Zaragoza B 1-1 Hércules CF

La Santa Faz intercede por un Hércules ramplón

Víctor Eimil mantiene el hilo de vida de los blanquiazules con un tanto en el descuento después de encajar el 1-0 en un córner en el minuto 81

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Tensión. Caminar lento. Sin mirarse, sin hablar, sin rastro de disfrute en las muecas agrias de los jugadores. Nadie sonríe, todo es angustia. Los tímidos gritos de ánimo son más un ritual gastado, casi fingido, que un signo de fuerza coral. De rodillas, con la mirada y los brazos señalando a un cielo empapado de azul, Jean Paul reza. Lo hace siempre que juega, lo hace sin saber si alguien ahí arriba le escucha, si sus plegarias sirven de algo, pero a él le tranquiliza. Le lleva dos minutos la rutina, luego salta, encoge las rodillas en el aire y se oye el pitido inicial.

Justo ahí, en ese silbido afilado que pone en alerta a la grada, comienza el calvario de todas las semanas para el Hércules. Noventa minutos de oportunidad malgastada, de tiempo que se quema, de segundos inservibles que se arrancan a tiras, que arañan los ojos de quien mira, que no valen de nada.

El colegiado anuló un gol a los maños señalando un fuera de juego muy dudoso en el minuto 57 que los aragoneses protestaron enérgicamente

La Liga brindaba otra oportunidad de, sin merecerlo, engancharse a la quinta plaza. Pero no hay forma. Ni en esa coyuntura supo el equipo de Lolo Escobar hacer notar su mayor peso, su mayor experiencia, su mayor talento. Salió, como casi siempre, atenazado, dando pases y pasos en falso, tropezando, despejando mal, dándole al enemigo el espacio y la facilidad necesaria para hacerle daño, para poner a prueba la valía de Carlos Abad, el único fichaje a la altura de su salario junto a Roger Riera.

El resto son marionetas tiesas, torpes, mal movidas, mal ensambladas en una estructura empeñada en buscar la cuadratura del círculo cada semana, todos los partidos. Y así es muy difícil lograr una identidad competitiva. Sin Míchel ni Toscano, con Maxi y César Moreno en paralelo, la distancia entre la salida del balón y el remate final era tan larga como la distancia recorrida en autocar el sábado de camino a Zaragoza.

Jean Paul N’Djolí corre hacia un balón en ataque con evidentes síntomas de agotamiento en el rostro durante el partido en la ciudad deportiva del Real Zaragoza.

Jean Paul N’Djolí corre hacia un balón en ataque con evidentes síntomas de agotamiento en el rostro durante el partido en la ciudad deportiva del Real Zaragoza. / Rubén Losada/LOF

Nada. Ni una ocasión efectiva, ni rastro del guardameta rival, aburrido debajo de su portería. El Hércules juega un fútbol inconexo, desvencijado, no es ni rocoso ni ágil, ni sólido ni flexible, es una mancha de grasa en mitad del césped que se mueve muy despacio, siempre previsible.

Pau Sans y Rastrojo sacaron provecho de los errores no forzados, algunos groseros, de Mario Gómez y César Moreno. Cuatro acciones cercanas al 1-0 entre los dos que o se marcharon fuera por poco o desbarató el portero canario del Hércules. Cuatro en media hora. Una, la última, salvada por Raúl Ruiz en el punto de penalti. Iban a por la quinta cuando el capitán volvió a anticiparse, a leer bien la línea de pase. Anuló la contra del Zaragoza y luego activó el ataque.

Luque Júnior se marcha por velocidad de sus marcadores y corre hacia al área del Zaragoza B.

Luque Júnior se marcha por velocidad de sus marcadores y corre hacia al área del Zaragoza B. / Rubén Losada/LOF

Sirvió a Alvarito justo delante de él, corrió a su lado para darle una salida, una pared, pero el extremeño no le hizo caso, corrió sin mirarle, armó la pierna desde la frontal y su lanzamiento cruzado se marchó muy cerca del poste. No se lo recriminó. Antes del descanso fue Artiles, en su función indefinida, quien cortó una jugada aragonesa.

