ONU

75 aniversario de los "cascos azules": 4.200 soldados muertos en misiones de paz de Naciones Unidas

La organización ha tenido éxitos rotundos en Líbano, Chipre, Sierra Leona o Camboya, fracasos en la antigua Yugoslavia o Ruanda y no ha conseguido completar la misión en Sudán, Malí o Haití

Soldados de la ONU procedentes de Holanda, Bangladesh, China, Senegal y el Chad participan en una ceremonia con motivo de la celebración del Día Internacional de los cascos azules en Gao, Mali.

Soldados de la ONU procedentes de Holanda, Bangladesh, China, Senegal y el Chad participan en una ceremonia con motivo de la celebración del Día Internacional de los cascos azules en Gao, Mali. / EFE

Mario Saavedra

El golpe más duro para la reputación de los cascos azules llegó desde una desconocida ciudad de Srebrenica, en la actual Bosnia, en 1995. Unos 8.000 hombres, mujeres y niños fueron asesinados por las tropas serbo-bosnias. Fue la mayor matanza en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Se suponía que los protegían los cascos azules holandeses del batallón Dutchbat III, bajo mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Eran menos de 1.000, y delante tenían a un potente ejército con un plan que luego sería calificado de genocida por el tribunal de La Haya. Pidieron refuerzos, pero no llegaron. El Gobierno de Mark Rutte honró su memoria el año pasado en una ceremonia pública y les pidió disculpas por una “misión que devino en algo imposible”.

Aquella operación de Unprofor (así se llamaba la misión) salió terriblemente mal. Pero el papel de los cascos azules es absolutamente vital para mantener la paz en decenas de puntos calientes del mundo. Hombres y mujeres de todas las razas y nacionalidades enviados por sus Gobiernos se juegan la vida en países extranjeros para defender a civiles que no conocen de nada. 

Más de dos millones de personas han participado en alguna de las 72 misiones de Naciones Unidas en una historia que comenzó hace 75 años. En 1948 se mandó la primera misión de paz, para vigilar el alto el fuego tras la guerra árabe-israelí. 

Desde entonces, han muerto 4.314 “cascos azules” en acto de servicio. Las misiones con más fallecidos son dos que aún están en vigor: la misión para Malí (309) y la de Líbano (330). Esta última la lidera España en estos momentos, y allí se han dejado la vida 16 españoles.

“Las misiones de paz más exitosas de Naciones Unidas han sido en Suez, Chipre, Líbano, Sierra Leona, Camboya, Timor Oriental y Costa de Marfil”, opina para este diario Alistair D. Edgar, doctor en Ciencia Política de la Universidad Wilfrid Laurier, en Canadá. “Sencillamente, gracias al apoyo de las misiones de paz de Naciones Unidas, en esos países no ha habido masacres o guerras abiertas. Para sus habitantes, los cascos azules han sido clave para sus vidas y su futuro”.

El fracaso más obvio, apunta, han sido Ruanda y la mencionada Bosnia (Srebrenica). “Esos fallos de Naciones Unidas podrían haberse evitado con una mejor toma de decisiones”, opina el experto en los cascos azules. “Las misiones en República Democrática de Congo, Haití y ahora Sudán, Sudán del Sur, Malí y África Central han sido incapaces de evitar los conflictos continuados y la violencia, pero en esos casos los fallos han sido provocados por los propios Estados o por grupos armados no estatales”. 

La misión en Malí es un buen ejemplo de esto último. Con más de 17.000 efectivos, entre militares y civiles, el Consejo de Seguridad ha dado la orden de que se finalice, después de las denodadas críticas del Gobierno maliense, insatisfecho con la escasa efectividad, dicen, de las fuerzas internacionales para acabar con las amenazas yihadistas de Al Qaeda y Estado Islámico. Ahora han acordado con otros grupos internacionales, sobre todo Rusia y mercenarios del grupo Wagner, que tienen menos escrúpulos a la hora de entrar en los pueblos en busca de presuntos terroristas y ejecutarlos en el acto. 

Misiones de Chipre a Cachemira

La ONU mantiene en la actualidad 12 misiones de paz en las que participan más de 87.000 efectivos de 125 países de todo el mundo. 

“Las misiones de paz son un poderoso ejemplo de cómo las asociaciones fuertes y la voluntad política colectiva pueden resultar en cambios significativos”, opina para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, Jean-Pierre Lacroix, vicesecretario general de Operaciones de Paz de Naciones Unidas. “En contextos muy diferentes, trabajando de forma conjunta con las comunidades locales y otros socios, nuestro personal monitoriza y mantiene los alto el fuego, protegen a los civiles, catalizan soluciones políticas y ayudan a poner fin a conflictos para lograr una paz sostenible”. 

Hay misiones como la de Chipre que son más tranquilas y se limitan a mantener el statu quo durante décadas. 1.000 soldados para disuadir contra enfrentamientos mortales como los que se derivaron del intento de invasión turco de la isla en 1974. 

Otras, como la de Kosovo, vuelven a calentarse de vez en cuando, como ocurrió durante los choques violentos de mayo de este año. 

En la que Naciones Unidas tiene para el Sáhara Occidental prima la política (el intento vano de que Marruecos acepte un referéndum de autodeterminación) sobre las cuestiones militares. 

En el África subsahariana destaca la operación en Sudán del Sur, donde hay cerca de 18.000 soldados tratando de mantener un frágil alto el fuego con el vecino del norte de este país, el más nuevo del mundo (2011). Una cifra similar está desplegada en República de Congo, para tratar de mantener la paz y proteger a los civiles tras el cese de las hostilidades internas en 2010. En República Centroafricana hay casi 19.000 efectivos, destinados sobre todo a proteger a los civiles de los ataques de los terroristas yihadistas. 

Una de las misiones más pequeñas, con tan sólo 110 efectivos, vela por que se mantenga el alto el fuego entre dos enormes potencias militares: India y Pakistán, peleadas por la frontera en Cachemira