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El derbi que no quería serlo

Hércules e Intercity compiten hoy por el liderato del grupo 5 - Lo hacen una vuelta después del triunfo blanquiazul en Villafranqueza y separados por un punto - Sergio Mora no puede contar con Bikoro, César Moreno ni con Tano, y Gustavo Siviero tampoco podrá convocar a Víctor Poveda, Coco ni a José García

El derbi que no quería serlo

No existe la segunda oportunidad para una primera impresión. No se puede. Es imposible. Lo saben quienes mienten por convicción, quienes diseñan los eslóganes de crecepelo que corren por las arterias de la civilización como células cancerosas, los que disfrazan de colorida emoción su avaricia de brocha gorda. Retorna el derbi de la capital. Lo hace una vuelta después, en minúscula, sin acervo al que apelar por contraposición, sin resistencia, sin ganas de molestar. Vuelve el derbi sin dos bandos, sin forma natural, sin antagonistas ni malos farios. Los únicos que rivalizan esta tarde son los profesionales de uno y otro vestuario, de una y otra dirección técnica, de uno y otro consejo de administración. No hay murmullo en la calle, ni en los periódicos ni en las salas de espera. Vuelve el derbi que nunca quiso serlo.

El derbi que no quería serlo

A mitad de campeonato, ni siquiera se puede decir que Hércules e Intercity compartan la misma ciudad, de hecho, el conjunto negro ha jugado más veces esta temporada en Santa Pola que en la capital. El exilio, con empujón municipal, ha sido posible sin un motín de la grada, lo que da la justa dimensión y circunscribe el presente. Todo lo demás es humo a la venta para levantar muros de placas laminadas. Hecha la salvedad, las franquicias sí se juegan mucho.

Las dos anhelan lo mismo: escapar del sótano del fútbol y respirar el aíre limpio de LaLiga. Nada de lo que se sueña de puertas para adentro –en ambas fincas–, es viable con los equipos capeando temporales en un océano de nada en el que los gastos apabullan a los ingresos, siempre mínimos, invisibles. Hércules e Intercity oponen hoy sus excelentes dinámicas. Los blanquiazules han sumado 19 de los últimos 21 puntos y los negros acumulan 15 jornadas seguidas sin perder.

Frente a frente, dos estilos de juego muy engrasados y reconocibles, dos plantillas potentes, dos filosofías directivas casi opuestas. Siendo pragmáticos, sobre el césped del Rico Pérez se dirimen únicamente tres puntos. Cuesta creer que, tras lo visto en la primera vuelta (y con los argumentos exhibidos por los contendientes hasta hoy), un desenlace pernicioso para cualquiera de los contrincantes fuera a tener consecuencias graves o dejar secuelas perennes. No debería.

La defensa con tres centrales de Siviero, infalible desde el encaje en ella del bosnio Kecojevic, y los dos carrileros puros, Juanma Ortiz y Rofino, proyectados al ataque, han convertido al Intercity en un rival duro, incómodo, muy difícil de ganar que no necesita mimar la pelota ni circular con continuidad para crear peligro. Tampoco esa es la seña de identidad de Sergio Mora. El preparador madrileño, que ataca con una formación 4-1-4-1 y defiende con un 4-4-2 muy compacto también es imbatible. Y cuando el plan no les sale, ambas plantillas saben sufrir, compiten.

Sin Bikoro (haciendo historia para su país en la Copa de África) ni César Moreno (sancionado como Tano por acumulación de amarillas), el entrenador del Hércules debe armar un centro del campo inédito en el más amplio sentido de la palabra. Casi está obligado a hacer debutar de inicio a Borja Díaz, recién aterrizado y sin apenas contacto con el esquema de Mora. A pesar de la premura, es la mejor opción, sin duda.

Siviero, afectado por la muerte reciente de su madre, se sentará en el banquillo sin ánimo de revancha, aunque sí de reivindicación. Tampoco él tiene el centro del campo que ansía. Para el argentino, José García es un pilar básico y no se ha recuperado todavía de la rodilla. Vuelve Ferroni, indiscutible en la izquierda. En el único precedente de este «protoderbi», el Hércules se impuso en Villafranqueza con la grada copada por simpatizantes e hinchas del conjunto visitante. Esa noche, cuatro futbolistas fueron expulsados. Resulta evidente que la naturaleza de esta rivalidad en ciernes existe, pero no trasciende a la calle básicamente porque, ocurra lo que ocurra esta tarde, solo habrá una masa social interpelada.

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