Raúl le dio apoyo hasta que le llegó la pelota y, sin rencor, repitió la combinación con el extremo madrileño, que esta vez sí albergó la opción de asistir. Encontró a Jean Paul desmarcado dentro del área y el galo, que recibió de frente al marco, echó demasiado atrás el cuerpo en el momento de golpear y el gol, que estaba hecho al 85%, se evaporó por encima del larguero.

Segunda parte

Pese a la inoperancia global, no hubo rotaciones en la reanudación. Cuando las hay, siempre se paga caro. En el primer saque de esquina del Hércules, el envío directo busca a Jean Paul en el primer palo, pero el francés no llega y el bote lleva la bola al segundo poste. Allí emerge Riera. Su cabezazo franco, bien buscado, perfectamente atacado, se estrella en la madera y sacude parte de la cal de la línea de gol.

Se miraron todos. No puede ser. Otra vez. ¿Qué tenemos que hacer para marcar?, se decían con el gesto. Cualquier otro equipo habría aprovechado el temblor de piernas de un bloque joven, inexperto, que lucha por la permanencia, para seguir cargando el ataque, para hacerse grande. El Hércules no. Se quedó ahí, lamentándose en silencio, sin correr riesgos, sin fe.

Los jugadores del Hércules se lamentan después de encajar el 1-0 en un córner mal defendido.

Los jugadores del Hércules se lamentan después de encajar el 1-0 en un córner mal defendido. / Rubén Losada/LOF

El colegiado interpretó como fuera de juego un mano a mano, el enésimo, contra la meta de Abad, que esta vez no pudo atajar un balón que llegó a la red. No valió, menos mal... Eso terminó de adocenar a los blanquiazules. Para solucionarlo, Escobar se fijó en Víctor Eimil, primero, y en ¡Ander Vitoria!, después.

No falla. Al poco de maniobrar, de modificar la estructura de equipo, un córner botado por Pablo Cortés lo convierte Guillem Naranjo en el 1-0 con la cabeza, sin marcador alrededor, sin alguien que le molestara en el minuto 81, con un salto limpio, picándola borracho de soledad.

Víctor Eimil festeja el tanto del empate y sus compañeros corren tras él.

Víctor Eimil festeja el tanto del empate y sus compañeros corren tras él. / Rubén Losada/LOF

La temporada se iba por el sumidero, una más. Lolo metió a Míchel ¡y a Sergio Marcos! El filial del Zaragoza se replegó y la plegaria inicial del delantero francés debió conmover a la Santa Faz, que acabó intercediendo por el Hércules. El galo, con una maniobra sobresaliente, giró sobre sí mismo en carrera, engañó a todos, intuyó el desmarque de Eimil y trazó un pase hermoso al hueco que el lateral gallego, uno de los olvidados de Escobar, convirtió en el tanto del empate con un toque sutil en el descuento. Hay vida, sí; esperanza, apenas.

FICHA TÉCNICA

ZARAGOZA B: Rebollo, Juan Sebastián, Saturday, Operé, Borge (Javi Hernández, 89’), Isaiah (Castillo, 71’) Vaquero, Cortés, Rastrojo (Vallejo, 71’), Pau Sans (Jay, 46’) y Guillem Naranjo (Rubio, 84’).

HÉRCULES: Carlos, Ruiz, Riera, Mario Gómez (Ander Vitoria, 80’), Retu, Maxi, César Moreno (Sergio Marcos, 82’), Artiles (Eimil, 71’), Alvarito, Luque Júnior (Míchel, 82’) y Jean Paul.

GOLES: 1-0, Min.81: Guillem Naranjo. 1-1, Min.92: Víctor Eimil.

ÁRBITRO: Borja Martínez García (Logroño). T. Amarillas: para Sans, Saturday y Vallejo, del Zaragoza B, y para Mario Gómez, Maxi, Riera, Retuerta y Sergio Marcos. Sin expulsiones.

ESTADIO: Ciudad deportiva del Real Zaragoza con medio centenar de herculanos presentes en la grada.