Guerra de Ucrania

La propaganda rusa coloniza varios países y extiende su influencia por toda América Latina

Los medios de propaganda del Kremlin gozan de un acceso sin límites en la región y han contribuido a crear un estado de opinión alérgico a la intervención en Ucrania o a la aplicación de sanciones a Rusia

Anuncios de la cadena RT en varios rincones de México, (izquierda) junto a una imagen del expresidente de Ecuador Rafael Correa haciendo entrevistas.

Anuncios de la cadena RT en varios rincones de México, (izquierda) junto a una imagen del expresidente de Ecuador Rafael Correa haciendo entrevistas. / EPC

Marc Marginedas

Anuncios publicitarios en el Distrito Federal, con un sugerente eslogan -'las noticias no tienen fronteras'- donde se invita a los mexicanos a conectarse con RT, la cadena propagandística de Rusia. Campañas de ridiculización similares a las que emplea el Kremlin con su propia disidencia política, lanzadas desde medios afines contra el presidente chileno Gabriel Boric, el único líder izquierdista de relevancia en América Latina que condena la invasión de Ucrania. Antiguos presidentes de ideología populista como el ecuatoriano Rafael Correa que pasan a integrar la parrilla de entrevistadores del canal internacional de Vladímir Putin.

Escenas como estas, inconcebibles ya en la UE o EEUU debido al veto a los medios de propaganda de Moscú, siguen siendo moneda corriente en América Latina. Desde México hasta Argentina, el continente hispanohablante constituye hoy en día un espacio abierto y sin límites para las campañas de desinformación e injerencia del Kremlin. Capitaneado por las secciones en español de RT y la agencia Spútnik, un vasto ecosistema comunicativo formado por columnistas, blogueros o políticos, y apoyado con fruición desde las embajadas rusas, distribuye y amplifica contenidos y narrativas favorables a Rusia, contribuyendo a crear en la región un estado de opinión alérgico a la intervención en el conflicto ucraniano y a la aplicación de sanciones contra Rusia. "Quieren neutralidad; que los países de América Latina no actúen es para ellos una victoria", confirma Douglas Farah, presidente de IBI Consultans y coautor de 'Las campañas de influencia rusa en Latinoamérica', el último y más completo informe sobre el tema realizado hasta este momento.

Las cifras

Las cifras sobre el peso del tándem RT-Spútnik en Iberoamérica no dejan lugar a dudas. Según otro estudio del investigador español Daniel Iriarte titulado 'RT en español: cómo la desinformación rusa alcanza a 500 millones de hablantes de español", en 2018 la tele rusa era vista por 18 millones de personas. Su peso en las redes es también considerable: en 2021, en Twitter, la cuenta de RT en español alcanzaba los 3,2 millones de seguidores, mientras que en Facebook rondaba los 18 millones, cifra similar a la de visitantes de su página web, la mayoría en México, Venezuela, Argentina y Colombia.

Más allá de la audiencia, su influencia también se mide en el mensaje que transmite. Constella Intelligence, una empresa especializada en riesgos en la esfera digital, analizó la cobertura en redes sociales de RT y Spútnik de protestas en diferentes países latinoamericanos, llegando a la conclusión de que recibieron mucha más atención las manifestaciones en aquellos estados considerados como alineados con Occidente: 6,5 entradas diarias en Facebook y Twitter sobre las protestas de Colombia, tres sobre las de Chile y 4,1 sobre las de Ecuador. Dichos medios, en cambio, casi ignoraron las acciones en Nicaragua o Bolivia, con gobiernos cercanos al Kremlin: 0,3 y 1,4 entradas al día respectivamente.

Se trata, además, de un fenómeno de ida y vuelta que se retroalimenta. Por un lado, "gobiernos de la izquierda radical, como los Kirchner en Argentina o Rafael Correa en Ecuador abren las puertas y firman acuerdos para incluir RT en sus parrillas", constata Iria Puyosa, investigadora senior en el Laboratorio de Investigación Digital Forense vinculado al Atlantic Council.

A su vez, esta amplia presencia, junto a la percepción ser un medio "legítimo" que transmite un punto de vista "diferente", acaba por influir en las decisiones sobre la guerra en Ucrania, explica Vladímir Rouvinski, director del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la colombiana Universidad ICESI. Los medios rusos y sus aliados "generan dudas, aseguran que EEUU o Europa son también culpables y que Putin tiene parte de razón; ello acaba limitando a los políticos que toman decisiones", apunta este experto.

Las narrativas de este ecosistema desinformativo son de fácil digestión y tienen el campo abonado en un continente de democracias frágiles y considerado largo tiempo como el patio trasero de EEUU. "Transmiten el mensaje de que la democracia liberal no es más que una herramienta de Washington para consolidar su hegemonía, y presentan a Rusia como un aliado amable e interesado en el desarrollo regional", reporta Farah.

