Segunda RFEF

Viaja desde Ohio para sorprender a su padre antes del Hércules-Lleida

José Juan Sánchez Huesca recibe la visita desde los Estados Unidos de su hijo Pablo para vivir juntos la final por el ascenso de este domingo en el Rico Pérez

Un avión, en la pista del aeropuerto, después de aterrizar.

Un avión, en la pista del aeropuerto, después de aterrizar. / Europa Press

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Pequeños milagros cotidianos. Gestos inexorables que confirman que la pulsión blanquiazul no tiene fronteras... ni tampoco barreras físicas insalvables. José Juan Sánchez Huesca, herculano ilustre, uno de los veteranos, de los irredentos que siguen a diario la actualidad de su equipo y renuevan el abono año a año sin mirar la categoría en la que compite, ha recibido esta semana una sorpresa mayúscula.

Su hijo Pablo, profesor en los Estados Unidos, ha volado desde Ohio, donde da clase, para acompañar a su padre este domingo en el José Rico Pérez. Lo hizo de manera súbita, consciente de lo mucho que hay en juego, nada más y nada menos que el segundo ascenso que puede vivir el José Rico Pérez desde su inauguración.

El propio Juan lo ha contado a través de su perfil de Instagram: @herculano1946. La emoción ligada a un sentimiento que va más allá de lo meramente futbolístico, que se cuela en el alma de la gente, que pasa de generación en generación sin que nada, ni siquiera el hastío y los desengaños, pueden destruirlo, es el germen esencial de lo que puede vivirse este domingo, desde las doce del mediodía, en el coliseo alicantino, que recibirá a casi 30.000 personas para conducirlos, ojalá, al mayor delirio colectivo vivido en la capital desde 2010, cuando se tocó la Primera División por última vez.

Más de 7.000 kilómetros recorridos y casi nueve horas de vuelo han reunido en Alicante a una familia herculana de cuna que, por fin, como otras tantas en la provincia, van a tener ocasión de experimentar algo que ya parecía prohibido: saborear con gusto un instante de felicidad coral en clave blanquiazul.