fue un símbolo rojiblanco, formando parte de aquella generación apodada como la de «los 11 aldeanos» que ganó una Copa al Real Madrid. Con Koldo debutaron varios canteranos como Parra, Reces o el portero Sala, pero el equipo terminó cayendo a Segunda en 1982 después de ocho temporadas seguidas entre los grandes. Sus enfrentamientos con Giuliano y Kustudic, que acabó marchándose del club por esas discrepancias, marcaron su estancia en el Hércules. También fueron sonadas sus declaraciones tras caer eliminados por el Castilla en Copa, después de haber ganado la ida por 4-1. «He sentido vergüenza ajena», espetó. Aquel filial madridista, no obstante, llegó a la final del torneo, donde cayó ante el primer equipo del Real Madrid, sentando un precedente sobre la participación de los filiales en la Copa del Rey.

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