Nicaragua, la plataforma rusa en Centroamérica

Hace un año, Victoria Vorontsova, directora de RT en español, aterrizó en Managua junto a un equipo de colaboradores. Su misión: implementar un programa "de capacitación" de comunicadores locales, según la prensa oficial nicaragüense. Los resultados de "esta cooperación", a la vista están, denuncia Javier Meléndez, analista de seguridad en la web Expediente Abierto. Relevantes propagandistas nicaragüenses como William Grigsby desde su programa de Radio La Primerísima, imitan en estilo y contenido a sus homólogos en las teles rusas como Vladímir Solovyov o Evgueni Popov. Entre otros bulos, Grigsby aseguró, al principio de la contienda, que las tropas rusas no habían destruido "un solo pueblo, un solo caserío, un solo edificio civil" en Ucrania.

Nicaragua, país gobernado por la dictadura familiar de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, donde el periodismo independiente ha dejado de existir y los principales periodistas se han exiliado ante la represión desencadenada por el propio régimen, guarda en estos momentos grandes similitudes con la Bielorrusia de Aleksándr Lukashenko. De hecho, se ha convertido "en la puerta de entrada de Rusia" en Centroamérica y canaliza estas estrategias propagandísticas importadas de Moscú hacia países "como Honduras". Según los cálculos de Meléndez, entre 1.500 y 2.000 rusos trabajan en el pequeño Estado centroamericano, un número muy elevado dado su tamaño, formando parte de los servicios de inteligencia, del cuerpo de instructores de las fuerzas de seguridad locales o de la plantilla de trabajadores en el enigmático Sistema Global de Navegación por Satélite que Rusia inauguró en 2017 en la laguna de Nejapa, en Managua.

México, objetivo preferente de la injerencia rusa

RT cuenta en el Distrito Federal con su más numerosa corresponsalía en América Latina, que muchos locales creen desproporcionada para su volumen de trabajo. Nada más decretarse en Europa la expulsión de más de 400 diplomáticos rusos, el Gobierno de México, presidido por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), incrementó en un 80% el personal con pasaporte diplomático trabajando en la legación rusa, según reveló la periodista Dolia Estévez en el portal EjeCentral, una denuncia que le valió una vasta campaña de desprestigio en redes impulsada desde la propia representación diplomática. Con una porosa frontera con EEUU y "una de cada tres familias mexicanas con parientes" en el vecino del norte, recuerda para EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, la periodista mexicana Verónica Calderón, es de cajón que el Kremlin haya centrado sus esfuerzos propagandísticos en el país más poblado de lengua hispana.

Los resultados de esta actividad van más allá de la neutralidad de AMLO en la guerra en Ucrania. Diarios de tirada como 'La Jornada' se muestran abiertamente favorables a Rusia, empleando el mismo vocabulario del Kremlin y llegando a calificar durante meses al conflicto de 'operación militar especial'. John M. Ackerman, profesor universitario y columnista con más de 800.000 seguidores en Twitter, publicó en el rotativo, al poco de la prohibición de RT en Europa, una columna de defensa de la cadena titulada "Todos somos RT". Hasta el prestigioso Club de Periodistas de México ha premiado reiteradamente a comunicadores de medios rusos. Especial asombro causó el premio a tres trabajadores de RT en 2022 por su cobertura de la "operación militar especial" en Ucrania.

Argentina, privilegios de acceso que nadie ha logrado enmendar

En 2014, la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció, en una videoconferencia conjunta con su homólogo ruso Vladímir Putin, un acuerdo de cooperación audiovisual que contemplaba la inclusión de RT en la parrilla local de la Televisión Digital Abierta. Desde ese momento, la señal del controvertido canal gubernamental ruso puede verse de forma abierta y gratuita en la mayoría del territorio argentino. "Para que todos los argentinos puedan conocer la verdadera Rusia, y todos los rusos la verdadera Argentina", celebró la exjefa del Estado. Han transcurrido ocho años, y el pacto se mantiene, pese a haber sido calificado por expertos y diputados como "un privilegio" que sufraga el propio contribuyente argentino. RT "se transmite a toda Argentina sin ningún pago o contraprestación", aclara Jose Crettaz, profesor e investigador sobre Empresa y Economía de los Medios y colaborador en el rotativo 'La Nación'. Y aunque en Argentina la penetración de la televisión digital es limitada, las informaciones de RT sí que se hacen notar en las redes sociales, "donde generan controversia", subraya.

Los intentos de Mauricio Macri, sucesor de Kirchner en la presidencia, para modificar o concluir esta relación contractual derivaron en una crisis entre Moscú y Buenos Aires, incluyendo amenazas proferidas desde Rusia de cortar vitales exportaciones de carne argentina. RT tiene en Puerto Madero, una de las zonas más exclusivas de Buenos Aires, una oficina con numeroso personal. "Había plata por todos lados; jamás volveré a cobrar un sueldo así, teníamos tecnología que ni Al Jazira o TVE", rememora por teléfono desde la capital argentina un exproductor que prefiere el anonimato.

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