Un Hércules intrascendente acepta el empate en La Nucía

Diez puntos en diez semanas. Un mes y medio sin ganar. Cuatro empates seguidos. Más de 300 minutos sin marcar, conformándose con lo mínimo, con correr a la desesperada, creyendo el entrenador que será el oportuno soplo del viento de poniente el que revierta la pésima situación futbolística, una que va camino de convertirse en un desastre sin paliativos vista la deriva que ha cogido el proyecto, calcando números de descenso en la segunda vuelta.

No hay forma de que el Hércules haga un gol. Ni siquiera al colista, al equipo de los seis cambios de preparador este curso, al que le han metido 45 goles esta temporada, al que siete equipos –cinco de ellos de la parte media-baja de la clasificación– le han ganado en su estadio, el mismo que hasta ayer había encadenado 5 derrotas.

El colegiado expulsó a Josema en el 82’ y el equipo de la Marina dispuso entonces de ocasiones muy claras

El bloque de Rubén Torrecilla insiste en su intrascendencia ofensiva, en su búsqueda de soluciones moviendo a Miguel Marí de una posición a otra como si no hubiera otra manera, ninguna más, como si el mediocentro llegado cuando el equipo ya había sido campeón de invierno fuera el único antídoto contra los ataques espesos, contra la lejanía de Marcos Mendes con la pelota, como si el futbolista cedido por el Eldense sin apenas uso resultara esencial en un concepto grupal que no se reconoce en ataque precisamente desde que él cumplió su sueño de vestir de blanquiazul. Su incidencia está a años luz de lo indiscutible que parece ser para el técnico.

Cuando no se gana todo es más feo irremisiblemente, pero eso no explica por qué el Hércules no hace nada productivo con la pelota ni siquiera en encuentros como el de ayer, en el que la tuvo la mayor parte de la contienda. A Kiko Lacasa le bastó con situar dos líneas de cuatro en bloque bajo para que los blanquiazules se estrellaran una y otra vez contra una pared que todos antes que los capitalinos habían sabido derribar sin apuros.

Juanmi sacó bajo palos un tiro de Jorge Valín después de un paradón de Carlos Abad a Jaume Galiana en el minuto 90

Todos se extramotivan contra un histórico, es verdad, tanto como que no hay un plan alternativo para resolver el bloqueo mental que padece el vestuario de Torrecilla desde que la Penya Independent le pintó la cara sin querer, sin pretenderlo, sin buscarlo, limitándose a aprovechar los agujeros de un equipo cada vez más temeroso detrás y menos eficaz delante, la fórmula perfecta para fracasar a lo grande.

Toda una semana haciendo terapia, dando ánimo, inyectando vitamina moral a la plantilla, poniéndola en valor, subrayando sus grandezas pretéritas y, a los 40 segundos de derbi, Christian Martínez se te planta en la frontal y te estrella un derechazo en el larguero haciéndote temblar, poniéndote a caminar, otra vez, sobre el filo de una navaja. 

Después, 45 minutos de idas y venidas sin patrón en un sistema 4-1-4-1 con Mangada cerca de los centrales, Roger Colomina haciendo de todo y Miguel Marí más pegado al área rival para convertirse en el alter ego de De la Nava, fuera de la convocatoria sin parte de lesión emitido.

Así le quería ganar Rubén a Kiko, pero lo que consiguió fue un disparo escorado de Javi Moreno al filo del descanso y un testarazo muy forzado de su delantero, que cazó tan arriba el envío de Candelas que le resultó imposible darle dirección a la hora de juego. Tras ello, varias incursiones por banda de Nico Espinosa que jamás tuvieron a alguien cerca para convertir su centro en ocasión manifiesta.

La Nucía, cómoda como pocas veces esta temporada, se limitó a no perder su orden, ese que el Hércules no acertaba a incomodar de una manera óptima hasta que el colegiado le anuló un gol al exblanquiazul Juan Delgado, en el 82', por supuesto fuera de juego y, dos minutos después, expulsó a Josema por derribar a Jaume Galiana cuando este se iba mano a mano contra Carlos Abad, a juicio del árbitro.

Torrecilla utilizó a Nolan para recomponer la acción defensiva. Lo prefirió a buscar alternativas atacantes que hicieran peligrar el punto pírrico que le alejaba todavía más del objetivo con el que arrancó el curso y que ya suena a canto afónico de sirena.

Con uno más, La Nucía tuvo el derbi en su mano, pero se topó primero con Carlos Abad, que le hizo un paradón al hombre que provocó la roja y, tras el rechace, no acertó a superar a Juanmi que, con su portero vencido, sacó bajo la línea el tiro de Jorge Valín. Si al final del derbi es el entrenador del colista el que le da consejos al oído al aspirante a campeón, tal y como sucedió anoche, es que la situación es francamente grave.